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Comadres - Telecable

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lugar unas estanterías metálicas ocupaban las paredes del techo al suelo.<br />

Estaban atestadas de vídeos y discos compactos. Se veían de grabación<br />

casera. Por fuera parecían todas iguales. Revisó los títulos, su madre le<br />

había dado el nombre. Le resultó fácil localizar la cinta, estaban por<br />

orden alfabético. Había varias en orgías, por la «O», una ponía debajo a<br />

lápiz «Reyna I y II». Contra la pared del fondo reposaba una pantalla,<br />

sobre la que enfocaba a corta distancia un proyector sobre un trípode.<br />

Al lado de éste un cómodo butacón y una mesita con restos de comida.<br />

Introdujo la cinta, se sentó en el borde del sillón y apretó el botón.<br />

Cuando se vio quiso morir, desaparecer, volatilizarse, evaporarse…<br />

Reconoció con claridad a sus compañeros de cama. Eran cuatro chicos,<br />

entre dieciocho y veinte, muy guaperas, que trabajaban de animadores<br />

en los locales de Manfredo. Salía a menudo con ellos porque no les faltaba<br />

de nada, andaban siempre puestos y la llevaban de un lado para<br />

otro. Eran noches sin fin. No siempre acababan en casa del jefe, pero por<br />

lo menos habían ido cuatro o cinco veces, dos dijo Manfredo, no lo<br />

recordaba bien, no quería pensar en ello. Se sentía una mierda.<br />

Ahora se lo explicaba todo: la cantidad de pasta que manejaban, el<br />

cóctel que se metían, lo mucho que se colocaban y luego… No estaba<br />

segura de que le gustara, pero tampoco le importaba mucho lo que<br />

hacían. El sexo nunca fue un tabú en el ideario de Reyna. Sin embargo<br />

aquello era otra cosa, el comercio de la carne. Ahora veía que no se había<br />

enterado de nada. En aquella nebulosa no era consciente de cómo la<br />

estaban manipulando, ni para qué. Al principio le pareció un juego, una<br />

concesión razonable, pero sus acciones estaban controladas y no por<br />

ella. No recordaba gran cosa de aquellas maratonianas sesiones, pero<br />

Manfredo se había encargado de que nunca las pudiera olvidar, de que<br />

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