Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
ción. No obstante, él y yo sentíamos en secreto que<br />
no había gran diferencia entre nosotros. Yo no me<br />
comportaba como él porque no lo quisiera, sino<br />
porque no era capaz. Todo movimiento que implicara<br />
riesgo me causaba horror, así como fastidio a<br />
Eduardo toda conducta aprobada. En el fondo crecía<br />
la mutua admiración. Teníamos la convicción<br />
<strong>de</strong> que uno haría por el otro lo que no estuviera en<br />
su naturaleza.<br />
Era el mediodía <strong>de</strong> un sábado. Yo bajaba por el<br />
parque, frente a la escuela; venía <strong>de</strong> llevar el pedido<br />
<strong>de</strong> parva don<strong>de</strong> doña Sofía. El color <strong>de</strong>l día era<br />
transparente gracias a la luz blanca <strong>de</strong>l aire <strong>de</strong> <strong>La</strong><br />
<strong>Milagrosa</strong>, que hacía <strong>de</strong>l tiempo una cuerda suspendida.<br />
Traía conmigo la canasta vacía y el dinero.<br />
Un muchacho que estaba en la esquina <strong>de</strong> la<br />
funeraria, al verme venir, me salió al encuentro.<br />
Intuí en su mirada al asaltante y cambié el rumbo<br />
<strong>de</strong> inmediato. Decidí cruzar la calle hacia la acera<br />
<strong>de</strong> la escuela. Aprovechando la presencia <strong>de</strong> un<br />
carro que venía, corrí para anticiparme a su paso y<br />
alejarme. En el momento <strong>de</strong> ganar la acera vi que<br />
Eduardo estaba en la esquina <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> la iglesia<br />
y, en su presencia, me bañó un rayo <strong>de</strong> confianza.<br />
Volví a caminar tranquilo en tanto que <strong>de</strong> un<br />
lado cruzaba el asaltante hacia mí y <strong>de</strong>l otro cruzaba<br />
Eduardo hacia él.<br />
—¿Qué le ibas a hacer? —le preguntó en el momento<br />
en que nos encontramos los tres.<br />
—¡Qué va! Vos por qué venís a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo. ¡No te<br />
metás en lo que no te importa! —respondió el otro,<br />
que ya había sacado una navaja, mientras cruzaba<br />
la calle, y ahora trataba <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>rla entre su<br />
mano y sus ropas.<br />
—Él es mi primo y lo que es con él es conmigo —<br />
dijo Eduardo.<br />
62