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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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cosa de gentilidad, que con sus estatuas querían dexar memoria eterna; hazéis gran honra a<br />

vuestro cuerpo en la muerte viendo que peligra el alma de vuestro próximo por probreza en<br />

la vida. Por Dios, Miçilo, que estoy espantado de ver las neçedades y bobedades que los<br />

hombres tenéis y usáis en este caso, que no puedo sino haberos lástima, porque he yo visto<br />

muchas vezes reírse destas cosas mucho los ángeles y Dios. ¡O si vieras en el año de mil y<br />

quinientos y cuarenta y seis cuando enterraron al marqués del Gasto, capitán general del<br />

Emperador de la Italia! (porque un lunes, onze días [del mes] de abril que murió, me hallé<br />

yo en Milán), ¡cuán de veras te rieras allí!, estaban los sanctos del çielo que de risa querían<br />

reventar.<br />

MIÇILO. Hazme agora tanto plazer que pues te hallaste allí me cuentes algo de lo que<br />

passó.<br />

GALLO. Témome Miçilo, que no acabaremos hoy, porque dexada la braveza de lo que<br />

en el testamento de su exçelençia se podía dezir de reír, menos te podrás contener en lo que<br />

toca a la pompa funeral, que no cabrá en diez pliegos de papel.<br />

MIÇILO. Ruégote mucho que me digas algo de lo que passó en entierro, porque en lo<br />

del testamento no te quiero fatigar.<br />

GALLO. Yo te quiero complazer. En el nombre de Dios [murió su exçelençia el<br />

domingo ya casi a la noche, y luego con la diligençia posible se dispuso lo neçesario que<br />

tocaba al aparato y lutos, que no quedó en toda la çiudad offiçial, ni en gran parte de la<br />

comarca, que supiesse de sastrería, o de labrar çera, o carpentería que no tuviesse mucho en<br />

qué entender toda aquella noche del domingo y el lunes adelante hasta la hora de las dos<br />

que el cuerpo de su exçelençia salió del palaçio para la iglesia mayor]. Primeramente iban<br />

delante < > la clereçía, quinientos niños de dos en dos, vestidos de luto con capirotes en las<br />

cabeças, cada uno con una hacha ençendida en la mano, de çera blanca, con las armas de su<br />

exçelençia cosidas en los pechos.<br />

MIÇILO. ¡Cuánto mejor fuera que aquella limosna de vestido y hacha fuera secreta y<br />

cosida entre Dios y el coraçón de su exçelençia, y el mochacho se quedara en casa, tuviera<br />

en aquella hacha aquel día y otros cuatro que comer!<br />

GALLO. Después destos iban çiento y diez cruzes grandes de madera, con çinco velas<br />

en cada una hincadas en unos clavos que estaban en las cruzes como se acostumbra en<br />

Milán en semejantes pompas funerales.<br />

MIÇILO. Debían de llevar tantas cruzes porque el diablo si viene por el muerto más<br />

huye de muchas que de una.<br />

GALLO. Seguía luego a las cruzes el reverendo cabildo de la iglesia mayor y toda la<br />

clereçía con cruzes de plata, y todas las parrochias [con todos sus] capellanes, clérigos,<br />

frailes y monjes de todas < > órdenes y religiones, cada uno en su grado, con hachas de<br />

cera blanca en las manos, ençendidas, de dos en dos que eran mil y seisçientos. A la<br />

clereçía seguía la guarda de caballos ligeros de su exçelençia, a pie, con lobas de luto y<br />

capirotes en las cabeças, cada uno con su lança negra y una veleta de tafetán negro en cada

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