Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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aquí se llaman “altas cámaras”. Estas y las raíces y las corrientes arraigan todas en las aguas de ese río misterioso. “Las nubes por Su carroza” en el versículo siguiente se refiere a Mijael y Gabriel, “que anda sobre las alas del viento”, a Rafael, que viene a traer curación al mundo. Desde ese punto, El “hace los vientos Sus mensajeros, los flamígeros rayos Sus ministros”. ¡Oh viejo, viejo! ¡Cómo conoces todas estas cosas! No temas, sino habla resueltamente, y que las palabras de tu boca desparramen luz. Los dos amigos se regocijaron y escucharon en éxtasis y deleite Las palabras santas. El viejo dijo: ¡Oh viejo, oh viejo, en qué tare?. te introdujiste! ¡Te has sumergido en el gran mar y ahora forzosamente debes nadar hasta que alcances la orilla más lejana! ¡Entonces prosigue! “Y si toma para él otra...” Cuántos viejos misterios, nunca revelados antes, acerca de la transmigración, se indican aquí. Todos los asuntos de los cuales estoy por hablar son verdad perfecta y no se apartan en lo más mínimo de la senda de la verdad. Y bien. en primer lugar debo señalar que las almas de prosélitos vuelan desde el Paraíso en una manera muy recóndita. Cuando las almas que los prosélitos han obtenido del Paraíso desaparecen de este mundo, ¿adonde retornan? Según la ley tradicional, quien primero toma las posesiones de un prosélito cuando éste muere, se convierte en su dueño legítimo. De la misma manera, todas las santas almas; superiores que el Santo ha asignado a los que están abajo salen en ciertos tiempos y estaciones de sus dueños corporales y ascienden h su primer hogar para gozar las delicias del Paraíso. Allí encuentran las almas de los prosélitos y cualquiera de ellas se toma de uno y pretende que es la suya. Entonces cada alma se viste con e! alma de prosélito que ha reclamado y permanece así en el Paraíso, porque allí todas las almas deben estar vestidas. No por eso pierden algunas de las bendiciones que han gozado antes, pues está dicho “si toma para sí otra, su alimento, etc.”. Aun, cuando ascienden al Paraíso más alto apartan estas vestiduras y sólo se visten en su propio resplandor, porque allí no se usa vestimenta. Entonces el hombre viejo lloró de nuevo, como había hecho antes, y se dijo: Viejo, viejo, realmente tienes razón de llorar y derramar lágrimas por cada palabra; pero el Santo y Su Santa Shejiná sabrán bien que lo que digo dicho está con toda sinceridad y devoción. Pues son la fuente real de cada palabra que yo pronuncio, y son coronados por ella. Todas las almas santas que bajan a este mundo para toma; cada una su lugar apropiado en un cuerpo humano se adornan con Las almas de prosélitos de que se han apropiado, como lo explicamos; y entran en los cuerpos de la santa simiente de Israel llevando esta vestidura para servirse de ella en este mundo. Cuando esta vestidura atrae a sí las buenas cosas de este mundo, estas almas santas se regalan con el aroma que reúnen de las vestiduras. Y no hay obra del Santo tan recóndita, pero él la ha registrado en la Torá; y la Torá la revela por un instante e inmediatamente la viste con otro ropaje, de modo que está allí oculta y no se muestra. Pero los sabios, cuya sabiduría los llena de ojos, horadan, a través de la vestidura, hasta la esencia misma de la palabra por ella oculta. Y cuando la palabra es momentáneamente revelada en ese primer instante de que hemos hablado, pueden verla aquellos cuyos ojos son sabios, aunque muy pronto se vuelve a ocultar. En cuántos lugares insiste el Santo en que la santa simiente debe tratar con ternura al extranjero, al prosélito. En el curso de tales pasajes emerge un secreto de su envoltura, y tan pronto como se reveló retorna a ella y se esconde allí una vez más. Es decir, después de repetir muchas veces sus órdenes respecto del tratamiento de los prosélitos, la Escritura de pronto pone de manifiesto su sentido oculto, declarando: “Porque conocéis el alma del extranjero”, es decir, del prosélito 888 . Pero después de esto la palabra vuelve a retirarse a su envoltura, se cubre con ella y vuelve a esconderse, agregando: “porque extranjeros fuisteis en el país de Egipto”, imaginando que porque se ha cubierto inmediatamente, nadie la advirtió a esta “alma” del 888 Éxodo XXIII, 9. 164
