Clásicos ganaderos en Las Ventas: Samuel Flores

afrontar una delicada situación, que se
venía arrastrando desde los últimos
años de vida de su tío, quien se encontraba
muy mayor y con serios problemas
en la visión. Por esta causa, las tientas y
el enlotado de vacas y sementales se habían
relajado y descontrolado, ocasionando
un profundo bache de juego.
Había que separar la paja del trigo, además
de reducir el gran número de reses
existente. A ello se empeñó de forma rigurosa
el nuevo ganadero, que estuvo sumergido
en el campo y casi sin lidiar
nada durante varios años.
En una apuesta quizás arriesgada, el
nuevo Samuel Flores se presentó en Madrid
otro 18 de mayo, del año 1978. Fiel
a la tradición de la casa, la corrida era
una “tía” de impresionante seriedad,
pero con un matiz esencial: bien hecha
y baja de agujas (los samueles altones
nunca han embestido). El juego de los toros
estuvo al nivel de su impecable presencia.
Cierto que alguno fue un punto
flojito, pero ¡qué bravura, qué manera de
embestir con clase, fijeza, largura y boyantía...!.
Hubo cuatro ejemplares de
escándalo, los del lote de Manili, Tazón
y Tarántulo, y los de Galloso, llamados
Velero y Huevito. En fin, un gran éxito,
además televisado para toda España,
que sólo fue el primer paso en un camino
duro y lleno de altibajos.
Las figuras se apuntaron a matar los
toros de Samuel en San Isidro de 1979:
Palomo, Dámaso González y Manzanares.
Pero los veterinarios, como tantas veces,
se encargaron de cargarse caprichosamente
la corrida en el reconocimiento.
Algunos de aquellos astados acabaron
por lidiarse en la corrida de Asprona de
Albacete, donde se vio que además de serios,
dieron un gran juego. Al año siguiente,
la ganadería sólo compareció en
Madrid en la corrida de Beneficencia en
la que Paquirri mató seis toros de varias
divisas. El triunfo llegó con el muy bravo,
alegre y noble Garcito, de Samuel Flores,
que fue premiado con la vuelta al
ruedo. Este nuevo éxito trajo de nuevo a
la divisa en la Beneficencia de 1981, pero
esta vez los toros no respondieron.
ÚLTIMOS ÉXITOS
A partir de 1986 los samueles han vuelto
a estar presentes en casi todas las temporadas
madrileñas. El balance general
de resultados arroja mucho más de positivo
que de negativo, aunque cierto es
que algún fracaso fue sonado y, no es casualidad,
siempre se produjo cuando los
Extraordinario pase con la derecha de Antonio Ordóñez al toro Tabaquero, de Samuel Flores,
en la Beneficencia de 1960.
toros mostraron un tipo destartalado o
un peso y volumen sacados de quicio. Si
hacemos un repaso sintético por la trayectoria
de la ganadería de Samuel Flores
durante las tres últimas décadas, otro
factor significativo es que encontramos
muchos ejemplares sobresalientes, aptos
para grandes faenas, pero algunos de
ellos poco o nada aprovechados.
De los años 80 podemos destacar a Infierno,
lidiado el 14 de mayo de 1986; el
extraordinario Loquito, premiado como
el más bravo de la feria de San Isidro de
1987, y Cuernos Tontos, jugado en la Beneficencia
de 1989. La década siguiente
se abrió con el premio a la corrida más
brava de la feria de San Isidro de 1990,
en la que destacó el nobilísimo toro Cuernos
Buenos. El éxito más clamoroso de
esta etapa reciente aconteció el 6 de junio
de 1991 en la célebre corrida de Beneficencia
del mano a mano entre Ortega
Cano y César Rincón, a cuyo término
ambos espadas salieron en hombros
junto a Samuel Flores, tras haber cortado
seis orejas. Otros hitos importantes de
los años 90 son el toro al que Ponce cortó
por vez primera dos orejas en Madrid,
en la Beneficencia de 1992; las excelentes
corridas de las ferias de 1993, 1995 y
1998, y los extraordinarios toros Flanón
y Cuernos Llanos, ambos lidiados el 20
de mayo de 1999.
A comienzos de la década del 2000 la
ganadería de Samuel Flores se vio afec-
tada por un gravísimo problema sanitario,
que acabó con la vida de más de un
centenar de vacas. Junto a ello, se observaba
desde algunos años antes un agigantamiento
en el tipo y cornamenta de
los toros, lo que derivó en una aguda crisis
de juego. Los samueles salieron de este
nuevo bache a partir de la extraordinaria
corrida de la feria de Albacete de 2007,
y posteriormente han mostrado altibajos,
pues junto a los notables resultados de
las plazas francesas de Dax y Mont-de-
Marsant en 2008 y 2009, los dos encierros
lidiados en las ferias de San Isidro de estos
mismos años fueron, por contra, muy
deslucidos.
Con la perspectiva del tiempo, el empeño
del actual Samuel Flores por volver
a poner su ganadería en la cima se
nos antoja de una generosidad excepcional.
Teniendo medios sobrados para
cambiar a otra procedencia con la que
lograr éxitos a corto plazo, ha optado
por la fidelidad a una sangre brava, la
de Gamero Cívico, de la cual es el último
gran exponente. Pudiendo lidiar mucho,
prefirió sacrificar y probar cientos
de reses en festivales, tientas e incluso
el matadero. Y aún más: por encima de
las desigualdades y errores, muchos de
los toros que ha lidiado en estas tres décadas
han demostrado que la clase, el recorrido
y la profundidad no son privativos
de una casta, sino que el toro de
triunfo también sale en otras, aunque no
estén de moda.
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