Simeon Bar Joyai - Zohar 3de5 - Comunidad Israelita Bet Or
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de ese hombre pobre, éste le dijo: “Por tu vida, Rabí. Mi alma efectivamente abandonó mi<br />
cuerpo y era conducida al Palacio del Rey y traída ante Su Trono. Y habría quedado allí por<br />
siempre, pero Dios quiso darte el mérito de devolverme a la vida. Yo los oí proclamar en los<br />
atrios más altos del Cielo: “El espíritu de R. Yese tendrá su morada en una cámara santa que<br />
los miembros de la Compañía ocuparán a su despertar”, y tres tronos fueron preparados para ti<br />
y para tus amigos. Así concluyó el hombre pobre. Desde ese tiempo sus vecinos miraban por<br />
él. Un relato similar se cuenta de R. Isaac. Estaba él un día caminando junto a la carretera<br />
cuando un pobre lo alcanzó.<br />
R. Isaac tenía en su mano una media mia (pequeña moneda) de plata; y también el<br />
hombre que lo alcanzó tenía en la mano una media mia. Y el hombre le dijo a R. Isaac: salva,<br />
te ruego, mi vida y la vida de mis hijos e hijas. R. Isaac dijo: ¿Cómo puedo hacerlo si no<br />
tengo más que media mia? Sin embargo —respondió el pobre— dos medias mias son mejor<br />
que una. Así, R. Isaac sacó su moneda y se la dio al hombre. Más tarde R. Isaac soñó que<br />
estaba caminando junto al mar en un lugar extraño y algunas personas querían arrojarlo en el<br />
mar y el pobre a quien había ayudado vino y lo sacó y lo trajo sano y salvo a R. Simeón.<br />
Cuando despertó vino automáticamente a sus labios el versículo: “Bienaventurado aquel que<br />
piensa en el pobre; el Señor lo librará en el tiempo de tribulación”.<br />
Cada día caen gotas de rocío del Anciano Santo al “Rostro Menor” y todos los santos<br />
campos de manzanos son bendecidos. También desciende a los de abajo y provee alimento<br />
espiritual para los ángeles santos, a cada rango según su capacidad de percepción. Fue de este<br />
alimento que los israelitas participaron en el desierto: “cada uno de ellos comió el alimento de<br />
príncipes celestiales” 551 . R. Simeón dijo: Aun en este tiempo hay quienes participan de un<br />
alimento similar, y esto en medida doble. ¿Y quiénes son? Compañeros de la ciencia mística,<br />
que estudian la Torá día y noche. Ved ahora, cuando los israelitas salieron de Egipto y fueron<br />
al desierto, uniéndose con el Rey Santo, cuando el signo de la Alianza se manifestó en ellos<br />
en su plenitud, se les otorgó un alimento más espiritual, más elevado que el alimento del “pan<br />
sin levadura” que comieron inmediatamente después de abandonar Egipto. Porque del maná<br />
está dicho: “Yo haré llover pan del cielo para vosotros”. Fue efectivamente alimento celestial,<br />
que emanaba de la esfera que se llama “cielo”. Pero los hijos de la Sabiduría, es decir, los<br />
estudiosos de la Torá, extraen su alimento de una región aún más elevada, de la esfera de la<br />
Sabiduría, como está escrito: “La sabiduría mantiene con vida a sus poseedores” 552 .<br />
R. Eleazar preguntó: Si es así, ¿por qué son más frágiles que los hombres comunes? R.<br />
Simeón contestó: Es una buena pregunta, y la respuesta es como sigue. El alimento ordinario<br />
con el cual se nutre la mayoría de la gente está constituido de los elementos del cielo y la<br />
tierra y por eso es de una gruesa calidad material. El pan sin levadura que los israelitas<br />
comieron cuando abandonaron Egipto emanaba de la esfera del “Juicio” y era algo más fine<br />
en calidad. El maná era un alimento aún más fino que emanaba de la esfera del “Cielo” y el<br />
alma lo asimilaba más que el cuerpo, era “pan de ángeles”. Pero el alimento de los “absortos<br />
en la Torá solamente nutre al alma y al espíritu, pero no al cuerpo, pues viene de la esfera de<br />
la “Sabiduría”, de la región superior más elevada y más gloriosa. De ahí que no sea de<br />
asombrarse que los hijos de la Sabiduría sean más frágiles que otros hombres, pues ellos no<br />
comen del todo el alimento del cuerpo. En verdad, “la Sabiduría mantiene con vida a quienes<br />
la poseen”. Bendito es el cuerpo que puede sacar beneficio del alimento del alma. R. Eleazar<br />
observó entonces: Es efectivamente así, ¿pero dónde encontramos estos alimentos en nuestros<br />
días? R. Simeón contestó: Esta también es una buena pregunta y la respuesta real es así.<br />
Primero, está el alimento para toda la humanidad, el alimento natural para los hombres<br />
comunes. Luego está el alimento que emana de la esfera de la “justicia”, el alimento del<br />
pobre, que se vuelve “beneficencia”, tanto para el que da como para el que recibe: La<br />
551 Salmos LVIII, 26.<br />
552 Eclesiastés VII, 12.<br />
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