Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
El otro vio que también venía armado y se abrió<br />
hacia la calle en actitud <strong>de</strong>fensiva. Eduardo saltó<br />
frente a él e iniciaron ese baile <strong>de</strong> movimientos y<br />
<strong>de</strong> miradas en el que la finta y el amague le quieren<br />
hacer creer al otro que la mano extendida en el<br />
cuchillo lleva un rumbo y, quien engaña es quien<br />
hiere. Hien<strong>de</strong> el metal la tela primero y <strong>de</strong>spués la<br />
carne templada; brotan al tiempo sangre y quejido,<br />
y adquiere la danza una atmósfera oscura porque<br />
es la muerte quien la presi<strong>de</strong> ahora, si persiste.<br />
Esta vez no persistió. Apenas se vio herido, el asaltante<br />
se corrió, se hizo a un lado. Yo me acerqué<br />
para mirarlo. Tenía la camisa empapada en sangre<br />
en torno al ojal que la navaja había <strong>de</strong>jado en ella;<br />
tenía el rostro lívido, los brazos pálidos; temblaba;<br />
había pánico en su mirada que se había vuelto sobre<br />
sí, como si el temor <strong>de</strong> la muerte fuera el único<br />
pensamiento. Eduardo en cambio tenía una mirada<br />
<strong>de</strong> éxtasis, como quien conquista una meta <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> una ardua concentración y el ego se le hinche<br />
<strong>de</strong> amor propio. Se alejó sin <strong>de</strong>cirme nada, le vi<br />
guardar la navaja mientras se iba. Entonces seguí<br />
mi camino, dueño <strong>de</strong> una rara tranquilidad, como<br />
si el instinto ahogado en mí hubiera florecido en<br />
mi primo, y tanto lo admiré a él como me <strong>de</strong>sprecié<br />
a mí. Pero aun así no envidié su suerte, más bien<br />
sentí tristeza ante la intuición <strong>de</strong> que sus años<br />
estaban contados: en su mirada confluían el asesino<br />
y la víctima.<br />
Por eso cuando mi madre, años <strong>de</strong>spués, trajo la<br />
noticia: “Eduardo, el <strong>de</strong> Joaquín, tuvo que huir <strong>de</strong><br />
la ciudad porque mató a un muchacho en <strong>La</strong> Toma<br />
y lo están buscando a él para matarlo”, no me sorprendí<br />
como los <strong>de</strong>más, sino que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el silencio<br />
imaginé que se <strong>de</strong>moraría unos meses para regresar<br />
callado y tomar a su enemigo cuando éste me-<br />
63