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Comadres - Telecable

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on la ocasión de enterarse de nuestra relación, lo único que les oculté<br />

en la vida. Y porque esa relación existía, yo no estaba con ellas aquel día.<br />

No las llevé en mi coche por estar con Perla, la misma que al día siguiente<br />

se besaba apasionadamente con Manfredo en el tanatorio. Yo no quería<br />

decirle lo que había visto, esperaba que la explicación saliera de ella, oír<br />

de sus labios lo que les unía, lo que nos separó. Pero ella a lo suyo.<br />

Perla no tenía ni idea de estos sinuosos pensamientos. Se sentía<br />

herida por haber sido vejada en público sin motivo aparente, cuando se<br />

sobreentendía que ella era lo único que me quedaba en el mundo. Y además<br />

tildándola de puta. Pero además de no darle una explicación, me<br />

había pirado sin decir adiós y había tenido la desfachatez de tardar veinte<br />

años en volver. Ni siquiera había tenido la decencia de morirme, llegó a<br />

decir. Encima vuelvo pero no la aviso, tuvimos que encontrarnos por<br />

casualidad. Y además empiezo a echarle en cara cosas del pasado, a exigirle<br />

cuentas de sus acciones. Cuando lo que Perla quería oírme era pedir<br />

perdón. A su juicio, eso debía de ser lo primero para que todo volviera a<br />

ser como antes. Pero yo a lo mío.<br />

No notamos hasta el final que la camarera nos dejaba (por no decir<br />

arrojaba) las fuentes y platos en la mesa, sin servirnos como al resto de<br />

comensales. Procuraba no mirarnos y cada entrega se le hacía más difícil,<br />

tanto es así que los cafés acabaron en el mantel. Fue entonces cuando<br />

nos percatamos del tono y el volumen empleados en aquel fogoso intercambio<br />

de impresiones. En un momento cobramos consciencia de la<br />

situación: éramos la atracción del comedor. La mayoría estaban estupefactas,<br />

algunas boquiabiertas, en general pasmadas. Ni siquiera volvieron<br />

la cabeza al plato por pudor. Nos habíamos convertido en el centro<br />

de atención desde que nos sentamos, con las voces que debimos de dar,<br />

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