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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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acababan de matar, porque todo el mar estaba lleno de entrañas de hombres que los<br />

reçibiessen. Aconteçieron allí cosas dignas de oír y de notar, en las cuales se mostraba la<br />

fortuna a partes donde quería espantosa y arriscada. Acaeçió a una fusta françesa que<br />

ençendidos en la pelea todos los que estaban en ella se pusieron a un borde dexando del<br />

todo vaçío el otro lado por donde no había enemigos, y cargando allí el peso se trastornó la<br />

fusta tomando debajo todos los que iban dentro, que no tuvieron poder para estender sus<br />

braços para nadar, y ansí todos pereçieron en el mar acorralados en agua çerrada. Suçedió<br />

también que yendo nadando un mançebo françés por el mar, que habíamos formado<br />

amistad poco había él y yo, se encontraron dos fustas de rostro que cogiéndole en medio no<br />

bastaron sus miembros ni huesos, tan molidos fueron, a que no sonassen las fustas ambas<br />

una con otra, por quedar él hecho todo menuzos y molido como sal. En otra parte de la<br />

batalla se hundió una galera françesa, y viniéndose los della todos nadando a socorrer a otra<br />

compañera, con el agonía [de escapar] de la muerte alçaban los braços asiéndome a ella<br />

para subir, y los < > de dentro temiendo no se hundiessen todos si aquéllos entraban, los<br />

estorbaban que no llegassen, y los miserables con el temor de las aguas, echando mano de<br />

lo más alto que podían de la nao, cortábanles desde ençima los braços por medio, y<br />

dexándolos ellos colgados de la fusta que habían elegido para socorro caían de sus proprias<br />

manos, y como iban sin braços a manera de troncos no se podían más sufrir sobre las aguas,<br />

que luego eran sorbidos. Ya toda nuestra gente estaba sin armas, que todos nuestros tiros<br />

habíamos arrojado, y como el furor que traíamos nos daba armas, uno toma el remo y<br />

revuelve con él a su contrario, y otro toma un pedaço de la galera y no le faltan fuerças para<br />

tirarlo, el otro trastorna los remadores para sacar un banco que poder arrojar. En fin, las<br />

fustas que nos sostenían deshazíamos para tener con qué pelear, o con qué nos defender.<br />

Aun hasta aquí te he contado el peligro sufridero; pero aun el daño que nos hazía el fuego<br />

con ninguna defensa se podía evadir ni huir, porque nos tiraban los turcos hachos<br />

empegados con sufre, pez, çera y resina, que arrojaban de si [gran] fuego vivo, y como<br />

llegaban a nuestras fustas luego ellas los reçebían y los alimentaban de su mesma pez de<br />

que estaban [nuestros navíos] labrados y calafateados; y ansí las llamas eran tan fuertes y<br />

tan vivas que no bastaban las aguas del mar a las vençer y apagar, mas antes iba en pedaços<br />

ardiendo la fusta por el mar adelante con todo furor. De manera que los que iban nadando<br />

ya no se podían socorrer de las tablas que iban por el mar, porque visto que el fuego vivo<br />

que en ellas estaba ençendido los abrasaba, escogían antes ahogarse en las crueles hondas, o<br />

a lo menos gozar lo que pudiessen de aquella miserable vida con esperança de poder de<br />

alguna manera ser salvos, antes que favorecerse del fuego que luego en llegando a la tabla<br />

los abrasaba y consumía. Ya inclinaba a la clara la vitoria y nos llevaban a todos de corrida<br />

sin poderlos resistir, de manera que nos fue forçado rendirnos, porque ya aún no había<br />

quien nos quisiesse dar la muerte, porque eran tantos nuestros enemigos que todo su ardid<br />

era prendernos sin poder ellos peligrar; y ansí como nos entraron fuemos todos puestos en<br />

prisión. Y dexado lo que de los otros fue, de mí quiero dezir que fue puesto en una cadena<br />

por el pescueço con otros diez, y puestas unas esposas a las manos, nos metieron en la<br />

susota debajo de cubierta. Estábamos tan juntos unos con otros, y tan apretados que ningún<br />

género de exerçiçio, humano había lugar de poner en effecto sin nos ofender. En fin, en esta<br />

manera volvieron para su tierra con esta presa, y llegados a una gran fuerça de Grecia en la<br />

Morea fuemos todos sacados de las galeras y metidos en prisión allí. Con aquella mesma<br />

dispusiçión de hierros y miseria fuemos lançados en una honda [y horrible] mazmorra y<br />

cárçel de una húmida y obscura torre, donde cuando entramos fuemos reçebidos con gran<br />

alarido de otra gran multitud de pressos cristianos que de gran tiempo estaban allí. Era

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