15.05.2013 Views

Comadres - Telecable

Comadres - Telecable

Comadres - Telecable

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

tución. «Ojo, que hay mucho local clandestino y mucha mafia que trafica<br />

con inmigrantes, pero en mi casa siempre fuimos muy legales y además<br />

unas señoras».<br />

«¿Y nunca volviste a ver a Manfredo?». Yo a lo mío, menos mal que<br />

a Perla no parecía chocarle la insistencia, estaba claro que su pensamiento<br />

discurría en otro sentido. «¡Claro que sí! No hizo como otras…<br />

Al fin y al cabo todos marchásteis, pero yo permanezco en el mismo<br />

sitio. Soy una mujer pública, ¿recuerdas? Es fácil dar conmigo, siempre<br />

lo fue. Si tienes interés, claro». Esa era mi Perla. Empezaba a darse cuenta<br />

de que no estaba durmiendo el sueño de los justos con las abuelas, había<br />

regresado y no lo había hecho antes porque no había querido. En otras<br />

circunstancias, in illo tempore, nos hubiéramos tirado los trastos a la<br />

cabeza, pero la franqueza había cedido su puesto al engaño, éramos dos<br />

púgiles tentándose, esquivando. Por lo menos en aquel primer round.<br />

Manfredo volvió y lo primero que hizo fue ir a la Maison. Un día<br />

aparcó ante su puerta y ella casi no lo conocía, regresó muy cambiado<br />

de aquel viaje: delgado, ropa de marca, en un cochazo de importación…<br />

parecía otro. Perla se alegró de verle, aunque pronto la mosqueó aquel<br />

aire misterioso. Manfredo era de esa clase de personas que construyen<br />

relatos prolijos, interminables, con toda suerte de detalles. Esta vez, parecía<br />

no estar dispuesto a hacerlo, hasta en eso parecía distinto («chica, qué<br />

raros os volvéis todos cuando estáis un tiempo fuera», apostilló). Le dijo<br />

que había encontrado un filón, pero que por su seguridad no le podía<br />

decir más. Hablaba de un inversor extranjero, en cuyo nombre empezó<br />

a abrir negocios. Tenía la suerte de cara, todo lo que tocaba se hacía oro.<br />

«Ha llegado mi hora, nuestra hora, Perla». Consecuente con tal declaración<br />

abrió varios frentes. Le ofreció ser socia en el negocio pero también<br />

[161]

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!