Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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irrumpió así a través de muchas barreras y ejércitos coercitivos y bajó a la tierra para reinar<br />
sobre ella. Todo lo cual explica el empleo de la ominiosa expresión “y aconteció”, en relación<br />
con el acabamiento del Tabernáculo, indicando el dolor que muchos ejércitos celestiales<br />
sufrieron el día en que la Novia de Moisés (la Shejiná) bajó a la tierra. Por eso está dicho:<br />
“Que ellos Me tomen una ofrenda”. Observad que no dice “Yo y una ofrenda elevada”, sino<br />
“Yo come una ofrenda elevada”, para mostrar que todo es Uno, no hay separación, y el<br />
Tabernáculo en su completitud se asemejaba al de arriba: el uno se corresponde con el otro en<br />
cada detalle, para que la Shejiná pueda alojarse en él en todos sus aspectos. Aquí en este<br />
mundo el Tabernáculo fue modelado a la imagen del cuerpo, que contiene al espíritu, y la<br />
Shejiná, que combina lo superior con lo inferior, y que es el Espíritu Santo, que ha entrado en<br />
esta especie de cuerpo, de modo que el cerebro morara en una vaina, todo de acuerdo a<br />
propósito. Así el Espíritu Santo se vuelve un cuerpo para contener otro espíritu, sutil y<br />
luminoso, y de esta manera todo se contiene uno en otro, hasta que entra en este mundo, que<br />
es la última envoltura externa (klipá). La cáscara más dura es la que está dentro de la<br />
envoltura de este mundo, exactamente como en una nuez la cubierta exterior no es la más<br />
dura, sino que lo es la cáscara interna. Así también arriba, la dura, resistente envoltura es el<br />
otro espíritu que rige en el cuerpo; en su interior hay una vaina más suave, dentro de la cual se<br />
halla el cerebro.<br />
De manera distinta ocurrían las cosas en Tierra Santa, en relación con el Templo. La<br />
cáscara dura fue quebrada en ese lugar, y no rigió del todo; fue quebrada allí y estaba<br />
bostezando. Y la abertura así hecha existió allí mientras los hijos de Israel rindieron culto en<br />
la manera debida. Pero sus pecados hicieron que los dos lados de la abertura se juntaran, hasta<br />
que la abertura volvió a ser un todo. Tan pronto como la vaina se cerró sobre el cerebro ella<br />
gobernó sobre los hijos de Israel y los arrojó de ese lugar. Pero a pesar de esto, la cáscara dura<br />
no puede regir en ese lugar santo, porque no tiene derecho allí. Si es así, cabe preguntar: ¿por<br />
que está aún en ruinas el Templo, ya que toda destrucción viene solamente de la influencia de<br />
esa cáscara dura? La respuesta es que la destrucción la causó efectivamente ese “lado” cuando<br />
se cerró sobre el cerebro, pero el Santo le impidió regir en ese lugar. Y cuando Israel fue<br />
arrojado de allí, la cáscara se quebró como antes. Pero, porque el pueblo santo ya no estaba<br />
allí la abertura fue tapada con una cubierta santa, una especie de delgada cortina, para protege<br />
ese lugar y evitar que la cáscara dura volviera a cerrarla. Esta cubierta se tiende sobre ella por<br />
todos los lados. Al ungimiento santo no le es posible descender sobre el País como antes,<br />
pues, esa delgada cubierta se lo impide, no estando allí el Pueblo Santo. Por eso no fue<br />
reconstruido el Templo en ruinas. De otra parte, también a la cáscara dura le es imposible<br />
regir allí, porque la cubierta delgada le impide cerrarse enteramente sobre el cerebro. Por esta<br />
razón, todas las almas de miembros de otras naciones que viven en Tierra Santa, cuando<br />
abandonan este mundo, no son aceptadas allí, sino que son echadas afuera y están forzadas a<br />
merodear y a pasar por muchos extravíos hasta que abandonan Tierra Santa y, en cambio,<br />
llegan a las regiones impuras a que pertenecen. Pero todas las almas israelitas que abandonan<br />
este mundo desde Tierra Santa ascienden desde allí, y esa cubierta las recibe en sí y por ella<br />
entran en la Santidad Superior, porque lo igual tiende siempre a lo igual. Y las almas de<br />
aquellos israelitas que han partido de este mundo mientras aún estaban fuera de los confines<br />
del País Santo y cuando estaba en vigencia el poder y dominio de esa cáscara dura, vagan de<br />
un lado a otro y merodean hasta que alcanzan sus lugares asignados. Feliz la suerte del<br />
hombre cuya alma deja este mundo en el dominio de la santidad, en la cavidad provista por<br />
Tierra Santa.<br />
Aquel cuya alma lo abandona en Tierra Santa, si su cuerpo es sepultado en el día de su<br />
muerte, en nada lo domina el espíritu de impureza. Por eso se dice de uno que fue muerto por<br />
ahorcamiento, que “su cuerpo no permanezca toda la noche sobre el árbol, sino que de todas<br />
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