Rafael Ortega Dominguez Parte 1 - Fiestabrava

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Apuntes biográficos y profesionales - I siempre su enorme prestigio como certero estoqueador, pues no en vano era considerado como uno de los mejores de toda la historia del toreo y, posiblemente el mejor de la posguerra civil española. También la provincia de Cádiz ha dado toreros que triunfaron a su paso por Las Ventas de Madrid y que merecen, todavía más por su condición de «paisanos», recordarles, como el murciano-algecireño Miguel Mateos (Miguelín), que logró el record de seis orejas cortadas a tres toros en una sola tarde, o Manuel Lara (Jerezano), que cortó dos orejas a un Victorino una tarde veraniega, y, en tiempo posterior, grandes figuras, como la del malogrado Francisco Rivera (Paquirri), Paco Ojeda, o José Luis Galloso, también con record de cuatro orejas en una novillada, sin olvidarnos de Rafael de Paula, el sin duda alguna más emblemático diestro gitano de los últimos tiempos, por no citar más. Por último, es de justicia decir, que no tenemos la menor duda en conceder a Rafael Ortega como el primer matador de toros gaditano que más mereció el título de «torero de Madrid», y por incontables años, ya se ha cumplido el X Aniversario de su muerte y es verdadera y anímicamente aleccionador integrarse entre los innumerables amigos y aficionados que con tanto cariño y admiración le siguen recordando. El pasado (18-12-2007) se vivió para nuestro deleite un homenaje y en recuerdo de aquel gran torero que fue Rafael Ortega. Fue uno de los toreros más clásicos, al que llamaron el «Tesoro de la Isla». La autenticidad de su toreo rondeño mereció durante las décadas de 1950 y 1960 la plena admiración de los aficionados. Cuantos tuvimos la oportunidad de conocer su toreo puro y su estilo irreprochable de matador le recordamos como modelo permanente de buen hacer torero y estilo de estoqueador extraordinario. Los aficionados, escritores y críticos taurinos, que alcanzamos a verlo en plenitud de sus facultades, tantas veces atacadas por duras cornadas, le recordamos 18 Rafael Ortega Domínguez El poeta versaría que Rafael Ortega consiguió en el ruedo «El toreo puro» los conceptos de su toreo eterno y fuera de la plaza «la purita y leal amistad a sus compatriotas, por eso se dijo de él: «....así lo que yo veo, para hacer el toreo puro, es esta continuidad: citar, parar, templar y mandar, y a ser posible cargando la suerte». como la idea (Antoñete): que se tiene «El del torero toreo que perfecto, de más realización me ha impresionado de lidias auténticas. ha sido Sus estadísticas Manolete en y la el Plaza que más Real me son ha extraordinarias, gustado, no Rafael sólo por Ortega, esas ocho a quien Puertas Grandes, considero sino además, por el poder el torero magistral más de sus faenas, completo estocadas y el que y triunfos ha toreado rotundos. con Le apodaron mayor con pureza.» el sobrenombre (www.jale.com de «As de espadas», tertulia rev2 por tema su exquisito taur.htm). virtuosismo al practicar la suerte suprema, cosa que indudablemente le perjudicó, pues, también llegó a torear muy bien; pero todos esperábamos su entrega sin reserva, llevando su vida en vuelo con la espada. Su toreo hizo escuela, por ejemplo, en su paisano Francisco Ruiz Miguel, y para muchos otros matadores. Desde que el domingo (14-08-1949) en que Rafael debutó en Madrid, ya dejó a los aficionados madrileños que se reunieron en la Plaza de Toros de Las Ventas, realmente sorprendidos por su determinación y oficio, por sus muchos conocimientos y maestría, pese a que su aspecto, con calva incipiente y figura ligeramente encorvada, denunciaban que no se trataba de un niño, sino de un hombre ya hecho, que aparentaba aún mayor edad de la que realmente tenía. Y aquél éxito inicial motivó sucesivas repeticiones. En las plazas españolas de mayor importancia tenían entonces a nivel nacional e internacional, en las que ocupó el puesto de primera figura del toreo que con tanto valor, El PUERTO de SANTA MARÍA

