Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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fuertes, cada uno de los cuales podía matar a un león antes del desayuno. Si tú pudiste<br />
prevalecer contra esos gigantes, seguramente podrás ahora conquistar a estos trece, que son<br />
debiluchos, sólo palabras. Entonces, adelante, y sé audaz. La expresión “amor yomar” (si el<br />
servidor dijere) ha sido interpretada por ciertos sabios según su sentido literal, es decir, que<br />
indica dos dichos, uno al comienzo y uno al final de los seis años, antes de que entrara el séptimo<br />
año. Pues si lo dijera aunque fuese un día después del comienzo del séptimo año sus<br />
palabras no tendrían validez, pues dice “el servidor”, es decir, mientras es aún un servidor, es<br />
decir, en el sexto año. Y si habló sus palabras al comienzo de los seis años, y no al final, sus<br />
palabras no tienen validez. Nuestra interpretación es que si mientras aún está con su mujer,<br />
reza diariamente al Rey Santo, entonces él comienza y termina con ruego; y si comienza con<br />
plegaria será recibido con misericordia. ¿Qué dice? “Yo quiero a mi Amo...”. Entonces el<br />
Santo, Bendito Sea, lo recibe a causa de su arrepentimiento y sus plegarias. Entonces, ¿que<br />
hace El para uno así? En vez de mandarlo de vuelta a este mundo para soportar castigo por los<br />
pecados de su vida anterior, el Santo, en cambio, lo entrega a las manos del tribunal Celestial,<br />
que lo juzga y lo entrega a la casa de castigo. Y el Santo registra cómo fue entregado al Tribunal<br />
y pone sobre él un estigma al colocarlo bajo la dominación de La <strong>Or</strong>lah —espíritus<br />
impuros— por cierto período de tiempo, después de lo cual su amo lo redime. Pero si el<br />
Jubileo apareciera durante el período de su estigmatización, sería instantáneamente puesto en<br />
libertad, y esto aun si hubiera estado en cautiverio solamente un día cuando apareció el<br />
Jubileo, y se le permite entrar dentro de la cortina.<br />
Entonces el viejo cerró sus ojos por un momento... Continuó: Salomón dijo: “Así yo<br />
regresé y consideré todas las opresiones (los “oprimidos”) que se efectúan bajo el sol y miré<br />
las lágrimas de los que eran oprimidos y no tenían quién los conforte” 973 . Este versículo ya se<br />
interpretó. Pero aun tenemos que explicar las palabras “así regresé y vi”. ¿De dónde regresó?<br />
Y bien, tenemos una tradición de que Salomón acostumbraba levantarse cada día al amanecer<br />
y dirigir su rostro hacia el Este, donde veía ciertas cosas, y luego hacia el sur, donde también<br />
veía ciertas cosas, y, finalmente, al lado del norte. Permanecería así con su cabeza levantada y<br />
sus ojos semi-cerrados hasta que llegaran a él dos columnas, una de fuego y una de nube, y<br />
esta última llevando encima un águila, potente en estatura y fuerza, con su ala derecha<br />
descansando sobre el fuego, y su cuerpo y su ala izquierda, sobe la nube. El águila llevaba en<br />
su boca dos hojas. La columna de nube con las dos hojas y la columna de fuego y el águila<br />
sobre ellas vendrían y se inclinarían ante Salomón. Entonces el águila inclinaría un poco su<br />
cabeza y daría las hojas a Salomón. Y Salomón las tomaría y olería, y por su olor podría<br />
discernir de dónde venían, y reconocer una hoja como perteneciente a aquel “que tiene sus<br />
ojos cerrados”, y la otra a aquel “que tiene sus ojos abiertos” 974 . Pero había un número de<br />
cosas que el Rey Salomón deseaba que estos dos seres le hicieran conocer. ¿Qué hizo? Selló<br />
su trono con una argolla en la que estaba grabado ti Nombre Santo, acercó de un lugar oculto<br />
otra argolla en la que también estaba grabado el Nombre Santo, subió a la techumbre de su<br />
palacio, se sentó sobre el lomo del águila y partió, ayudado por el fuego y la nube. El águila<br />
ascendió a los cielos y por todas partes donde pasaba, la tierra abajo se oscurecía. La clase<br />
más sabia en esa parte de la tierra de donde fue tan repentinamente apartada la luz, conocería<br />
la causa y diría: “Seguramente el Rey Salomón está pasando”, pero no sabían adonde iba. La<br />
clase vulgar en cambio diría “allí arriba las nubes se mueven y por eso ha oscurecido tan<br />
repentinamente”. El águila ascendería hasta la altura de cuatrocientas parasangas hasta llegar,<br />
a la larga, a la montaña oscura, donde está Talmud en el desierto, y allí por fin descendería.<br />
Salomón entonces levantaría su cabeza y vería la montaña oscura y aprendería de ella todo lo<br />
que podría enseñarle y percibiría también todo lo que era necesario para penetrar más.<br />
Después de lo cual subiría una vez más al lomo del águila y volaría como antes, hasta que<br />
973 Eclesiastés IV, 1.<br />
974 Números XXV, 4.<br />
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