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Los relatos de La Milagrosa

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para iniciar el viaje final. Estábamos tan ocupados<br />

en la preparación <strong>de</strong>l pan para ganarnos entre todos<br />

el sustento <strong>de</strong> todos, que no advertimos cuando<br />

lo sorprendió el amanecer en el baño, tratando<br />

<strong>de</strong> soportar el terrible dolor <strong>de</strong> estómago que lo<br />

doblaba sobre sí mismo, ni la siguiente noche en<br />

vela, ni la otra, ni las <strong>de</strong>más. Apenas nos inquietó<br />

su consulta médica, porque era la primera vez en<br />

su vida que se veía obligado a ella. “Amebas”, dictaminó<br />

el doctor y vino el tratamiento contra las<br />

amebas. Sin embargo, no había ninguna mejora con<br />

el paso <strong>de</strong> los días. Otro médico, otro tratamiento,<br />

otro fracaso. Empezamos a ver las marcas <strong>de</strong>l dolor<br />

en su rostro, la pali<strong>de</strong>z, la pérdida <strong>de</strong> peso. Lo<br />

vimos entrar al baño cada cinco minutos durante<br />

las horas <strong>de</strong>l día y durante las horas <strong>de</strong> la noche.<br />

Escuchamos la receta <strong>de</strong> doña Rosa contra las “amibas”,<br />

la receta <strong>de</strong> doña Cristina contra los parásitos<br />

intestinales. Aguardiente con limón en ayunas,<br />

cápsulas <strong>de</strong> veterina, medicamentos oficiales <strong>de</strong><br />

los especialistas... Su ser se fue tornando dócil, su<br />

mirada fue ganando paz a pesar <strong>de</strong> la tristeza. Secretamente<br />

fuimos comprendiendo su verda<strong>de</strong>ro<br />

mal.<br />

Hacer con alguien el viaje final permite tocar la<br />

suavidad <strong>de</strong>l ser, compren<strong>de</strong>r el valor <strong>de</strong> la vida en<br />

la humildad <strong>de</strong> su esencia. Dos años <strong>de</strong>spués, los<br />

médicos entendieron la realidad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino en él,<br />

e impotentes, se enfrentaron a una causa perdida<br />

para que todos en silencio lo aceptáramos y nos<br />

preparáramos en armonía para acompañarlo, <strong>de</strong> la<br />

mano, hasta la puerta <strong>de</strong> salida que es al mismo<br />

tiempo la puerta <strong>de</strong> entrada al viaje solitario por<br />

las regiones plácidas.<br />

Recuerdo su serena concentración alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong><br />

la mesa <strong>de</strong> billar en que jugábamos, en compañía<br />

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