Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or

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2 ÍNDICE SHEMOT Éxodo, I, 1 - VI, 1 ......................................................................... 3 VAERA Éxodo VI, 2 - IX, 35................................................................... 43 BO Éxodo X, 1 - XIII, 16.................................................................. 60 BESCHALAJ Éxodo XIII, 17 - XVII, 16 .......................................................... 73 JETRO Éxodo, XVIII, 1 - XX, 23......................................................... 115 MISHPATIM Éxodo XXI, 1 - XXIV, 18........................................................ 155 TERUMA Éxodo XXV, 1 - XXVII, 19 ..................................................... 196

SHEMOT Éxodo, I, 1 - VI, 1 Y estés son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto: Cada hombre y su familia vinieron con Jacob. Está escrito: Entonces los que sean sabios brillarán como el esplendor (zohar) del firmamento, y los que hayan vuelto a Justicia a muchos, serán como las estrellas para siempre. 1 Los “sabios” son los que penetran en la esencia real de la sabiduría; “brillarán”, es decir, iluminados con la irradiación de la Sabiduría superior; “como el esplendor”, es la llama de la Corriente que sale del Edén 2 , a lo cual se alude como “el firmamento”. Allí están suspendidas las estrellas, los planetas, el sol y la luna y todas las luces que irradian. El brillo de este firmamento alumbra sobre el Jardín del Edén y en medio del Jardín está el Árbol de la Vida, cuyas ramas se extienden sobre todas las formas y árboles y especias en vasijas adecuadas. Todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo se resguardan debajo de las ramas de este Árbol. El fruto del Árbol da vida a todos. Es sempiterno. El “otro lado” no tiene morada allí, sino que sólo la tiene el lado de la santidad. Benditos los que gustan de él; ellos vivirán por siempre jamás y son ellos a quienes se llama “los sabios” y ellos están dotados de vida en este mundo como en el mundo por venir. El Árbol se eleva a una altura de quinientas parasangas y su circunferencia es de seis miríadas de parasangas. Dentro de este Árbol hay una luz, Tiféret, de la cual irradian ciertos colores: Ellos vienen y van, no estando nunca en reposo, salvo en el Árbol. Salen de él para mostrarse en el brillo que no alumbra por sí mismo, Maljut, no descansan, sino que vuelan en torno. De este Árbol salen doce tribus, las doce oblicuidades de Tiféret, que han sido largamente caldeadas por él y bajan con esta luz que no alumbra por sí misma al exilio de Egipto, acompañadas por multitudes de huestes celestiales. R. Simeón comparó el exilio egipcio con el babilónico, basando sus observaciones sobre el texto: “La palabra del Señor vino viniendo a Ezequiel”. 3 Dijo: ¿Por qué la doble expresión “vino viniendo”? Más aún, si Ezequiel era efectivamente un profeta fiel, ¿por qué descubre la totalidad de su visión? ¿Es justo y cuadra a uno a quien el rey ha invitado a su palacio el revelar todos los secretos que ha visto allí? Y bien, Ezequiel fue efectivamente un profeta fiel y todo lo que vio lo mantuvo fielmente en secreto y todo lo que reveló lo reveló con permiso del Santo, Bendito Sea, y por razones pertinentes. Obsérvese que uno que está acostumbrado al sufrimiento, lo sobrelleva pacientemente, pero si uno no está acostumbrado y siempre vivió en comodidad, cuando cae sobre él el dolor, lo siente agudamente y merece que se lo compadezca. Así, cuando los hijos de Israel fueron al Egipto estaban acostumbrados a sufrir. Su padre, el justo Jacob, había sido toda su vida un hombre de pesares, y ellos pudieron, así, soportar pacientemente el exilio. Pero el exilio de Babilonia fue un tormento real por el cual hubo llanto en el cielo y sobre la tierra, como está escrito: “Ved, sus héroes clamaban, los ángeles de la paz lloraban amargamente”: 4 en verdad, todos se juntaron en la lamentación. Los que habían crecido en la abundancia real eran ahora arrojados al exilio con sus cuellos sojuzgados y sus manos engrilladas; y cuando llegaron al país del exilio, la desesperación se instaló en sus corazones y pensaron que nunca volverían a levantarse porque 1 Daniel XII, 3. 2 Génesis II, 10 3 Ezequiel I, 3. 4 Isaías XXXIII, 7. 3