prosélito. Entonces en conexión con el tema del alma y su vestidura, el hombre viejo expuso las palabras: “Y Moisés entró en medio de la nube, y subió al monte” 889 . ¿Y qué significa la nube? preguntó, y contestó a su propia pregunta diciendo: Hay una referencia aquí a las palabras: “Yo puse mi arco en la nube” es decir, el arco iris, con referencia al cual hemos aprendido que él se quitó su vestidura exterior y la dio a Moisés, el cual subió al Monte con ella y vio a través de ella todas las vistas con que se lo festejó allí. Cuando el viejo alcanzó a este punto hizo una pausa, y los dos rabíes se prosternaron ante él, lloraron y dijeron: si hubiéramos venido a este mundo sólo para oír éstas tus palabras de tu boca, habría sido suficiente. El dijo: asociados, yo no empecé a hablar a vosotros meramente para deciros lo que os he dicho hasta ahora, porque seguramente un viejo como yo no ha de limitarse a un dicho, haciendo un ruido como de una sola moneda en una botija. Cuántos seres humanos viven en confusión mental, no mirando el camino de la verdad que hay en la Torá; la Torá que los llama día a día hacia ella en amor, pero, desdichados, ellos ni siquiera dan vuelta las cabezas. Efectivamente!, como he dicho, deja salir una palabra que por un instante emerge de su envoltura, y luego se oculta de nuevo. Pero ella solamente hace esto para aquellos que la entienden y obedecen. Ella es como una hermosa y digna damisela que se talla oculta en una cámara apartada de un palacio y que tiene un amante del cual nadie, salvo ella, sabe. Por su amor por ella, él pasa constantemente por su puerta, dirigiendo sus ojos a todos los lados para encontrarla. ¿Qué hace ella, sabiendo que él siempre anda por el palacio? Abre un poco la puerta en su oculto palacio, descubre por un momento su rostro para su amante, y luego apresuradamente lo vuelve a esconder. Nadie, salvo él, lo advierte. Pero su corazón y alma y todo lo que hay en él tiende a ella, sabiendo como él sabe que ella se le reveló por un momento porque lo ama. Lo mismo ocurre con la Torá, que revela sus secretos ocultos solamente a quienes la aman. Ella sabe que quien es sabio de corazón diariamente anda tras las puertas de su casa. ¿Qué hace ella? Ella le muestra su rostro desde su palacio, haciéndole una señal de amor o inmediatamente retorna a su lugar de escondite. Únicamente él entiende el mensaje de ella, y él es atraído a ella con corazón y alma y todo su ser. Así, la Torá se revela momentáneamente en amor a sus amantes para despertar en ellos amor fresco. Y este es el camino de la Torá. Primero, cuando empieza a revelarse a un hombre, ella le hace señales. Si él entiende, bien está, pero si no, ella lo manda llamar y le dice “simplón” y dice a sus mensajeros: “decid a ese simplón que venga aquí y converse conmigo”, como está escrito: “quienquiera que sea simplón llegúese acá” 890 . Cuando él viene a ella, ella empieza a hablarle, primero de detrás de la cortina que ella tiende para él sobre sus palabras accesibles al entendimiento de él, de modo que él pueda progresar poco a poco. Esta forma de casuística se llama “Deraschá”. Luego ella le habla de detrás de un delgado velo, discurriendo adivinanzas y parábolas que se llaman Hagadá. Cuando por último él se ha familiarizado, se le muestra cara a cara y conversa con él sobre todos sus misterios ocultos y todos los caminos misteriosos secretamente guardados en su corazón desde tiempo inmemorial. Entonces cada hombre es un verdadero adepto a la Torá, un “dueño de la casa”, porque ella le ha revelado todos sus misterios, sin retener ni ocultar nada. Ella le dice: “¿Ves cuántos misterios contiene la señal, la insinuación que te di al comienzo”? El comprende entonces que no cabe agregar ni quitar nada de las palabras de la Torá, ni un signo o letra. Por eso los hombres han de seguir la Torá con poder y primacía de modo que ellos puedan volverse sus amantes, como se ha descrito. “Y si toma otra...” Cuántos y cuan maravillosos son los ciclos del alma como se indica en estas palabras. En verdad todas las almas deben pasar la transmigración. Pero, los hombres no perciben los caminos del Santo, cómo la moviente balanza es puesta y los hombres son 889 Éxodo XXIV, 13. 890 Proverbios IX, 4. 165
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las palabras: “Y Moisés entró en medio de la nube, y subió al monte” 889 . ¿Y qué significa la<br />
