15.05.2013 Views

Comadres - Telecable

Comadres - Telecable

Comadres - Telecable

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ponía entre nosotras, pensé). Unos días antes, Justo, el informático que<br />

reformó la Maison, le había enviado un correo electrónico con un enlace<br />

a Internet y una contraseña indicándole una sección concreta dentro de<br />

la página. Perla conocía la dirección, sabía que era de alto contenido pornográfico,<br />

incluso la había recomendado a algunos clientes. Sin duda el<br />

muy vicioso estaba suscrito a ella. Picada por la curiosidad entró en el<br />

acto. Le decía que pinchase «Noche loca» dentro de «Orgías desenfrenadas»<br />

y que mirase con atención a la protagonista. Perla pensó que alguna<br />

de sus chicas había dado el salto a la fama y se reclinó excitada en el<br />

sillón. Sonó la música y se encontró con cuatro adolescentes revolcándose<br />

en una cama. Prescindió de los chicos y buscó la cara de la muchacha.<br />

Entonces dejó de resultarle familiar para reconocerla: era Reyna, su<br />

hija, su pequeña niña. «No se le veía bien la cara, pero yo la identificaría<br />

a oscuras. Además todas las Valtueña tenemos una manchita de nacimiento<br />

en la nalga, así, como un plátano, ¿recuerdas?». Asentí. Reyna<br />

también la tenía y allí estaba su antojadizo lunar en primer plano, bajo<br />

unas garras lascivas, crapulosas.<br />

Se quedó sentada, viéndolo una y otra vez, muerta, insensible.<br />

Entró en todos los apartados, la buscaba en todas las secuencias, la veía<br />

en todos los planos. Gemía. Se rompió una uña al clavarlas en la palma<br />

de la mano… Era Reyna, no le cabía duda alguna. Le ardían los ojos pero<br />

no podía ni llorar, aunque hubo otras escenas que sí le hicieron soltar<br />

lágrimas, a ella que poco le quedaba por ver al respecto. Algunos eran<br />

bebés («El asaltacunas»). Y una niña con un perro («Zoobaby»). Y atrocidades<br />

que ni diez generaciones de Valtueñas habían practicado.<br />

Perla sabía que esas cosas existían, faltaría más, formaba parte tangencial<br />

de su negocio. Pero las Valtueñas siempre pagaron bien a sus chi-<br />

[182]

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!