SHEMOT<br />

Éxodo, I, 1 - VI, 1<br />

Y estés son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto: Cada hombre y<br />

su familia vinieron con Jacob. Está escrito: Entonces los que sean sabios brillarán como el<br />

esplendor (zohar) del firmamento, y los que hayan vuelto a Justicia a muchos, serán como las<br />

estrellas para siempre. 1<br />

Los “sabios” son los que penetran en la esencia real de la sabiduría; “brillarán”, es<br />

decir, iluminados con la irradiación de la Sabiduría superior; “como el esplendor”, es la llama<br />

de la Corriente que sale del Edén 2 , a lo cual se alude como “el firmamento”. Allí están<br />

suspendidas las estrellas, los planetas, el sol y la luna y todas las luces que irradian. El brillo<br />

de este firmamento alumbra sobre el Jardín del Edén y en medio del Jardín está el Árbol de la<br />

Vida, cuyas ramas se extienden sobre todas las formas y árboles y especias en vasijas<br />

adecuadas. Todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo se resguardan debajo de<br />

las ramas de este Árbol. El fruto del Árbol da vida a todos. Es sempiterno. El “otro lado” no<br />

tiene morada allí, sino que sólo la tiene el lado de la santidad. Benditos los que gustan de él;<br />

ellos vivirán por siempre jamás y son ellos a quienes se llama “los sabios” y ellos están<br />

dotados de vida en este mundo como en el mundo por venir.<br />

El Árbol se eleva a una altura de quinientas parasangas y su circunferencia es de seis<br />

miríadas de parasangas. Dentro de este Árbol hay una luz, Tiféret, de la cual irradian ciertos<br />

colores: Ellos vienen y van, no estando nunca en reposo, salvo en el Árbol. Salen de él para<br />

mostrarse en el brillo que no alumbra por sí mismo, Maljut, no descansan, sino que vuelan en<br />

torno. De este Árbol salen doce tribus, las doce oblicuidades de Tiféret, que han sido<br />

largamente caldeadas por él y bajan con esta luz que no alumbra por sí misma al exilio de<br />

Egipto, acompañadas por multitudes de huestes celestiales.<br />

R. Simeón comparó el exilio egipcio con el babilónico, basando sus observaciones<br />

sobre el texto: “La palabra del Señor vino viniendo a Ezequiel”. 3 Dijo: ¿Por qué la doble<br />

expresión “vino viniendo”? Más aún, si Ezequiel era efectivamente un profeta fiel, ¿por qué<br />

descubre la totalidad de su visión? ¿Es justo y cuadra a uno a quien el rey ha invitado a su<br />

palacio el revelar todos los secretos que ha visto allí? Y bien, Ezequiel fue efectivamente un<br />

profeta fiel y todo lo que vio lo mantuvo fielmente en secreto y todo lo que reveló lo reveló<br />

con permiso del Santo, Bendito Sea, y por razones pertinentes. Obsérvese que uno que está<br />

acostumbrado al sufrimiento, lo sobrelleva pacientemente, pero si uno no está acostumbrado y<br />

siempre vivió en comodidad, cuando cae sobre él el dolor, lo siente agudamente y merece que<br />

se lo compadezca. Así, cuando los hijos de Israel fueron al Egipto estaban acostumbrados a<br />

sufrir. Su padre, el justo Jacob, había sido toda su vida un hombre de pesares, y ellos<br />

pudieron, así, soportar pacientemente el exilio. Pero el exilio de Babilonia fue un tormento<br />

real por el cual hubo llanto en el cielo y sobre la tierra, como está escrito: “Ved, sus héroes<br />

clamaban, los ángeles de la paz lloraban amargamente”: 4 en verdad, todos se juntaron en la<br />

lamentación. Los que habían crecido en la abundancia real eran ahora arrojados al exilio con<br />

sus cuellos sojuzgados y sus manos engrilladas; y cuando llegaron al país del exilio, la<br />

desesperación se instaló en sus corazones y pensaron que nunca volverían a levantarse porque<br />

1 Daniel XII, 3.<br />

2 Génesis II, 10<br />

3 Ezequiel I, 3.<br />

4 Isaías XXXIII, 7.<br />

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