Comadres - Telecable
Comadres - Telecable Comadres - Telecable
dedicaban sobre todo a traducir obras extranjeras de autores noveles. Algunas habían sido la primicia de grandes éxitos y eso les obligaba a incrementar las colaboraciones externas. En sí, la plantilla era muy reducida, la componían dos hombres y tres mujeres, una de ellas la esposa del editor, que era la que corregía las pruebas. Trabajaban con una imprenta de las afueras. Me presentó a la plantilla. Daba la impresión de que había mucho trabajo, pero también buen ambiente. Eso me gustó. Por lo demás las condiciones eran buenas y no tenía muchas ofertas donde elegir, así que acepté. Con el tiempo Florencio, que así se llama, resultó ser un buen jefe. A veces las apariencias engañan. De hecho sigo trabajando allí e incluso se ha ofrecido a publicar lo que llegue a escribir. Ahora hasta me hacen gracia sus chistes, aunque siguen siendo igual de malos, será que perdono mejor los defectos ajenos. ¡Si no diera tantas voces! Debe pensar que la puesta al límite de las cuerdas vocales forma parte de la labor de dirección, es inherente al cargo. O está sordo, que es otra posibilidad (la cual niega a voces sospechosamente). Su mujer, Paula, es todo lo contrario, nunca le escucharás una palabra estridente. Morena y menuda, lleva siempre el pelo liso recogido en una cola de caballo, y se pasa las horas corrigiendo galeradas «Ya ves para lo que me vale ser empresaria, Reyna, condenada a galeras es lo que estoy». Pero gracias a ella no suelen tener fallos las ediciones, nunca vi una fe de erratas, una reclamación. Ella revisa obsesivamente cada carácter, pero es así para todo. Una vez que cogimos juntas un tren miró el bolso repetidamente en el andén a ver si llevaba los billetes, lo revisó todavía cuando ya estaba en el asiento y seguro que lo había comprobado varias veces antes de salir de casa. Por supuesto llegamos antes que las limpiadoras a la estación. [169]
Mi contacto sería Jaime, que se encargaba de la selección de las obras y del diseño y maquetación de las colecciones. Es muy bueno en su campo, este año le tuvieron que subir el sueldo, porque se lo llevaba la competencia. Me presentaron a un joven atlético, con el pelo muy corto y una camiseta que ceñía impúdicamente sus bíceps, le gusta usarlas así y la verdad es que impresiona, parece esculpido en mármol. Noté que me miraba con insistencia mientras me daba detalles del trabajo, haciéndome consciente nuevamente de la quemada piel que me cubría. Calibré el interés que despertaba en aquellos ojos color miel y no pude evitar sorprenderme. ¿Era posible? Realmente algo estaba cambiando en mi vida, empezaba a existir para los demás. Al despedirme retuvo mi mano y mi mirada un imperceptible segundo más. Enrojecí como una quinceañera. Lo notó y sonrió tímidamente. Me dio el número de su móvil, por si tenía alguna duda o necesitaba localizarle a cualquier hora. En el portal me percaté de que tenía algo de vello en el labio superior. Tendría que pedirle la dirección de su esteticista a Perla. (Me la dio y a ella sigo yendo desde entonces, he mejorado mucho gracias a sus cuidados profesionales). Pero con el tiempo comprobé cuales son los atributos que me enaltecen ante Jaime. Su atracción por mí estaba más motivada por la aureola que me envolvía (Marta se había encargado de acrecentarla) que por mi aspecto físico. * * * A Jaime le fascina mi complejidad tortuosa, la vida que llevé, la gesta de mis viajes. A mí de él me encantan su ingenuidad y simpleza, sus costumbres metódicas, su culto al cuerpo y a la vida sana. Aunque nos vemos casi todas las semanas, dentro y fuera del trabajo, todavía no [170]
- Page 118 and 119: dedicaba a no hacer nada. Siempre e
- Page 120 and 121: la endogamia; mientras, otros muest
- Page 122 and 123: hacia y diez o y cuarto aparece cam
- Page 124 and 125: El segundo error fue creer que mi i
- Page 126 and 127: utilizaba para tallar prodigios en
- Page 128: me vio nacer. Han pasado treinta a
- Page 131 and 132: cupada, era de la familia de la pes
- Page 133 and 134: significativa. Una vez más. No me
- Page 135 and 136: el día que se murió descansé, no
- Page 137 and 138: haber un asesino se deducía que te
- Page 139 and 140: percatado de mi presencia. Eso me e
- Page 141 and 142: había aportado nada nuevo. Me enfr
- Page 143 and 144: Tengo miedo del encuentro con el pa
- Page 145 and 146: separaba de sus cuerpos recompuesto
- Page 147 and 148: la cuerda siempre rompe por lo más
- Page 150 and 151: 9 La comida estupenda, el arroz en
- Page 152 and 153: Deseando cambiar de tercio, le preg
- Page 154: La madre de Perla solía invitarnos
- Page 157 and 158: Aún puedo ver a Manfredo detrás d
- Page 159 and 160: gratuita en la sanidad pública, pe
- Page 161 and 162: intentó llevársela a la cama de n
- Page 163 and 164: ponían el punto a las interrogacio
- Page 165 and 166: miento, cualquier otra sensación;
- Page 167: A los que trabajan dentro la exposi
- Page 171 and 172: parecía estar muy interesado en co
- Page 173 and 174: de las autoridades locales, estaban
- Page 175 and 176: dinero para abrir una tienda de efe
- Page 177 and 178: Y Salitre desapareció del horizont
- Page 179 and 180: tos. Nunca olvidaré ese año, aque
- Page 181 and 182: ponía entre nosotras, pensé). Uno
- Page 183 and 184: o encontrarse sin batería, sin tar
- Page 185 and 186: par de direcciones en el bolsillo.
