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Los relatos de La Milagrosa

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—Quién iba a ser. Eso se sabe.<br />

—Y ¿con qué?<br />

—Con veneno, pero no cualquier veneno. Un veneno<br />

que va matando, va matando.<br />

Al escuchar esa frase, me dio escalofrío <strong>de</strong> nuevo.<br />

No sé por qué imaginé un arbusto al que se le<br />

arranca una hoja cada día hasta pelarlo. Después<br />

recordé la mirada <strong>de</strong> Pajarito y sentí la necesidad<br />

<strong>de</strong> colgarme <strong>de</strong> la ventana y mirar hacia a<strong>de</strong>ntro.<br />

En mi mente se sucedieron las imágenes <strong>de</strong> la sala<br />

con la vitrina, los frascos y los rollos <strong>de</strong> papel<br />

higiénico en la escasa estantería; <strong>de</strong>spués la misma<br />

sala sin vitrina y el ataúd ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> las ancianas<br />

rezan<strong>de</strong>ras. Al recordar el rostro <strong>de</strong> Pajarito,<br />

sentado a un lado <strong>de</strong>l ataúd, concluí que esa<br />

mirada no tenía el menor rastro <strong>de</strong> tristeza, ni <strong>de</strong><br />

angustia, pero tampoco era una mirada feliz. Pajarito<br />

nunca ha tenido una mirada <strong>de</strong> alegría (al<br />

menos en el tiempo en que yo lo he observado, que<br />

son más <strong>de</strong> veinte años).<br />

—¿Quién tiene diez centavos? —pregunté.<br />

—Yo —respondió Pana<strong>de</strong>ro; a él le daban veinte<br />

centavos todos los días para llevar a la escuela y a<br />

veces ni se los gastaba.<br />

—Vamos a comprar coco y velitas.<br />

No sé por qué habíamos <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> jugar sin darnos<br />

cuenta.<br />

—Bueno, vamos.<br />

Coky recogió la piedra con que jugaba. Él tenía<br />

una piedra planita, planita para jugar turrón y<br />

siempre la volvía a guardar. Pana<strong>de</strong>ro y yo cogíamos<br />

siempre la primera que encontrábamos en la<br />

calle. Tal vez por eso nos ganaba casi siempre, por<br />

su mística, por su <strong>de</strong>voción.<br />

Cuando llegamos, la ventana estaba abierta y la<br />

tienda, a pesar <strong>de</strong> la remoción, lucía vetusta y es-<br />

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