Rafael Ortega Domínguez El PUERTO de SANTA MARÍA Apuntes biográficos y profesionales - I Recogiendo los vuelos del capote después de ejecutar un primoroso quite. arte y pundonor conquistó, aunque fuese reconocido desde siempre su enorme prestigio como certero estoqueador, pues no en vano era considerado como uno de los mejores de toda la historia del toreo y, posiblemente el mejor de la posguerra civil española. Sin embargo, hay quien dice que su gran estilo y seguridad como magistral estoqueador le perjudicó, pues opacó su valía como torero; otros, en cambio, consideraban que su figura, aparentando una edad superior a la que tenía, no le favoreció. También se dijo en aquellos años que no le administraron bien la etapa de sus mejores éxitos. Pero la realidad fue que tuvo marcada mala suerte en los múltiples y graves percances sufridos, que le interrumpieron demasiadas veces sus rachas de resonantes triunfos.Con el capote era magistral en su forma de recoger los toros, y su toreo a la verónica se manifestaba siempre templado y profundo, que fue sólo igualado por el maestro de Ronda, Antonio Ordóñez. Con la muleta toreaba extraordinariamente limpio, cargando la suerte y siempre centrado en sí mismo, derrochando una hombría poco común; si bien, en honor a la verdad, la realidad fue que no alcanzó el puesto que merecía por su extraordinaria calidad como torero…, pero si en el amor de la que fue su guapa esposa, Pepita Camacho, cuyos ojos se encienden de cariño al recordar «el maravilloso esposo que era.» En su tierra natal, el diestro de San Fernando, siguió después de retirado, dictando lecciones de tauromaquia. Un discípulo suyo, Ruiz Miguel, llegó también a ser «Torero de Madrid» por sus éxitos en la Plaza de Toros de Las Ventas, obtenidos al igual que su querido maestro, enfrentándose a corridas duras, entre ellas a más de un centenar de las de don Eduardo II Miura Fernández, en plazas como la «Real» de El Puerto de Santa María, donde antes las lidiara con atronadores éxito su maestro Rafael. El que le concedieran en la temporada madrileña el título de «torero de Madrid», fue un anticipo certeramente adivinado de lo que Rafael Ortega llegó a conseguir, pues mereció el recuerdo de 19

<strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> Domínguez<br />

El PUERTO de SANTA MARÍA<br />

Apuntes biográficos y profesionales - I<br />

Recogiendo los vuelos del capote después de<br />

ejecutar un primoroso quite.<br />

arte y pundonor conquistó, aunque fuese<br />

reconocido desde siempre su enorme prestigio<br />

como certero estoqueador, pues no en<br />

vano era considerado como uno de los<br />

mejores de toda la historia del toreo y, posiblemente<br />

el mejor de la posguerra civil<br />

española. Sin embargo, hay quien dice que<br />

su gran estilo y seguridad como magistral<br />

estoqueador le perjudicó, pues opacó su valía<br />

como torero; otros, en cambio, consideraban<br />

que su figura, aparentando una edad superior<br />

a la que tenía, no le favoreció. También se<br />

dijo en aquellos años que no le administraron<br />

bien la etapa de sus mejores éxitos.<br />

Pero la realidad fue que tuvo marcada<br />

mala suerte en los múltiples y graves<br />

percances sufridos, que le interrumpieron<br />

demasiadas veces sus rachas de resonantes<br />

triunfos.Con el capote era magistral en su<br />

forma de recoger los toros, y su toreo a la<br />

verónica se manifestaba siempre templado<br />

y profundo, que fue sólo igualado por el<br />

maestro de Ronda, Antonio Ordóñez. Con la<br />

muleta toreaba extraordinariamente limpio,<br />

cargando la suerte y siempre centrado en sí<br />

mismo, derrochando una hombría poco<br />

común; si bien, en honor a la verdad, la<br />

realidad fue que no alcanzó el puesto que<br />

merecía por su extraordinaria calidad como<br />

torero…, pero si en el amor de la que fue su<br />

guapa esposa, Pepita Camacho, cuyos ojos<br />

se encienden de cariño al recordar «el<br />

maravilloso esposo que era.»<br />

En su tierra natal, el diestro de San<br />

Fernando, siguió después de retirado,<br />

dictando lecciones de tauromaquia. Un<br />

discípulo suyo, Ruiz Miguel, llegó también a<br />

ser «Torero de Madrid» por sus éxitos en la<br />

Plaza de Toros de Las Ventas, obtenidos al<br />

igual que su querido maestro, enfrentándose<br />

a corridas duras, entre ellas a más de un<br />

centenar de las de don Eduardo II Miura<br />

Fernández, en plazas como la «Real» de El<br />

Puerto de Santa María, donde antes las lidiara<br />

con atronadores éxito su maestro <strong>Rafael</strong>.<br />

El que le concedieran en la<br />

temporada madrileña el título de «torero de<br />

Madrid», fue un anticipo certeramente<br />

adivinado de lo que <strong>Rafael</strong> <strong>Ortega</strong> llegó a<br />

conseguir, pues mereció el recuerdo de<br />

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