- Page 187 and 188: turismo sexual, los que tienen suer
- Page 189 and 190: jamás quedó sola, nunca le faltó
- Page 191 and 192: sus mejillas, y dejó caer la mand
- Page 193 and 194: taba fácil ver que la señoritinga
- Page 195 and 196: se hubiera dado cuenta de que no po
- Page 197 and 198: tocaya. Podía reconocer el vacío
- Page 199 and 200: Pero al día siguiente los periódi
- Page 202 and 203: 11 La fecha de Comadres se celebrab
- Page 204 and 205: número elevado de voluntarias. Des
- Page 206 and 207: ellas son mejores gestoras y tienen
- Page 208 and 209: las familias. Sucedió el primer s
- Page 210 and 211: deseo y un volcán estallaba al con
- Page 212 and 213: ellas. Me atormentaba tanto aquello
- Page 214 and 215: 12 Y aunque no quise el regreso, si
- Page 216 and 217: «Llevas una vida monacal —coment
dedicaban sobre todo a traducir obras extranjeras de autores noveles.<br />
Algunas habían sido la primicia de grandes éxitos y eso les obligaba a<br />
incrementar las colaboraciones externas. En sí, la plantilla era muy reducida,<br />
la componían dos hombres y tres mujeres, una de ellas la esposa<br />
del editor, que era la que corregía las pruebas. Trabajaban con una<br />
imprenta de las afueras. Me presentó a la plantilla. Daba la impresión de<br />
que había mucho trabajo, pero también buen ambiente. Eso me gustó.<br />
Por lo demás las condiciones eran buenas y no tenía muchas ofertas<br />
donde elegir, así que acepté. Con el tiempo Florencio, que así se llama,<br />
resultó ser un buen jefe. A veces las apariencias engañan. De hecho sigo<br />
trabajando allí e incluso se ha ofrecido a publicar lo que llegue a escribir.<br />
Ahora hasta me hacen gracia sus chistes, aunque siguen siendo igual de<br />
malos, será que perdono mejor los defectos ajenos. ¡Si no diera tantas<br />
voces! Debe pensar que la puesta al límite de las cuerdas vocales forma<br />
parte de la labor de dirección, es inherente al cargo. O está sordo, que es<br />
otra posibilidad (la cual niega a voces sospechosamente).<br />
Su mujer, Paula, es todo lo contrario, nunca le escucharás una palabra<br />
estridente. Morena y menuda, lleva siempre el pelo liso recogido en<br />
una cola de caballo, y se pasa las horas corrigiendo galeradas «Ya ves para<br />
lo que me vale ser empresaria, Reyna, condenada a galeras es lo que<br />
estoy». Pero gracias a ella no suelen tener fallos las ediciones, nunca vi<br />
una fe de erratas, una reclamación. Ella revisa obsesivamente cada carácter,<br />
pero es así para todo. Una vez que cogimos juntas un tren miró el<br />
bolso repetidamente en el andén a ver si llevaba los billetes, lo revisó<br />
todavía cuando ya estaba en el asiento y seguro que lo había comprobado<br />
varias veces antes de salir de casa. Por supuesto llegamos antes que<br />
las limpiadoras a la estación.<br />
[169]