Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or

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permanece en el sepulcro hasta que el cuerpo se descompone y retorna al polvo, durante cuyo tiempo revolotea en este mundo procurando mezclarse con los vivientes e informarse de sus tribulaciones; y en la hora de necesidad intercede por ellos. Rúaj entra en el Jardín terrenal de Edén y allí se viste en la semejanza del cuerpo en que residía en este mundo; esta semejanza es una vestidura con la que el espíritu se cubre para poder gozar de las delicias del Jardín radiante. En los días de Shabat (Sábado), de Luna Nueva y de las festividades, asciende a regiones más elevadas, se empapa de sus gozos y, luego, retorna a su lugar. Acerca de ello está escrito: “Y el espíritu (rúaj) retorna a Dios que lo dio” 1141 , es decir, en las estaciones especiales y en las ocasiones especiales que hemos enumerado. Neschamá asciende de una vez a su lugar, a la región de donde emanó, y por su mérito se enciende La luz para alumbrar arriba. Ella nunca vuelve a descender a la tierra. En ella se consuma el Uno que combina todos los lados, los superiores y los inferiores. Y mientras no ha ascendido para unirse al Trono, el rúaj no puede coronarse en el Jardín de abajo, ni puede el néfesch hallarse cómodo en su sitio; pero cuando asciende todos los otros encuentran descanso. Y cuando los hombres se hallan en tristeza y tribulación y reparan las tumbas de los que partieron, el néfesch es despertado y anda y despierta al rúaj que, a su vez, despierta a los Patriarcas y, luego, a la neschamá. Entonces el Santo, Bendito Sea, se apiada del mundo. Esto ya se explicó, aunque se asentó la doctrina de la neschamá en forma algo diferente. Pero todo llega a lo mismo, y lo que dijimos es enteramente correcto. Y si la neschamá por alguna razón es impedida de ascender a su lugar legítimo, el rúaj, a su vez, cuando llega a la puerta del Jardín de Edén la encuentra obstruida y no puede entrar, revolotea sin ser advertido y como perdido; y, a su turno, el néfesch merodea por el mundo y ve cómo el cuerpo que fue una vez su hogar es devorado por gusanos y sufre el juicio de la tumba, y padece de ello, como nos dice la Escritura: “Pero la carne sobre él padecerá dolor, y su alma dentro de él se afligirá” 1142 . De este modo todos sufren castigo, y así permanecen hasta que la neschamá puede llegar a su esfera legítima arriba. Pero, una vez cumplido esto, los otros dos se unen cada cual con su esfera; pues todos tres son uno, formando un todo, unido en un lazo místico, de acuerdo al prototipo de arriba, en el cual néfesch, rúaj y neschamá constituyen juntos una totalidad. El Néfesch (superior) no posee en sí luz y no puede engendrarla de su propio ser; por esta razón está en conexión estrecha y profundamente trabado con cierto cuerpo —Metatrón— al que mima y sostiene. Acerca de este Néfesch está escrito: “Ella da alimento a su hogar y una porción asignada de trabajo a sus servidoras” 1143 , el “hogar” designa al Cuerpo, al que ella alimenta y las “servidoras”, a los miembros de ese Cuerpo. El Rúaj (superior) cabalga sobre d Néfesch, lo domina y lo alumbra con gloria superior, tanto como puede sostener. Este Néfesch es el trono o pedestal del Rúaj. La Neschamá (superior) produce al Rúaj, gobierna sobre él y arroja sobre él la luz de la vida. El Rúaj depende enteramente de la Neschamá y es alumbrado por su luz y nutrido por su alimento celestial, y el Néfesch depende de manera similar del Rúaj. Pero, mientras esa Neschamá superior no asciende a la fuente del “Anciano de los Ancianos”, la más oculta de todas las regiones ocultas, para llenarse allí con la presencia de Aquel cuya gloria es eterna como las aguas de una incesante y refrescante fuente, el Rúaj debe ser privado de entrar en el que es su propio Paraíso especial, es decir, en el Néfesch. Y en todos los casos la morada del Rúaj es el Jardín de Edén, mientras la Neschamá asciende al manantial y el Néfesch toma su residencia en el cuerpo. De manera similar en el hombre abajo los tres son uno aunque separados. La neschamá asciende hacia el manantial; el rúaj entra en el Jardín de Edén, y el néfesch encuentra reposo en la tumba. Cabe preguntar: ¿en nuestra analogía qué corresponde arriba a 1141 Eclesiastés XII, 7. 1142 Job XIV, 22. 1143 Proverbios XXXI, 15. 224

