La superación del dogmatismo surrealista en los ... - Cybertesis
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Este espíritu manifestado es lo que Hegel hace objeto de su estudio. No podría acceder a otro nivel de dicha realidad. Así, el espíritu estudiado por el hombre en la historiografía o la filosofía no es tanto el Dios mismo sino las proyecciones de las necesidades y carencias humanas a las que el hombre denominaría Dios. Toda esta discusión aborda el espíritu puro y esto es algo que Hegel trata de justificar y enmendar, toda la discusión se da en términos humanos. El Dios no participa de dicha discusión y se limita en todo caso a observar el devenir de su creación y el quehacer crítico / analítico de sus criaturas. Esta cultura condiciona al hombre y es objeto para el colectivo circundante, generador de juicios, de debates y relatos, algo que al aproximarse el siglo XX fue incrementándose como proceso social recogido por la vanguardia estético/artística. Comparte en ella su importancia junto con las discusiones formales y se hacen religión de lo concreto, más, ¡cuidado! no de lo evidente. Los avances de la filosofía y de la ciencia abrirán la puerta a la relevancia de la interpretación, actitud y actividad que la vanguardia y su dogmatismo de lo concreto no pasarán por alto y más bien incorporarán a su fundamentacion 27 . Dios es el movimiento hacia lo finito y así, en cuanto superación de lo finito, es el movimiento en sí mismo. (…) Por el contrario, la verdadera, la idea, son totalmente sólo como movimiento. Dios es asimismo, también lo finito y yo soy también lo infinito. Dios retorna a sí en el yo como en él se supera en cuanto finito y sólo es Dios en cuanto este retorno. Sin mundo, Dios no es Dios (cursivas del autor) (Hegel, 1998: 191) 27 Podemos señalar que considerar los avances teóricos y especulativos, para el quehacer intelectual era un modo coherente, “hegeliano” de conducir la actividad y la generación de discursos. El mundo tiene ya en Hegel una importancia determinante: sin mundo no hay Dios. 48
Como ser actuante y vivo (siempre en términos de lenguaje humano para acceder a su comprensión) Hegel reconoce las dificultades y las trampas del propio lenguaje imperfecto de los hombres. Y aquí se da uno de los momentos capitales del drama de Dios y su relación con la humanidad: si solo podemos acceder a su comprensión en términos humanos, y si solo en la historia humana se da la justificación para la práctica de su culto, por seres definidos por una cultura, entonces nos hallamos en la paradoja de que dicho Dios en toda su omnipotencia se halla en la necesidad o carencia de tener que contar con seres humanos como nosotros para justificar su rol de Dios. Pues Dios es un Dios creador de un mundo con naturaleza e historia y somos los hombres quienes mediante nuestro lenguaje accedemos a Dios y lo nombramos. El sustento de la filosofía será esta invocación en términos racionales así como de la teología motivada por la fe será esta fe, un discurso pleno de especulación, que para Hegel, otorgará el punto final que cierre la discusión, ubicada en el ámbito del pensamiento, que se da como reconoce en términos de progreso. Es en la civilización, la historia, la cultura y la lengua que se enmarca todo el debate sobre Dios, el cual continúa como especulación y continúa en el humano devenir que aporta nuevos puntos de vista: Dios es creador y el mundo es producto que testimonia dicho poder. Este mundo que en inicio es naturaleza, sin embargo es, un conjunto de objetos que a diferencia del ya mencionado panteísmo spinoziano carece de espíritu: es la actividad cultural humana la que dota de espíritu a la creación de este Dios judeo-cristiano, esto se aprecia en la definición de Hegel de la filosofía, la religión y el arte como las culminaciones de la actividad espiritual humana y en su consideración de 49
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testimonia dicho poder. Este mundo que <strong>en</strong> inicio es naturaleza, sin<br />
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panteísmo spinoziano carece de espíritu: es la actividad cultural humana la<br />
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