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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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procuró cuanto pudo alongarse de su gente y monteros por probar su ventura, y cuando con<br />

Julieta se vio sola entre unos muy cerrados matorrales la importunó se apeasen a < ><br />

solazar junto a una muy graçiosa fuente que corría allí; y cuando fueron apeadas [las dos<br />

graciosas damas] començó Melisa a hablar a Julieta con gran piedad, y aunque con mucha<br />

vergüença y empacho le fue descubriendo poco a poco su herida, y teniendo los ojos<br />

lançados en el suelo, sospirando de lo íntimo del coraçón, yéndosele un color y<br />

viniéndosele otro le muestra perdérsele la vida si no la socorre; y ansí como ya tiene por el<br />

gran fuego que la abrasa descubierta la mayor parte de su dolor, queriéndose aprovechar de<br />

la oportunidad, se arriscó a tanto que abraçando a Julieta la besa en la boca con mucho<br />

dulçor y suavidad». Yendo pues el huésped muy puesto en el proçeso de su historia estaba<br />

Beatriz toda trasladada en él pareçiéndole que todo aquel cuento era profeçía de lo que a<br />

ella le había de suçeder, y ansí como el huésped aquí llegó, Beatriz con un gran sospiro me<br />

miró con ojos de piedad, y el huésped proçedió sin echarlo de ver, diziendo: «Pues como<br />

Julieta por el suçeso tiene entendido que Melisa la tiene por varón, y viendo que a su<br />

passión no la puede dar remedio, estando confusa y pensativa qué camino tomaría, acordó<br />

ser muy mejor descubrirle ser muger como ella, antes que ser tomada por caballero neçio y<br />

cobarde para semejantes casos de amor, y dixo la verdad, porque çierto era cosa de<br />

caballero afeminado rehusar una dama de tanta gentileza que se ofreçe con tanta dulçura y<br />

buena oportunidad; y ansí con un gentil y agraçiado modo la avisa ser donzella como ella,<br />

[contándola toda su ventura y viaje, padres y naturaleza]. Pero como ya la saeta de amor<br />

había hecho en ella su cruel effecto, estaba ya tan enseñoreado en su coraçón el fuego que<br />

la abrasaba que le vino tarde el socorro y aviso que de su naturaleza le dio Julieta, y por<br />

esta causa no le pareçió menos hermoso el rostro de su amada, mas antes a más amarla se<br />

ençiende, y entre sí pensaba su gran dolor por estar desesperada de remedio; y ansí<br />

reventando toda en lágrimas bañada, por consolar algo su pena, dezía palabras que movían<br />

a Julieta a gran lástima y piedad: maldezía su mal hado y ventura, pues cualquiera otro<br />

amor santo o deshonesto podría tener alguna esperança de buen fin, y éste no tiene sino<br />

sospiros y llorar con inmensa fatiga, dezía llorando: «Si te pareçía Amor, que por estar yo<br />

libre [de tu saeta] estaba muy ufana, y querías con algún martirio subjetarme a tu bandera y<br />

señorío, bastara que fuera por la común manera de penar, que es la dama por varón, porque<br />

entonçes yo empleara mi coraçón por te servir. Pero hasme herido de llaga muy contra<br />

natural, pues nunca una dama de otra se enamoró, ni entre los animales, < > qué pueda<br />

esperar una hembra de otra en este caso de amor. Esto parece, Amor, que has hecho porque<br />

en mi penar sea a todos manifiesto tu imperio, porque aunque Semiramis se enamoró de su<br />

hijo y Mirrha de su padre y Pasiphe del toro, ninguno destos amores es tan loco como el<br />

mío, pues aún se sufriera si tuviera alguna esperança de effectuarse mi deshonestidad y<br />

deseo, pero para mi locura no habría Dédalo que injeniasse dar algún remedio contra lo que<br />

naturaleza tan firmemente apartó». Con estas lamentaçiones se aflige la gentil dama<br />

mesando sus dorados cabellos y amortiguando su bello rostro, buscando vengança de sí<br />

mesma por haber emprendido empresa sin esperança de algún fin; y Julieta lo mejor que<br />

podía se la consolaba habiendo gran piedad de su cuita y lágrimas que afligían su belleza.<br />

Ya se ponía el sol y se llegaba la noche, y como las damas no hayan usado dormir en la<br />

montaña ruega Melisa a Julieta se vaya con ella a su çiudad que estaba çerca, lo cual Julieta<br />

açetó por su consolaçión; y ansí se fueron juntas a la çiudad y entraron en el gran palaçio,<br />

donde muchas damas y caballeros la salieron a reçebir; y considerando Melisa que ningún<br />

provecho reçibe de tener a su Julieta en hábito de varón la vistió de muy ricos briales suyos;<br />

porque gran yerro fuera no reçibiendo provecho aventurarse al peligro de infamia que de

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