La superación del dogmatismo surrealista en los ... - Cybertesis
La superación del dogmatismo surrealista en los ... - Cybertesis La superación del dogmatismo surrealista en los ... - Cybertesis
sistemática a la que intenta aproximar la unidad empírica posible sin jamás conseguirlo plenamente (…). (Kant, 1988:.485) Para el filósofo de Königsberg, dada su complementación entre empirismo y racionalismo, no podemos entender nuestra humanidad/ mente si no es insertada de modo concreto en el ámbito de la historia y la naturaleza. Como su precedente irlandés, Berkeley, que no podía separar de la experiencia objetiva, ideas abstractas y que al modo nominalista, condicionaba la importancia del lenguaje a su aplicación en dicha experiencia, Kant, y he ahí su “revolución copernicana”, deja de lado lo que denomina “ideal” (propio de la dimensión de la metafísica clásica de raigambre platónica) y se orienta hacia lo científicamente relevante. Este giro criticista, ubica el factor religioso en el plano de lo mensurable, explicable, y elimina toda retórica que oscureciese el plano de lo estético. Tomando en cuenta esta clarificación de conceptos del autor, comprendemos su contribución a la historia de las ideas, región en la que confluyen lo religioso y lo estético. Kant 17 sería así, la primera culminación del idealismo y la metafísica occidental –quizá más importante que Hegel, doxa personal del autor de este ensayo--.El darle este, a nuestro juicio, correcto lugar al ilustrado de Königsberg, nos ayudaría a soportar la atracción del dogmatismo hegeliano. 17 Para comprender a cabalidad el aporte kantiano (Kant, I.1988:.486), no podemos desligar su Critica de la Razón Pura (de donde tomamos las referencias sobre “religión”, “teología” e “idea”), su Critica de la Razón Practica (aspecto ético considerable, pero que no incluimos en el estudio nuestro) y la Critica del Juicio (donde desarrolla su concepción de la “estética” vinculada al proceso de lo artístico, tal como desde entonces se reafirma). 38
Según la jerarquía establecida por Kant, el ideal de la razón, es el fundamento de los fundamentos. Recordemos que el paradigma de ciencia que Kant comparte es el propuesto por Isaac Newton: las ciencias de la naturaleza, la materialidad de lo existente como pauta que define la mencionada jerarquía de valores desde los cuales el científico y el hombre común, operan. Independientemente de las obvias diferencias de asumir un materialismo o un idealismo, está el sentido de método, propio de la ciencia y modelo para la filosofía, y la coherencia interna que con ello logra el sistema, así como la coherencia hipotética entre el modelo y la realidad explicada. Esto, incluso, en los difusos contornos de los problemas humanísticos como el factor de religiosidad en un autor determinado o las consecuentes de dicho compromiso, a nivel estético. Este criticismo salva a Kant, de ser solo un receptor del empirismo inglés y en la medida que se adhiere a un paradigma válido, logra proporcionarle innovación y ser original. Pues bien, tenemos que confesar que la doctrina de la existencia de Dios pertenece a la creencia doctrinal, (…) En términos estrictos, no es entonces práctica esa creencia, sino más bien hay que calificarla como una creencia doctrinal a la que la teología de la naturaleza (físico teología) tiene que dar lugar siempre y de modo necesario. Si consideramos esa misma sabiduría en relación con los excelentes dotes que ha adornado la naturaleza humana y en relación con la brevedad de la vida, brevedad que tan mal se compagina con tales dotes, podemos hallar también un motivo suficiente para una creencia doctrinal en la vida futura del alma humana. (Kant, 1988: 643) 39
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Según la jerarquía establecida por Kant, el ideal de la razón, es el<br />
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humanísticos como el factor de religiosidad <strong>en</strong> un autor determinado o las<br />
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Kant, de ser solo un receptor <strong>del</strong> empirismo inglés y <strong>en</strong> la medida que se<br />
adhiere a un paradigma válido, logra proporcionarle innovación y ser<br />
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Pues bi<strong>en</strong>, t<strong>en</strong>emos que confesar que la doctrina de la exist<strong>en</strong>cia<br />
de Dios pert<strong>en</strong>ece a la cre<strong>en</strong>cia doctrinal, (…) En términos<br />
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tan mal se compagina con tales dotes, podemos hallar también<br />
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futura <strong>del</strong> alma humana. (Kant, 1988: 643)<br />
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