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Comadres - Telecable

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se elevó la estatura media, la niña era un claro exponente de ese crecimiento.<br />

Las Valtueña tenían un gen dominante, estaba claro. Primero,<br />

para salir siempre mujeres. Y después, para borrar los rasgos de los diferentes<br />

padres y parecerse siempre entre ellas. Aquella chiquilla era como<br />

su madre cuando tenía su edad, y sin duda se parecía a la joven Flora.<br />

Pero cada generación superaba a la anterior, estaba claro. ¿Se habría acostumbrado<br />

a vivir sin padre, sin un hombre en el hogar? También en eso<br />

se parecía a mí. Familias sólo de mujeres. Por elección o sin elección,<br />

daba lo mismo. ¿Cómo sería, quién sería su padre? Cuanto más lo pensaba<br />

más me convencía de que era Manfredo y que Perla lo había<br />

matado. Una mantis religiosa. ¿Pero por qué iba a tardar catorce años en<br />

deshacerse de él? ¿Habría descubierto ahora que era su hija y quería quitársela?<br />

Ella hablaba de negocios ¿Qué tenían que ver con su hija? O no<br />

tenían nada que ver y yo lo estaba liando todo.<br />

¡Había estado tanto tiempo fuera…! Por mucho que mi amiga<br />

hubiera relatado, era incapaz de saber lo que sentía. Me había dibujado<br />

fragmentos descompasados, pero la partitura permanecía incompleta en<br />

lo esencial. Estaba clara su pesadumbre de fondo, algo la estaba minando<br />

y no era yo, «ya estaba acostumbrada a vivir sin mí». Aquello me dolió<br />

cuando lo dijo. Abjuré de las causas que me impelieron a marchar, sentí<br />

que me habían robado los mejores años de mi vida. Un rubor me cubrió<br />

el rostro. ¿Qué habría sido de nosotras si no me hubiera ido? ¿Qué sería<br />

de nosotras ahora que había vuelto? Cuando me quise acostar tiré el<br />

cenicero lleno.<br />

Tuve un sueño inquieto, Manfredo mataba a Perla y luego me perseguía<br />

con un cuchillo. Volví a sentir el calor pegajoso, sofocante, el<br />

infernal ruido de la sala de máquinas que anulaba cualquier otro pensa-<br />

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