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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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allí se pudiera seguir; y también lo hizo, porque como en el vestido de varón la dañó, quiere<br />

ver si en el de muger se puede remediar y curar su dolencia. Y ansí recogiéndose ambas en<br />

su retrete lo más presto que pudo la vistió muy ricos recamados y joyeles con que ella se<br />

solía adornar, y ansí la sacó a su padre a la gran sala diziendo ser hija del duque de<br />

Bravante, que la fortuna del mar la había traído allí saliéndose por él a solazar; y ansí el rey<br />

encomendó mucho a su hija Melisa la festejasse por la consolar y luego despacharon<br />

mensajeros para avisar al duque su padre; los duques fueron muy consolados porque habían<br />

estado en gran cuita por la pérdida de su hija Julieta, y enviaron a dezir al rey que en todo<br />

hiziesse a su voluntad. Aquella noche fue Julieta muy festejada de damas y caballeros con<br />

un solene serao, donde Julieta dançó a contento del rey, damas y caballeros, que todos la<br />

juzgaban por dama de gran gallardía, hermosura y valor, [y sobre todas contentó a la<br />

infanta Melisa]; y siendo llegada la hora de la çena fueron servidos con gran solenidad de<br />

manjar, música y aparato, la cual acababa, Melisa convidó a Julieta a dormir; y recogidas<br />

en su cámara se acostaron juntas en una cama, pero con gran diferencia en el reposo de la<br />

noche, porque Julieta duerme y Melisa sospira con el deseo que tiene de satisfazer su<br />

apetito, y si acaso un momento la vençe el sueño es breve y con turbadas imaginaciones, y<br />

luego sueña que el çielo la ha conçedido que Julieta sea vuelta varón, y como aconteçe a<br />

algún enfermo si de una gran calentura cobdiçioso de agua se ha dormido con gran sed, en<br />

aquel poquito de sueño se le pareçen cuantas fuentes en su vida vido, ansí estando el spíritu<br />

de Melisa deseoso pareçíale que vía lo que sueña; y ansí despertando no se confía hasta que<br />

tienta con la mano y ve ser vanidad su sueño; y con esta passión comiença la desdichada a<br />

hazer votos de romería a todas las partes de devoçión porque el çielo hubiesse della piedad;<br />

pero en vano se aflige, que poco le aprovechan sus promesas y oraçiones por semejantes<br />

fines. Y ansí passó en esta congojosa contienda algunos días hasta que Julieta la<br />

importunaba que quiere volver para sus padres, prometiéndola que tomando su liçençia<br />

dellos volverá a la visitar lo más breve que ella pueda, lo cual por no la desgraçiar se lo<br />

conçedió la infanta, [aunque] con gran dificultad y pasión, confiando que Julieta cumplirá<br />

su palabra que le da de volver.<br />

Pues como fue aparejado todo lo neçesario para la partida, la mesma Melisa le entoldó el<br />

bergantín de sus colores y devisas lo más ricamente que pudo, y le dio muchas donas de<br />

briales y joyeles de gran [estima y] valor; y como Julieta se despidió del rey y reina la<br />

acompañó Melisa hasta el mar, la cual como allí fueron llegadas, llorando muy<br />

amargamente la abraça y bessa suplicándola con gran cuita vuelva si la desea que viva, y<br />

ansí Julieta haziéndola nuevas juras y promesas se lançó en el bergantín, y levantadas velas<br />

continuando sus remos se cometió al mar, el cual en próspero y breve tiempo se passó.<br />

Quedaba Melisa a la orilla del mar puestos los ojos y el alma en las velas del navío hasta<br />

que de vista se le perdieron, y muy triste y sospirando se volvió a su palaçio. Como Julieta<br />

llegó a sus riberas los padres la salieron a reçebir con grande alegría como si de muerta<br />

resuçitara, haziéndose muchas fiestas y alegrías en toda su tierra; muchas vezes contaba a<br />

sus padres la tempestad y peligro en que el mar se vio conmoviéndolos a muchas lágrimas,<br />

y otras vezes les encarecía el buen tratamiento que de la infanta Melisa había reçebido: su<br />

grande hermosura, graçia, donaire y gran valor, dando a entender ser digna entre todas las<br />

donzellas del mundo a ser amada y servida del caballero de más alteza < >; y como Julio la<br />

oía tantos loores de la infanta ençendió su coraçón a emprender el serviçio de dama de tan<br />

alta guisa; dezía en su pecho: «¿En qué me podía yo mejor emplear que estar en su<br />

acatamiento todos los días de mi vida, aunque yo no merezca colocarme en su coraçón?

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