Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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maneras lo sepultarás ese día... para que el país no sea contaminado” 1138 , porque de noche se<br />
le autoriza al espíritu impuro a regir. Sin embargo, aunque a estos últimos se les da poder<br />
temporario, ellos no pueden ejercer su dominio dentro de los límites de Tierra Santa, porque<br />
les es imponible entrar en él a menos que puedan venir sobre un órgano o medio de<br />
acercamiento en los miembros y la grasa de los sacrificios que se consumen de noche con el<br />
propósito de nutrir otras especies extrañas.<br />
Pero aun estas porciones no eran dejadas con e1 propósito de atraer malas potencias a<br />
Tierra Santa, sino, más bien, al contrario, para apartarlas de allí, porque, como ya se dijo en<br />
otra ocasión, el humo de esas partes de los sacrificios acostumbraba ascender torcidamente y<br />
arrastrado a la deriva hasta que llegaba a la caverna oculta en el Norte, en la que todos los<br />
poderes del “otro lado” tienen su morada; cueva en la que el humo entrará y nutrirá a todos<br />
los demonios y espíritus impuros. Pero el humo de esos sacrificios que fueron quemados<br />
durante el día ascendía en línea recta a su lugar legítimo y todos los espíritus apropiados<br />
recibían alimento de él. El espíritu impuro no tiene del todo poder sobre los cuerpos de los<br />
justos a los cuales no sedujeron en este mundo las lujurias de la cáscara dura, porque no se<br />
asociaron con ellas. Pero exactamente como a los malvados en este mundo los sedujeron esa<br />
poderosa cáscara del mal y sus placeres y prácticas, así son impuros sus cuerpos cuando el<br />
alma los ha abandonado. Los cuerpos de los justos que en esta vida se deleitan en regocijos<br />
religiosos y en las comidas de los sábados y las festividades no se hallan por eso mismo,<br />
como lo dijimos, en poder del espíritu impuro, porque no tienen gozo ni parte en nada que le<br />
pertenezca. ¡Bendito es aquel que en ningún momento de su adjudicado lapso mortal no<br />
extrae placer de allí. El cuerpo de aquel cuya alma lo abandonó fuera de los recintos de Tierra<br />
Santa, está contaminado por el espíritu impuro, que permanece en él hasta que retorna al<br />
polvo. Y si un cuerpo así es traído a Tierra Santa para su sepultura, se le aplica el texto “Y<br />
entrasteis en mi país y lo contaminasteis e hicisteis de mi heredad una abominación” 1139 , esto<br />
es: “¡A Mi país sobre el cual la impureza no tiene poder o dominio, habéis traído este vuestro<br />
cuerpo en el cual ese espíritu impuro se ha atrincherado, para ser sepultado en el suelo<br />
consagrado! ¡Contamináis Mi País!” Pero, el Santo, Bendito Sea, provee al país con un medio<br />
para limpiarse de esta contaminación: cuando un cuerpo así se descompone, el Santo produce<br />
un viento que sopla desde arriba y expulsa hacia afuera al espíritu impuro, pues El tiene<br />
compasión de Su país. El cuerpo de José nunca estuvo bajo el poder del espíritu impuro,<br />
aunque su alma lo abandonó cuando todavía estaba fuera de Tierra Santa. ¿Por qué no tiene el<br />
“otro lado” dominio sobre él? Porque mientras vivió, nunca lo sedujo el “otro lado”. Sin<br />
embargo, no deseó que su cuerpo fuese llevado a Tierra Santa para su sepultura, sino que sólo<br />
pidió que sus huesos fueran llevados y sepultados allí. Jacob, a su vez, no murió del todo: su<br />
cuerpo permaneció intacto y su espíritu no temió a las potencias impuras, porque su lecho fue<br />
llevado con la perfección de la luz celestial, en el lustre de las doce tribus y de las setenta<br />
almas que con él llegaron a Egipto. Por eso no temió al “otro lado”, y éste no tuvo poder sobre<br />
él. Además, su cuerpo era semejante a la Forma Superior, porque su belleza unía todos los<br />
lados, y en él estaban unidos todos los miembros del primer hombre, de Adán, Por eso Jacob<br />
dijo: “Quiero reposar con mis antepasados, y tú me sacarás de Egipto” 1140 , es decir, el cuerpo<br />
entero. Por eso también “los médicos embalsamaron a Israel”, a fin de que su cuerpo pudiese<br />
permanecer intacto, como correspondía. En cuanto a los otros hombres que fallecen en Tierra<br />
Santa, sus almas y sus cuerpos no llegan a ser dañados.<br />
El alma del hombre tiene tres nombres: néfesch, rúaj, neschamá. Todos están<br />
comprendidos uno dentro de otro y, sin embargo, tienen tres moradas distintas. Néfesch<br />
1138 Deuteronomio XXI, 23.<br />
1139 Jeremías II, 7.<br />
1140 Génesis XLVII, 30.<br />
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