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Comadres - Telecable

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que arreglar. Lo primero era que nadie la descubriera. Introdujo la ropa<br />

en la lavadora a la máxima temperatura y se metió en la ducha, dejando<br />

que el agua hirviendo arrastrara hasta la última partícula de su cuerpo,<br />

hasta el último átomo, sin piedad. No la cerró hasta que se sintió noqueada<br />

por el vaho.<br />

Me aseguró llorando que fue un accidente. A veces ocurren, sobrevienen<br />

sucesos imprevistos, a veces la desgracia interrumpe la marcha de<br />

las cosas, el previsto cotidiano; pero ella estaba jugando con fuego y las<br />

armas las carga el diablo. Si seguía así estaba acabada pero parecía feliz<br />

entre mis brazos y yo empezaba a creer que aquel era mi sitio. Ya habíamos<br />

sufrido bastantes contratiempos las tres, era hora de empezar de<br />

nuevo. Prometí a mis antepasadas que la ayudaría a que se encontrara,<br />

que ganaríamos, no habría otra Reyna sin reino, sin trono, eran sólo<br />

catorce años, tenía todo el tiempo del mundo para curarse. Yo la ayudaría,<br />

sabía como hacerlo.<br />

Fue una noche larga, vimos amanecer desde las rocas, donde se<br />

quedó dormida entre mis brazos, roncando. Perla siempre hizo también<br />

mucho ruido al respirar, decía que era hereditario… Soy capaz de revivir<br />

entera la conversación, como hice entonces mientras el sol se levantaba,<br />

acunándola dulcemente entre mis brazos. Puedo oír su voz y detallar<br />

cada uno de los pensamientos que se iban fijando en mí como a la roca.<br />

Hay cosas que te quedan grabadas para siempre. Sonreí a una gaviota,<br />

notando el peso de las ojeras sobre las mejillas, ya no tenía edad para<br />

esos trotes. La niña era una niña, pero tenía mucho fondo y aguanté su<br />

ritmo con dificultad. En el fondo estaba asustada, arrepentida y muerta<br />

de miedo, pese a tanta fachada. Volví a sonreír. Pensé, mientras me<br />

sonaba notando el frío en los tuétanos, que tendría secuelas.<br />

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