miedos en la Sociedad Feudal - Repositorio Institucional del ...
miedos en la Sociedad Feudal - Repositorio Institucional del ...
miedos en la Sociedad Feudal - Repositorio Institucional del ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
46<br />
Reparto de pan<br />
y vino a los<br />
pobres, miniatura<br />
<strong>del</strong> siglo XIV.<br />
Crisis, hambre y cambios<br />
En el siglo XIV, se amplificaron el miedo al hambre y a <strong>la</strong> peste. Lo que antes<br />
había sido una am<strong>en</strong>aza palpable <strong>en</strong> estas sociedades, tomó una dim<strong>en</strong>sión<br />
nueva y g<strong>en</strong>eralizada a partir de <strong>la</strong> falta de alim<strong>en</strong>tos (carestía) y de <strong>la</strong> veloz<br />
difusión de <strong>la</strong> peste negra <strong>en</strong> Europa.<br />
Ese mismo temor al hambre fue una de <strong>la</strong>s causas que agudizó el despob<strong>la</strong>mi<strong>en</strong>to<br />
de los campos, pues muchos huyeron hacia <strong>la</strong>s ciudades abrigando<br />
<strong>la</strong> esperanza de una vida mejor. En <strong>la</strong> mayoría de los casos, ese sueño no<br />
fue posible, pues el hacinami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el que se vivía <strong>en</strong> <strong>la</strong>s ciudades aceleró el<br />
poder infecto-contagioso de <strong>la</strong> peste. Después <strong>del</strong> f<strong>la</strong>gelo, quedaron muchos<br />
m<strong>en</strong>os brazos para trabajar <strong>la</strong> tierra y producir alim<strong>en</strong>tos. El ciclo <strong>del</strong> hambre<br />
parecía no t<strong>en</strong>er fin.<br />
A raíz de <strong>la</strong>s situaciones p<strong>la</strong>nteadas, <strong>la</strong> organización <strong>del</strong> sistema se fue<br />
transformando, fue <strong>en</strong>trando <strong>en</strong> crisis. Los campesinos sortearon el miedo a<br />
los nobles y <strong>en</strong>cabezaron muchas rebeliones, hoy conocidas como revueltas<br />
por el hambre, que pusieron <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia el escepticismo y el desprecio que<br />
s<strong>en</strong>tían por sus señores. Los acusaban de no haber sabido o querido cumplir<br />
con <strong>la</strong> obligación de protegerlos y ayudarlos, mi<strong>en</strong>tras que ellos sí habían<br />
trabajado <strong>la</strong> tierra y tributado toda <strong>la</strong> vida.<br />
La crisis estaba p<strong>la</strong>nteada. La nobleza –que había mant<strong>en</strong>ido a los campesinos<br />
atados a <strong>la</strong> tierra y a su servicio– buscaba nuevas formas de conservar<br />
sus privilegios.<br />
Los campesinos, más allá de los <strong>miedos</strong>, fueron <strong>en</strong>contrando algunos márg<strong>en</strong>es<br />
de libertad por <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s ataduras que los ligaban a sus señores.<br />
LOS MIEDOS<br />
EN LA SOCIEDAD FEUDAL 47<br />
5<br />
LA riSA,<br />
AntÍdOtO cOntrA<br />
LOS MiEdOS<br />
“Vi<strong>en</strong>do <strong>la</strong> tristeza que os mina y reconcome,<br />
mejor es de risa que de lágrimas escribir,<br />
pues que <strong>la</strong> risa es lo propio <strong>del</strong> Hombre.<br />
VIVID GOZOSOS.”<br />
Francois Rabe<strong>la</strong>is, 1532.<br />
V<strong>en</strong>imos recorri<strong>en</strong>do una sociedad de <strong>miedos</strong> y di<strong>en</strong>tes apretados, donde <strong>la</strong><br />
dureza de <strong>la</strong> vida, <strong>la</strong> incertidumbre y <strong>la</strong> viol<strong>en</strong>cia son parte <strong>del</strong> mundo cotidiano.<br />
Sin embargo, <strong>en</strong> ciertos días, los campesinos le daban <strong>la</strong> espalda al miedo<br />
y se reían <strong>del</strong> ord<strong>en</strong> social injusto. Esos días, salían de <strong>la</strong> aldea y de los bosques<br />
para desfi<strong>la</strong>r alegres ante castillos señoriales e iglesias. Todo parecía<br />
volverse fiesta: el día de todos los santos, el de los muertos, el de San Nicolás<br />
–que hom<strong>en</strong>ajeaba a <strong>la</strong> infancia–, <strong>la</strong> Navidad, <strong>la</strong> “fiesta de locos”, el día de<br />
los Reyes Magos, <strong>la</strong> fiesta <strong>del</strong> asno y, principalm<strong>en</strong>te, el carnaval... Todos eran<br />
mom<strong>en</strong>tos de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro y recreación.<br />
La Iglesia regu<strong>la</strong>ba el tiempo <strong>del</strong> trabajo y de <strong>la</strong>s festividades. Sus campanas<br />
marcaban el comi<strong>en</strong>zo y el fin <strong>del</strong> día. También los mom<strong>en</strong>tos importantes<br />
de <strong>la</strong> vida social se celebraban allí, por ejemplo los bautismos, los matrimonios<br />
y los <strong>en</strong>tierros. El interior de <strong>la</strong> iglesia era también un lugar de asamblea<br />
y de <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro <strong>en</strong>tre los aldeanos. Sus campanas <strong>en</strong> ocasiones dob<strong>la</strong>ban<br />
para advertir el peligro <strong>en</strong> casos de invasión o de inc<strong>en</strong>dio. El atrio podía ser<br />
un refugio para un siervo fugitivo o cualquier perseguido; ese ámbito sagrado<br />
era invio<strong>la</strong>ble, por lo tanto seguro, mi<strong>en</strong>tras se permaneciera <strong>en</strong> él.<br />
La Iglesia dictaba así el pulso de <strong>la</strong> vida cotidiana, no solo marcaba los ritmos<br />
de <strong>la</strong>s festividades religiosas; había incorporado también otras tradiciones,<br />
usos y costumbres que prov<strong>en</strong>ían de <strong>la</strong> cultura campesina y que estaban<br />
muy vincu<strong>la</strong>dos a los ciclos de <strong>la</strong> naturaleza y de <strong>la</strong> agricultura.