Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
acontecerá que quien es dejado en Sion y quien permanece en Jerusalem será llamado santo”<br />
74 .<br />
Estos son los misterios velados.<br />
Se levantó un nuevo rey. R. Yose dijo: El Santo crea cada día ángeles nuevos para que<br />
sean Sus emisarios al mundo, como está escrito, “El hace los vientos (espíritus) sus<br />
mensajeros” 75 . No dice “El hizo”, sino “El hace”, porque los hace diariamente. En ese tiempo<br />
El designó a uno para representar a Egipto: “Un nuevo rey”, es decir un nuevo representante<br />
de las alturas; “que no conocía a José”, porque el ángel de Egipto emanó de la esfera de la<br />
Separación: pues de las cuatro “cabezas” en que el río que salió del Edén se dividió 76 , la<br />
primera fue la corriente de Egipto (El Nilo arriba, correspondiente al Nilo abajo); y por eso<br />
“no conoció a José”, el cual representa la esfera que es la morada de la Unidad, y que se llama<br />
“Justo”.<br />
R. Eleazar y R. Yose proseguían una vez su camino en el amanecer. De pronto vieron<br />
dos estrellas que atravesaron el cielo de cada lado. R. Eleazar dijo: Ahora llegó el tiempo<br />
cuando las estrellas de la mañana alaban a su Amo: al lanzarse en pavor a través de los cielos,<br />
se preparan para glorificar Su Nombre con canto, como está escrito: “Cuando las estrellas de<br />
la mañana cantan juntas” 77 . En verdad ellas cantan al unísono perfecto, y en armonía los hijos<br />
de Dios se exaltan de júbilo. Entonces discurrió sobre el versículo: Al músico. A la tonada de<br />
la cierva de la mañana. Un cántico de David 78 . Dijo: Cuando el rostro del oriente alumbra y<br />
se dispersa la oscuridad de la noche, aparece un ángel en el oriente, y del sur extrae, un hilo<br />
de luz, y entonces viene el sol, abriendo las ventanas del cielo, e ilumina el mundo. Entonces<br />
la “cierva de la mañana” viene. En la oscuridad entra una luz roja y se hace el día. Y la luz del<br />
día hace que se recoja esa “cierva”. Y bien es con respecto a esa “cierva” cuando ella se<br />
separa del día, después de haber estado con él, que David cantó. Y el versículo siguiente,<br />
“Dios mío (Eli), Dios mío, ¿por qué me abandonaste?, sugiere el clamor por la “cierva (ayala)<br />
de la mañana”, cuando ella se separa del día.<br />
Mientras estaban así caminando, el día alumbró y llegó el tiempo de la plegaria. R.<br />
Eleazar dijo: <strong>Or</strong>emos y luego continuemos nuestro viaje. Se sentaron y rezaron, y luego<br />
reanudaren su marcha. En el camino, R. Eleazar comenzó a exponer el versículo siguiente:<br />
Hay una vanidad (hevel, literalmente, aliento) que acontece sobre la tierra: que hay justos, a<br />
quienes les sucede conforme a la obra de los inicuos. Dije que esto también es vanidad” 79 .<br />
Dijo: Este versículo se explicó esotéricamente de la siguiente manera. En este libro<br />
(Eclesiastés) el Rey Salomón se ocupó de siete “Vanidades” (havalim, literalmente, alientos),<br />
sobre las cuales descansa el mundo, es decir, los siete pilares, las Sefirot, que sostienen el<br />
mundo en correspondencia con los siete firmamentos que se llaman, respectivamente Vilon,<br />
Rakia, Shejakim, Zebul, Maon, Majon, Arabot. Fue acerca de ellas que el rey Salomón dijo:<br />
“Vanidad de vanidades, dijo Kohelet, todo es vanidad” 80 . Así como hay siete firmamentos,<br />
con otros que se dirigen a ellos y salen de ellos, así hay siete havalim y otras que emanan de<br />
éstas, y a ellas se refirió en su sabiduría el rey Salomón para conducir a la siguiente lección<br />
esotérica. Hay un cierto “aliento”) (Maljut) que emana de esos “alientos” superiores sobre los<br />
74 Isaías III, 4.<br />
75 Salmos CIV, 4.<br />
76 Génesis II, 10.<br />
77 Job XXXVIII, 7.<br />
78 Salmos XXII 1.<br />
79 Eclesiastés VIII, 14.<br />
80 Eclesiastés I, 1.<br />
17