Apuntes biográficos y profesionales - I En honor a la verdad, para Cardeño fueron las más sonadas ovaciones de la tarde. Su gran valentía y amor propio pusieron de manifiesto el dominio en esta, en que demostró cada vez estaba cuajando más como torero y artista, tanto con el capote como con la muleta. Buena prueba de ello fueron la serie de verónicas con que recibió a su primero y después los impecables estatuarios, naturales y ayudados por bajo, que instrumentó en su faena de muleta. Lo mató de una estocada y media, entrando muy bien la dos veces y de las que murió el novillo sin puntilla. Una gran ovación con corte de dos orejas y vuelta al ruedo fueron los certificados de garantía de sus actuaciones. Y el éxito se repitió en el quinto de la tarde, con el que se estiró mucho en una finas verónicas. Después de brindar al público, ejecutó una faena de muleta muy ceñida, amparado ya en el conocimiento exacto de los terrenos de los novillos, y todo valientemente, con todo el repertorio de pases, que el respetable jaleó entusiasmado. Entrando muy bien, colocó media estocada en su sitio, descabellando luego, para obtener una oreja, otra ovación y vuelta al ruedo. A <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> nada tardaron los entendidos que era otro novillero que claramente prometía. Toreó muy bien de capa, bajando con cadencia los brazos y jugando admirablemente con las muñecas, recordándonos a Juan Belmonte García, y todo el tiempo se comportó reposado y valiente en la cara de sus novillos. Sus faenas de muleta, tanto al tercero como al que cerró plaza, fueron muy toreras y de cerca, dejándose ver y sacando el mejor partido posible de sus enemigos. Mató a ambos con brevedad, siendo premiada su labor con calurosas ovaciones. El cronista, al final de su reseña dice: «Es un novillero que llegará, si la suerte no dispone otra cosa»…, que también podría haber dicho «si Dios quiere» ¡y quiso! Ni que decir tiene que los espectadores salieron satisfechos, que no siempre sucede. 36 <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez 1947: Agosto: 03: Con ocho novillos del marqués del Contadero hicieron su debut el ganadero sevillano –que presentó novillos ajustados de peso, pero bien armados y que ofrecieron buen juego, sin que sepamos los nombres, números, pelaje y peso de cada uno- y el novillero, el después famoso matador, natural de San Fernando, conocido como «El Torero de la Isla», <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez, en la Plaza Real de El Puerto de Santa María (Cádiz), alternando con Ventura Núñez (Venturita), que abría el cartel la tarde del domingo (03-08-1947), seguido de Manuel Franco (Cardeño), <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> y Paquito Bru. Esta novillada con caballos tuvo, además, el aliciente adicional de ver cuál de los diestro se haría merecedor del hermoso capote de paseo de que otorgaba la Casa Osborne al triunfador. La emblemática Plaza lucía vigorosa con sus tendidos bien repletos de una masa de aficionados, llegados de todos los pueblos de la provincia, especialmente de San Fernando, que se dieron cita una vez más para disfrutar de una más de las interesantes y animadas novilladas de carácter regional que se dieron aquellas temporadas en El Puerto, cuyos festejos se iniciaron, siempre con gran afluencia de espectadores desde las primeras novilladas celebradas en junio y julio. El primer y quinto novillos, correspondieron al jerezano Ventura Núñez (Venturita), fue muy lucidamente toreado, el que abrió plaza, con la capa y con la muleta, Venturita cuajó buenos pases, logrando darle una buena media estocada «lagartijera», lo que le valió una bien merecida oreja, dando la vuelta al ruedo entre sonadas ovaciones, viéndose obligado a devolver a los espectadores chaquetas, sobreros y hasta un gato. A su segundo lo remató de una estocada algo delantera, mereciendo una ovación y vuelta al ruedo, consiguiendo sumar 4.938 votos y Cartel en la página anterior. Pasa a la página nº. 38. El PUERTO de SANTA MARÍA
<strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez El PUERTO de SANTA MARÍA Apuntes biográficos y profesionales - I 37