la tumba? La respuesta es que en este caso “la tumba” es la potente Klipá. El alma del hombre corresponde en este respecto, y aquí, como en cualquier otra parte, lo inferior es según la pauta de lo superior. Hay, pues, tres grados del alma diferentes entre sí, aunque forman un lazo y un misterio. Mientras los huesos de su habitación humana permanecen intactos en la tumba, el néfesch también permanece allí, aunque de mala gana. Aquí hay un misterio que sólo es confiado a quienes perciben y conocen el camino de la verdad y temen el pecado. En la hora cuando la neschamá se corona arriba con la corona santa y el rúaj se halla dentro del resplandor de la luz superior en la que es admitido en los Shabats (Sábados), en los días de Luna Nueva y en las festividades, y cuando el mismo rúaj desciende muy satisfecho de estos festejos y para en el Jardín de Edén resplandeciente y radiante, en esa hora el néfesch también se levanta dentro de la tumba y asume figura en la semejanza de la forma que poseía previamente en el cuerpo viviente, y en virtud de esta imagen todos los huesos se levantan y cantan alabanzas al Santo, Bendito Sea, como está escrito: “Todos mis huesos dirán (tomamah) Oh Señor, ¿quién es como Tú?” 1144 . Y si el ojo tuviera poder y permiso para percibir tales cosas, vería en las noches de Shabats, Lunas Nuevas y en las festividades una especie de figuras cantando y alabando encima de sus tumbas al Santo. Pero la tontería de los hombres les impide tener cualquier conocimiento de tales asuntos, porque no conocen ni perciben lo que es el fundamento de sus vidas en el mundo y no tienen entendimiento para conocer la gloria del Rey Superior en este mundo que ellos pueden ver, ya sin hablar del mundo por venir, mundo que no ven. Así, no tienen percepción de la base de ninguno o del sentido intrínseco de estas cosas. En el Día de Año Nuevo, cuando el mundo es juzgado y el Trono del Juicio se halla cerca del Rey Superior, cada alma (néfesch) ronda e intercede por los vivientes. En la noche siguiente al pronunciamiento del fallo merodean tratando de descubrir cuáles decisiones se han adoptado respecto del destino de los hombres en el año venidero. A veces comunican lo que saben a los vivientes en la forma de una visión o sueño, como está escrito: “En un sueño, en una visión de la noche, cuando se posa sobre los hombres descanso profundo... abre los oídos de los hombres y sella sus instrucciones” 1145 . Es decir, el alma pone su sello a las palabras que comunica a los hijos de hombre para que puedan recibir instrucción o reprobación. En la última noche de la Festividad de Tabernáculos, cuando han salido los edictos finales del Rey y es retirada la sombra de las personas que están por morir, un cierto dignatario celestial llamado Yehudiam desciende con miríadas de seguidores y lleva esa sombra hacia arriba. Y el alma que hemos mencionado merodea y ve la sombra y vuelve a su lugar e informa del muerto a los demás: “Tal y tal viene para estar con nosotros”, refiriéndose al alma cuya sombra ha sido últimamente retirada por los esbirros angélicos. Si el fallecido era justo y ha llevado una vida buena en este mundo, se regocijan todos los muertos; pero, si no, todos ellos dicen: “¡Desgracia, desgracia! ¡Desdicha, desdicha!” Cuando los ángeles traen arriba la sombra, la entregan al servidor cuyo nombre es Metatrón, y él la toma y la lleva a su lugar debido y legítimo, como está escrito: “Como un servidor desea seriamente la sombra” 1146 . A partir de esa hora, se prepara un lugar para la neschamá de esa hombre y un lugar para su rúaj en el Jardín de Edén y un lugar para su néfesch para descansar en él durante sus errabundajes. Pues hay cierto néfesch que no tiene reposo, acerca del cual está escrito que “será lanzado, como de en medio de una onda 1147 , el cual néfesch vaga por el mundo, no teniendo descanso ni de día ni de noche, lo que es el mayor y más horrible castiga posible. Y hay también un néfesch que es “segado” junto con el 1144 Salmos XXXV, 10. 1145 Job XXXIII, 16. 1146 Job VII, 2. 1147 I Samuel XXV, 29. 225

permanece en el sepulcro hasta que el cuerpo se descompone y retorna al polvo, durante cuyo<br />

tiempo revolotea en este mundo procurando mezclarse con los vivientes e informarse de sus<br />

tribulaciones; y en la hora de necesidad intercede por ellos. Rúaj entra en el Jardín terrenal de<br />

