Rafael Ortega Dominguez Parte 1 - Fiestabrava
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<strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez<br />
bastante grave, afectando su muslo<br />
izquierdo.<br />
Julio:<br />
08:<br />
Sufrió <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> uno de los más<br />
graves percances de su vida profesional,<br />
toreando en la Plaza de Toros de Pamplona,<br />
en una de las corridas tradicionales de la<br />
Feria de San Fermín, la tarde de (08-07-1950),<br />
en la que un toro de D. Fermín Bohórquez<br />
Gómez, llamado Trocador, le asestó dos<br />
cornadas gravísimas: una interesaba el recto<br />
y la vejiga, y la otra la pierna derecha, de las<br />
que se libró mila-grosamente de una muerte<br />
segura, aunque quedó siempre limitada la<br />
agilidad de la pierna, exactamente a tres<br />
meses de haber sido proclamado el máximo<br />
triunfador en la Feria de San Isidro madrileña,<br />
tras cortar una oreja en la corrida de<br />
inauguración de la temporada. En esta Plaza<br />
obtuvo durante toda la década de 1950,<br />
rotundos éxitos y, en muchas ocasiones, con<br />
durísimas corridas, sumando un balance de<br />
orejas cortadas y salidas a hombros, tan sólo<br />
superado por contadísimos diestros en toda<br />
la historia de la Plaza Monumental madrileña.<br />
Aunque nuestro paisano toreó en la<br />
temporada de 1949 en tres corridas más,<br />
siempre con resonado éxito, y quedó en<br />
inmejorables condiciones para la temporada<br />
siguiente. En ésta, sin embargo, no logró los<br />
triunfos que esperaba, pero sí obtuvo muchos<br />
aplausos en la certeras estocadas que<br />
propinó a sus enemigos, creciendo su crédito<br />
de matador valeroso y con envidiable<br />
pundonor. Y pese a la cornada sufrida toreó<br />
esa temporada veintiséis corridas.<br />
Pero, pasado el tráfago del día a día<br />
del toreo de la década de 1950, superadas<br />
las intrigas y las políticas taurinas de la época,<br />
varias décadas después es tiempo de<br />
reconocer sin prejuicios los méritos de este<br />
diestro, que, técnicamente, devolvió al toreo<br />
de muleta el cite con el engaño adelantado<br />
que el manoletismo –compensándolo con<br />
otras virtudes, como la ligazón- había desde-<br />
El PUERTO de SANTA MARÍA<br />
Apuntes biográficos y profesionales - I<br />
ñado durante la década de 1940. Habrá que<br />
reivindicar la figura de <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> tal y<br />
como hicieron las dos plazas más importantes<br />
de la Tauromaquia, pues en esas sí<br />
que figura, y de las grandes, a tenor de un<br />
palmarés al alcance de muy pocos: 19 orejas<br />
y dos rabos en sus tardes en La Maestranza,<br />
23 apéndices y seis salidas a hombros en 32<br />
actuaciones en Las Ventas. Algo haría más<br />
que dar estocadas... Mi personal felicitación<br />
al cronista e historiador don Francisco<br />
Aguado, en agradecimiento por el placer que<br />
nos ha regalado al leer la colección de<br />
«Figuras Del Siglo XX», en la notable revista<br />
6 TOROS 6.<br />
1951:<br />
Mayo:<br />
06:<br />
Tras torear una sola novillada en la<br />
Plaza Real de El Puerto de Santa María, en<br />
su etapa de novillero, la tarde del (03-08-<br />
1947), <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> reapareció en dicho<br />
coso, ya como matador de toros, el (06-05-<br />
1951), figurando como segundo en el cartel,<br />
que estaba encabezado por Pepe Luis<br />
Vázquez y de tercero, Miguel Báez (Litrti III),<br />
en una tarde que el cronista cuyo nombre real<br />
desconocemos, pero que la calificó de «Olor,<br />
color y sabor.» La citada terna se enfrentó a<br />
6 toros 6 de D. José Benítez Cubero -todos<br />
de bonita «hechuras», aceptables cornamentas,<br />
aunque como todos los de aquellos años,<br />
faltitos de romana, si bien dieron una media<br />
en canal de 266 kilos, porque todos pasaron<br />
de los 500 en vivo; sólo uno fue menos bravo<br />
y todos aplaudidos en el arrastre-, en un día<br />
que comenzó amenazando lluvia, por lo que<br />
los espectadores, que acudieron en buen<br />
número, estuvieron con sus gabardinas en<br />
guardia.<br />
El toro que abrió plaza y el cuarto<br />
correspondieron a Pepe Luis Vázquez ( El<br />
Sócrates de San Bernardo), del que Manolete,<br />
que por cierto le admiraba, dijo: «Si Pepe Luis<br />
quisiera, acabaría con todos los toreros»,<br />
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