nube? preguntó, y contestó a su propia pregunta diciendo: Hay una referencia aquí a las<br />
palabras: “Yo puse mi arco en la nube” es decir, el arco iris, con referencia al cual hemos<br />
aprendido que él se quitó su vestidura exterior y la dio a Moisés, el cual subió al Monte con<br />
ella y vio a través de ella todas las vistas con que se lo festejó allí. Cuando el viejo alcanzó a<br />
este punto hizo una pausa, y los dos rabíes se prosternaron ante él, lloraron y dijeron: si<br />
hubiéramos venido a este mundo sólo para oír éstas tus palabras de tu boca, habría sido<br />
suficiente. El dijo: asociados, yo no empecé a hablar a vosotros meramente para deciros lo<br />
que os he dicho hasta ahora, porque seguramente un viejo como yo no ha de limitarse a un<br />
dicho, haciendo un ruido como de una sola moneda en una botija. Cuántos seres humanos<br />
viven en confusión mental, no mirando el camino de la verdad que hay en la Torá; la Torá que<br />
los llama día a día hacia ella en amor, pero, desdichados, ellos ni siquiera dan vuelta las<br />
cabezas. Efectivamente!, como he dicho, deja salir una palabra que por un instante emerge de<br />
su envoltura, y luego se oculta de nuevo. Pero ella solamente hace esto para aquellos que la<br />
entienden y obedecen. Ella es como una hermosa y digna damisela que se talla oculta en una<br />
cámara apartada de un palacio y que tiene un amante del cual nadie, salvo ella, sabe. Por su<br />
amor por ella, él pasa constantemente por su puerta, dirigiendo sus ojos a todos los lados para<br />
encontrarla. ¿Qué hace ella, sabiendo que él siempre anda por el palacio? Abre un poco la<br />
puerta en su oculto palacio, descubre por un momento su rostro para su amante, y luego apresuradamente<br />
lo vuelve a esconder. Nadie, salvo él, lo advierte. Pero su corazón y alma y todo<br />
lo que hay en él tiende a ella, sabiendo como él sabe que ella se le reveló por un momento<br />
porque lo ama. Lo mismo ocurre con la Torá, que revela sus secretos ocultos solamente a<br />
quienes la aman. Ella sabe que quien es sabio de corazón diariamente anda tras las puertas de<br />
su casa. ¿Qué hace ella? Ella le muestra su rostro desde su palacio, haciéndole una señal de<br />
amor o inmediatamente retorna a su lugar de escondite. Únicamente él entiende el mensaje de<br />
ella, y él es atraído a ella con corazón y alma y todo su ser. Así, la Torá se revela<br />
momentáneamente en amor a sus amantes para despertar en ellos amor fresco. Y este es el camino<br />
de la Torá. Primero, cuando empieza a revelarse a un hombre, ella le hace señales. Si él<br />
entiende, bien está, pero si no, ella lo manda llamar y le dice “simplón” y dice a sus<br />
mensajeros: “decid a ese simplón que venga aquí y converse conmigo”, como está escrito:<br />
“quienquiera que sea simplón llegúese acá” 890 . Cuando él viene a ella, ella empieza a<br />
hablarle, primero de detrás de la cortina que ella tiende para él sobre sus palabras accesibles al<br />
entendimiento de él, de modo que él pueda progresar poco a poco. Esta forma de casuística se<br />
llama “Deraschá”. Luego ella le habla de detrás de un delgado velo, discurriendo adivinanzas<br />
y parábolas que se llaman Hagadá. Cuando por último él se ha familiarizado, se le muestra<br />
cara a cara y conversa con él sobre todos sus misterios ocultos y todos los caminos<br />
misteriosos secretamente guardados en su corazón desde tiempo inmemorial. Entonces cada<br />
hombre es un verdadero adepto a la Torá, un “dueño de la casa”, porque ella le ha revelado<br />
todos sus misterios, sin retener ni ocultar nada. Ella le dice: “¿Ves cuántos misterios contiene<br />
la señal, la insinuación que te di al comienzo”? El comprende entonces que no cabe agregar ni<br />
quitar nada de las palabras de la Torá, ni un signo o letra. Por eso los hombres han de seguir la<br />
Torá con poder y primacía de modo que ellos puedan volverse sus amantes, como se ha<br />
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“Y si toma otra...” Cuántos y cuan maravillosos son los ciclos del alma como se indica<br />
en estas palabras. En verdad todas las almas deben pasar la transmigración. Pero, los hombres<br />
no perciben los caminos del Santo, cómo la moviente balanza es puesta y los hombres son<br />
889 Éxodo XXIV, 13.<br />
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