Edén y allí se viste en la semejanza del cuerpo en que residía en este mundo; esta semejanza<br />

es una vestidura con la que el espíritu se cubre para poder gozar de las delicias del Jardín<br />

radiante. En los días de Shabat (Sábado), de Luna Nueva y de las festividades, asciende a<br />

regiones más elevadas, se empapa de sus gozos y, luego, retorna a su lugar. Acerca de ello<br />

está escrito: “Y el espíritu (rúaj) retorna a Dios que lo dio” 1141 , es decir, en las estaciones<br />

especiales y en las ocasiones especiales que hemos enumerado. Neschamá asciende de una<br />

vez a su lugar, a la región de donde emanó, y por su mérito se enciende La luz para alumbrar<br />

arriba. Ella nunca vuelve a descender a la tierra. En ella se consuma el Uno que combina<br />

todos los lados, los superiores y los inferiores. Y mientras no ha ascendido para unirse al<br />

Trono, el rúaj no puede coronarse en el Jardín de abajo, ni puede el néfesch hallarse cómodo<br />

en su sitio; pero cuando asciende todos los otros encuentran descanso. Y cuando los hombres<br />

se hallan en tristeza y tribulación y reparan las tumbas de los que partieron, el néfesch es<br />

despertado y anda y despierta al rúaj que, a su vez, despierta a los Patriarcas y, luego, a la<br />

neschamá. Entonces el Santo, Bendito Sea, se apiada del mundo. Esto ya se explicó, aunque<br />

se asentó la doctrina de la neschamá en forma algo diferente. Pero todo llega a lo mismo, y lo<br />

que dijimos es enteramente correcto. Y si la neschamá por alguna razón es impedida de<br />

ascender a su lugar legítimo, el rúaj, a su vez, cuando llega a la puerta del Jardín de Edén la<br />

encuentra obstruida y no puede entrar, revolotea sin ser advertido y como perdido; y, a su<br />

turno, el néfesch merodea por el mundo y ve cómo el cuerpo que fue una vez su hogar es<br />

devorado por gusanos y sufre el juicio de la tumba, y padece de ello, como nos dice la<br />

Escritura: “Pero la carne sobre él padecerá dolor, y su alma dentro de él se afligirá” 1142 . De<br />

este modo todos sufren castigo, y así permanecen hasta que la neschamá puede llegar a su<br />

esfera legítima arriba.<br />

Pero, una vez cumplido esto, los otros dos se unen cada cual con su esfera; pues todos<br />

tres son uno, formando un todo, unido en un lazo místico, de acuerdo al prototipo de arriba, en<br />

el cual néfesch, rúaj y neschamá constituyen juntos una totalidad.<br />

El Néfesch (superior) no posee en sí luz y no puede engendrarla de su propio ser; por<br />

esta razón está en conexión estrecha y profundamente trabado con cierto cuerpo —Metatrón—<br />

al que mima y sostiene. Acerca de este Néfesch está escrito: “Ella da alimento a su hogar y<br />

una porción asignada de trabajo a sus servidoras” 1143 , el “hogar” designa al Cuerpo, al que<br />

ella alimenta y las “servidoras”, a los miembros de ese Cuerpo. El Rúaj (superior) cabalga<br />

sobre d Néfesch, lo domina y lo alumbra con gloria superior, tanto como puede sostener. Este<br />

Néfesch es el trono o pedestal del Rúaj. La Neschamá (superior) produce al Rúaj, gobierna<br />

sobre él y arroja sobre él la luz de la vida. El Rúaj depende enteramente de la Neschamá y es<br />

alumbrado por su luz y nutrido por su alimento celestial, y el Néfesch depende de manera<br />

similar del Rúaj. Pero, mientras esa Neschamá superior no asciende a la fuente del “Anciano<br />

de los Ancianos”, la más oculta de todas las regiones ocultas, para llenarse allí con la<br />

presencia de Aquel cuya gloria es eterna como las aguas de una incesante y refrescante fuente,<br />

el Rúaj debe ser privado de entrar en el que es su propio Paraíso especial, es decir, en el<br />

Néfesch. Y en todos los casos la morada del Rúaj es el Jardín de Edén, mientras la Neschamá<br />

asciende al manantial y el Néfesch toma su residencia en el cuerpo.<br />

De manera similar en el hombre abajo los tres son uno aunque separados. La<br />

neschamá asciende hacia el manantial; el rúaj entra en el Jardín de Edén, y el néfesch<br />

encuentra reposo en la tumba. Cabe preguntar: ¿en nuestra analogía qué corresponde arriba a<br />

1141 Eclesiastés XII, 7.<br />

1142 Job XIV, 22.<br />

1143 Proverbios XXXI, 15.<br />

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