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Los relatos de La Milagrosa

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De Él no supimos nada nunca, ni siquiera su nombre.<br />

Ómar era su amigo porque una vez, cada noche,<br />

Él le hacía un gesto para que Ómar fuera hasta la<br />

tienda a comprarle una caja <strong>de</strong> chicles, un cigarrillo<br />

y dos fósforos, pero nunca dijo su nombre y a nosotros<br />

acaso no nos importaba. Amábamos su manera<br />

<strong>de</strong> peinarse hacia atrás, sacando un mechón sobre<br />

la frente; amábamos la blancura <strong>de</strong> sus manos y<br />

<strong>de</strong> su rostro, siempre tan limpio. Conocíamos todas<br />

sus camisas <strong>de</strong> estilo clásico en dacrón y colores<br />

suaves. Tenía dos pares <strong>de</strong> zapatos y una colección<br />

<strong>de</strong> cinco pantalones, <strong>de</strong> esos que nosotros nunca<br />

podríamos comprar.<br />

Cuando se acercaban las nueve <strong>de</strong> la noche y,<br />

gracias al silencio y a la oscuridad la calle se hacía<br />

más íntima, ellos se iban corriendo hasta la pared<br />

<strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> enseguida, hacia el rincón menos<br />

visible <strong>de</strong> ese corredor, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la chambrana <strong>de</strong><br />

rejas plateadas. Sabían calcular perfectamente el<br />

tiempo, las distancias y el ritmo conjunto <strong>de</strong> sus<br />

movimientos. Allí, como dos expertos, sin que se<br />

pudiera notar nada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> afuera, ella disponía su<br />

cuerpo para recibirlo, y se amaban, mientras Ómar<br />

y yo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestro puesto <strong>de</strong> observación, comprendíamos<br />

—a nuestro modo— que el universo encontraba<br />

la armonía en sus criaturas y la vida<br />

ben<strong>de</strong>cía uno <strong>de</strong> sus actos.<br />

Tal vez dos años vivimos esa historia como si<br />

fuera nuestra. En esos años estudiamos segundo y<br />

tercero <strong>de</strong> primaria en la Boyacá. De pronto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

cierta tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> 1968 <strong>de</strong>jamos <strong>de</strong> verlos, sin saber<br />

que nunca más alimentarían nuestros sueños.<br />

Al principio fue como si se hubieran ido <strong>de</strong> vacaciones,<br />

pero pasó <strong>de</strong>masiado tiempo sin que regresaran<br />

y, así como <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la lluvia se levanta<br />

un ligero vapor <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pavimento tras la salida<br />

<strong>de</strong>l sol, se fue levantando un rumor que llegó a los<br />

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