You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
quieto como el interior <strong>de</strong> una capilla en un convento<br />
casi por nadie visitada. Todo estaba limpio y<br />
or<strong>de</strong>nado y, en el fondo <strong>de</strong> la casa, caminaban otras<br />
dos ancianas: Isabel y Consuelo, hermanas <strong>de</strong> doña<br />
Sofía.<br />
Doña Sofía me recibió la canasta y entró en el<br />
granero para empacar los panes, pan<strong>de</strong>quesos y tostadas<br />
en frascos <strong>de</strong> boca gran<strong>de</strong> y en los estantes<br />
<strong>de</strong> los mostradores.<br />
De pronto se acercó el gemido, como si la mujer<br />
<strong>de</strong> trapos se hubiera parado en la puerta.<br />
—¡Ay, ay... Abigaíl se va a morir porque no fue<br />
capaz <strong>de</strong> besar la mano <strong>de</strong> <strong>La</strong> Virgen!<br />
Doña Sofía salió y abrió la puerta. Con muchísima<br />
<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, la tomó <strong>de</strong>l brazo y la entró. Yo me<br />
corrí hacia un lado. Ella la <strong>de</strong>jó caminar hasta el<br />
rincón <strong>de</strong> esa sala y volvió al granero. Yo no sabía<br />
que la mujer <strong>de</strong> trapos fuera la otra hermana <strong>de</strong><br />
doña Sofía. Ella seguía llorando en el rincón, hasta<br />
que se quedó callada como si se hubiera dormido.<br />
Doña Sofía me entregó dos billetes <strong>de</strong> veinte y<br />
uno <strong>de</strong> diez. Volví a la casa con la canasta vacía,<br />
entregué el dinero a mi padre y, antes <strong>de</strong> retornar<br />
al juego, mi padre me preguntó:<br />
—¿Estaba muy triste doña Sofía?<br />
—No, ¿por qué?<br />
—Pues por la muerte <strong>de</strong> Abigaíl. Cuando usted<br />
salió <strong>de</strong> aquí, ella me llamó para avisarme que su<br />
hermana había muerto.<br />
1990-1995<br />
57