Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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espuesta, y es ésta. Según la tradición, Uriah, como era costumbre entre los guerreros de<br />
Israel, dio a su mujer una orden de divorcio antes de salir a la batalla, y así David no pecó<br />
contra Uriah en el sentido de despojarlo de su mujer. Y por eso leemos: “Y consoló David a<br />
Batsheva, su mujer” 943 , lo que es una prueba de que ella era considerada como la mujer legal<br />
de David, destinada para él desde el comienzo del tiempo, desde el día en que el mundo fue<br />
creado. Así fue su pecado una ofensa contra el Santo solamente. ¿Y en qué consistió la<br />
ofensa? No en que ordenó a Joab poner a Uriah en el frente de la batalla de modo que pudiese<br />
ser muerto —porque David tenía un derecho a hacerlo, pues Uriah llamó a Joab “mi señor<br />
Joab” en presencia del Rey, lo que era una expresión de lesa majestad— sino porque no lo<br />
mató entonces, dejando que lo matara la espada de los hijos de Ammon 944 . Pues en cada<br />
espada ammonita había grabada una serpiente torcida, la imagen de un dragón, que era el dios<br />
de ellos. Dijo el Santo a David: “Has impartido fuerza a esta abominación”; porque cuando<br />
los hijos de Ammón mataron a Uriah y a muchos otros israelitas, y la espada de Ammón<br />
prevaleció, fue como si el dios pagano hubiese prevalecido contra el Dios de Israel. Y el título<br />
“Hitita” no muestra que Uriah no fue virtuoso: solamente se lo llamó así según el lugar de<br />
donde había venido, como Jefté fue llamado “el Guileadita” 945 , porque era de Guilead. Así el<br />
poder de la abominación prevaleció contra el campamento de Dios, y, siendo las ejércitos de<br />
David en la imagen de los ejércitos superiores, cuando él trajo una mancha sobre los ejércitos<br />
de abajo hizo que tuvieran un estigma también los ejércitos de arriba. Este fue su pecado, y<br />
por eso dijo: “Contra Tí solamente he pecado, y hecho mal a tus ojos”; “a tus ojos”<br />
literalmente, que es como decir que David era consciente de que había pecado contra los<br />
omnipresentes y omnipenetrantes ojos de Dios. “Para que tú puedas ser justificado en tus<br />
palabras, y ser claro en tus juicios” 946 , y así no tenga yo ninguna causa para decir que tú estás<br />
equivocado y que yo estoy en lo justo. El sentido de estas palabras es el siguiente. Sabemos<br />
que cada hombre emplea naturalmente el lenguaje de su ocupación. Sabemos que David había<br />
sido bufón de rey, y, así, aun en triste desdicha y tribulación, cuando se encontraba ante el<br />
Rey, volvía directamente a sus mofas y bromas para entretenerlo. Dijo: “Señor del mundo, he<br />
dicho, pruébame, oh Señor, y sométeme a prueba” 947 , y Tú declaraste que yo no sería capaz<br />
de resistir la tentación. Por eso ahora ha pecado a fin de que puedas estar justificado en Tus<br />
palabras, porque de no haber hecho yo así, mi afirmación se habría mostrado como verdadera<br />
y Tu aserción, refutada. También se nos enseñó que David no fue descarriado por sus<br />
pasiones cuando cometió ese pecado con Batsheva; porque él dijo de sí: “mi corazón está<br />
herido dentro de mi” 948 , y con esto quiso decir: “En mi corazón hay dos cámaras. Una<br />
contiene sangre y la otra espíritu; la que está llena con sangre es la sede de la mala inclinación,<br />
pero mi corazón está vacío de esa inclinación, porque yo no le permito alojarse<br />
allí”. ¿Por qué, entonces, cometió David ese pecado? Para dar a los pecadores una escapatoria<br />
que les permitiera decir: “El Rey David pecó, pero cuando se arrepintió, el Santo lo perdonó;<br />
y si él fue perdonado, hay una esperanza todavía mayor de que gente común como nosotros<br />
reciba perdón”. Esto es lo que significó David, al decir: “Yo enseñaré a los transgresores Tus<br />
caminos, y los pecadores retornarán a Ti” 949 . También está escrito de David que él “subió la<br />
cuesta del monte de los Olivos, y subía llorando, cubierta la cabeza y andando descalzo” 950 .<br />
Lo hizo para mostrar que se consideraba excomulgado, para recibir su castigo, y el pueblo se<br />
apartó de él una distancia de cuatro codos. Bienaventurado es el servidor que así adora a su<br />
943 II Samuel XII, 24.<br />
944 II Samuel XII, 24.<br />
945 Jueces XI, 1.<br />
946 Jueces XI, 1.<br />
947 Salmos XXVI, 2.<br />
948 Salmos CIX, 22.<br />
949 Salmos II, 14.<br />
950 II Samuel XV, 30.<br />
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