Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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están ocultos y Moisés solamente los percibió. Pero los Patriarcas no los ignoraban totalmente,<br />
pues ellos captaron los no develados a través de los visibles que ya conocían. Está<br />
escrito: “Y los sabios serán resplandecientes como el esplendor del firmamento y aquellos que<br />
atraen a muchos a la justicia serán por siempre jamás como las estrellas”. El “sabio” es el que<br />
con el poder de su propia contemplación llega a la percepción de misterios profundos que no<br />
se pueden expresar en palabras. El “firmamento” es el “firmamento de Moisés”, su grado de<br />
conocimiento Divino que se halla colocado en el centro y cuyo esplendor está vedado. Este<br />
firmamento está encima de aquel otro que es no esplandeciente y cuyos colores son vsibles y<br />
no tan brillantes como el invisible. Hay cuatro luces, es d:cir Emanaciones de las cuales tres<br />
son recónditas y una es develada. Hay una que arroja luz hacia afuera (Jésed); una que brilla<br />
para sí misma solamente (Guevurá) y es como los cielos en cuanto a pureza, una de color<br />
púrpura que reúne luz en sí misma (Tiféret), y una, por sí misma sin luz (Máljut), pero que<br />
mira a las otras y las refleja como una lámpara refleja al sol. Las primeras tres son recónditas<br />
y cobijan a la que es develada. De todo esto es símbolo el ojo. En el ojo son visibles tres<br />
colores, pero ninguno de ésfos brilla porque son no luminosos. Ellos son paralelos a esas luces<br />
que son reveladas. Y fue por medio de estos colores visibles que los Patriarcas fueron<br />
capacitados para distinguir los colores que son luminosos pero invisibles, esto es, los colores<br />
que sólo Moisés conocía y que fueron ocultados de los demás y revelados a El en ese<br />
frmamento que él había alcanzado, y que están por encima de los colores viables. Para<br />
entender este misterio, cierra tu ojo y comprime tu globo ocular, y distinguirás colores<br />
radiantes y luminosos” que sólo se pueden ver con los ojos cerrados. Por esta razón decimos<br />
que Moisés poseía el “espejo luminoso”, que está por encima del “no luminoso”, el único que<br />
los demás conocen. Pero los Patriarcas fueron capaces, mediante los colores revelados, de<br />
conseguir aquellos otros que eran ocultos. Este es el sentido de las palabras “Yo aparecí a<br />
Abraham, etc.”, es decir, en los colores visibles, “pero no fui conocido a ellos por Mi Nombre<br />
YHVH”, es decir, en los superiores colores luminosos ocultos, que sólo Moisés tuvo el<br />
privilegio de ver. El ojo cerrado ve el espejo de luz; el ojo abierto ve el espejo que no es<br />
luminoso. Por eso se emplea, con respecto al espejo sin luz, el término “ver”, porque es<br />
distinguible, pero con respecto al espejo luminoso se emplea el término “conocer”, porque<br />
está oculto. Entonces vinieron R. Eleazar y R. Abba y besaron la mano de R. Simeón, y R.<br />
Abba lloró y dijo: ¡Desdichado el mundo cuando tú, maestro, te apartes de él! Sin ti será un<br />
huérfano. Porque, entonces, ¿quién iluminará las palabras de la Torá? Luego citó el saludo de<br />
David a Nabal: “que estés bien (literalmente la palabra hebrea usada significa, que sea por la<br />
vida) y que la paz sea contigo...”. Dijo: Seguramente David conocía la iniquidad de Nabal, y,<br />
siendo así, ¿cómo pudo saludarlo de este modo? Pero es que era día de Año Nuevo, el día<br />
cuando el Santo juzga al mundo, y la intención de David al usar las expresiones en que le<br />
expresaba “por la vida” y que estuviera “en paz”, era dirigirse a Aquel de quien proviene toda<br />
vida y paz, para hacer una adecuada profesión de fe. Y saludar a una persona justa con<br />
Shalom. que significa paz, armonía, es como saludar al Santo, especialmente cuando el saludo<br />
se dirige a ti, Oh maestro, que en tu propia persona representas la armonía entre el arriba y el<br />
abajo. Pero no está permitido saludar así a una persona inicua, y aun, cuando es inevitable no<br />
hay falta de sinceridad involucrada en la frase cuando exterior mente se drige a la persona<br />
referida, pero la intención interna es dirigirse a Dios.<br />
R. Ezequías discurrió sobre el versículo: Bienaventurado el hombre a quien el Señor<br />
no imputa iniquidad, y en cuyo espíritu no hay dolo 231 . Dijo: Cuan ciegos son los hombres<br />
que no ven ni perciben cuál es el fundamento de su existencia en el mundo. Ved, cuando el<br />
Santo, Bendito Sea, creó el mundo. El formó al hombre a su propia imagen, disponiendo así<br />
231 Salmos XXXIII, 2.<br />
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