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Comadres - Telecable

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para filmar lo que le hacían y venderlo, no podía recordar las imágenes<br />

sin temblar. Esas las vería después, en un primer momento no sabía muy<br />

bien de qué le hablaba su madre, desconocía a qué se estaba refiriendo,<br />

aunque tenía suficiente mala conciencia como para creérselo todo. Juró<br />

matarlo. Tomaría la justicia por su mano, justicia milenaria, Justicia trágica,<br />

justicia que no alcanza la Justicia. A esas alturas podía perfectamente<br />

imaginarme cómo iba destilando venganza mientras cambiaba el<br />

objeto de su ira y pasaba de culpar a su progenitora a responsabilizarle<br />

a él de su desdicha. Enajenada por el despecho huyó sin decir nada.<br />

Fue a casa de Manfredo directamente. Reyna sí tenía llaves, él le<br />

había dado un juego. Entró sigilosamente, todavía estaba dormido, agotado<br />

sin duda por la noche de confesiones precedente. Se dirigió al salón,<br />

sabía que la pistola estaba en el fondo del segundo cajón de la mesa y<br />

sin pensárselo dos veces la cogió. Era una walther, pequeñita y manejable,<br />

de siete cartuchos. Introdujo el cargador, siempre lo tenía lleno. Él le<br />

había enseñado a utilizarla para defenderse, tenía una silueta en el jardín.<br />

Decía que era vital, una persona nunca sabía cuándo iba a tener que usar<br />

un arma y menos una mujer. ¡Qué caras le saldrían sus palabras! Quitó<br />

el seguro y la montó tirando de la corredera hacia atrás. Quería matarle,<br />

iba a matarle por ella y por su madre, por todo lo que les había hecho.<br />

Pretendía borrar el pasado y empezar de nuevo, pero eso es muy difícil,<br />

no hay disolvente que lo permita.<br />

Entró en la habitación, se acercó a la cama y le puso el cañón en la<br />

sien apretando levemente el gatillo. Manfredo se levantó asustado, estaba<br />

en calzoncillos. Ella le acusó sin cesar de apuntarle, vertiendo sobre su<br />

confuso despertar toda la inquina acumulada. Pero Manfredo tenía<br />

mucha labia, se postró a sus pies y le pidió perdón. Intentó convencerla<br />

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