15.05.2013 Views

Comadres - Telecable

Comadres - Telecable

Comadres - Telecable

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

por favor, Reyna ya tuvo que haber llegado». Ambas miramos a Marta.<br />

«Yo también me tengo que ir, quedé con unas compañeras, no sé qué<br />

dirán cuando me vean así, con la fama de formal que tengo». Nosotras<br />

tampoco estábamos en muy buenas condiciones para afrontar lo que se<br />

venía encima, pero casi valía más así.<br />

Fuimos caminando juntas hasta el recinto y nos separamos al<br />

entrar, ella a buscar a sus amigas con la promesa de reunirnos luego y<br />

nosotras a dar una vuelta de reconocimiento. En aquellos años de ausencia<br />

la fiesta había cambiado bastante. Había tres pabellones, con distintos<br />

escenarios, caballitos, orquestas, tómbolas, exposiciones, casetas de<br />

colectivos… y muchas, muchísimas mujeres, entre las que destacaba el<br />

gran número de chicas jóvenes, niñas incluso, que circulaban en pandilla.<br />

Era un espacio lúdico imponente, impresionante; lo encontré muy<br />

transformado (aunque no tanto como está ahora, después de Avalón,<br />

claro, aprovecharé para hacernos propaganda).<br />

«¿Me ayudarás?», preguntó Perla cogiéndome del brazo nada más<br />

quedar solas. «Yo me voy en cuanto aparezca, seguro que le apetece ir<br />

contigo y podrás sonsacarla. Si estoy yo no hablará o se irá, lo sé, tú eres<br />

mi última oportunidad. ¿Y si lo hizo ella?, ¿y si la descubre la policía?<br />

Tienes que ayudarme. Ella siempre oyó hablar de ti, eres un mito en<br />

nuestra casa. Por favor, Reyna, habla con ella… como si fuese tu hija».<br />

No pude negarme, ya estaba de nuevo rendida al influjo de sus ojos verdes.<br />

Y si por su engaño crucé los océanos, qué no haría yo por su favor.<br />

Mareada, le juré socorrerla, como don Quijote a Dulcinea, por ella lucharía<br />

contra los molinos, contesté besándole la mano e hincando la rodilla<br />

al suelo. Me miró alarmada, tanto que consentí en engullir un bocadillo<br />

gigante de calamares grasientos. Después de un café, la verdad, me sentí<br />

[222]

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!