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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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maravillo que no me conozcas, pues tanto tiempo ha que no te acuerdas de mí ni te conoçes<br />

a ti.» Como yo oí que era mi escudero quedé confuso y sin ser, y ansí con aquella mesma<br />

confusión me le fue abraçar deseoso de le tener con quien a solas razonar, como con él solía<br />

yo tener otros tiempos en mi más contina conversaçión; pero ansí abraçando ramas y hojas<br />

y troncos de arrayán le dixe: «¿Qué es esto mi Palomades?, ¿quién te encarceló ahí?»<br />

Respondióme: «Mira, señor, que esta tierra donde estás los árboles que ves todos son como<br />

yo. Tal costumbre tiene la señora que te tiene aquí, y todas las dueñas y damas que en su<br />

compañía están. Sabe que ésta es una maga encantadora, treslado y trasumpto de Venus y<br />

otras rameras famosas de la antigüedad, ni pienses que hobo otra Cyrçes, ni Morganda, ni<br />

Medea, porque a todas éstas exçede en laçivia y engaños que en el arte mágica se pueden<br />

saber. Ésta es la huéspeda que bajando la sierra nos hospedó, y con la guía nos envió a este<br />

castillo y bosque fingiendo nos enviar a su sobrina la donzella Saxe. Pero engañónos, que<br />

ella mesma es, que por gozar de tu moçedad y loçana juventud haze con sus artes que te<br />

parezca su vejez tan hermosa y moça como agora está. Y ansí como me dexaste en el patio<br />

cuando entramos aquí, fue depositado en poder de otra vieja hechizera que con regalos<br />

quiso gozar de mí, y ansí la primera noche ençendida en su luxuria me descubrió todo este<br />

engaño y su dañada y perversa intinçión, çiega y desventurada, pensando que yo nunca<br />

della me había de partir. No pretenden estas malvadas sino hartar su laçivia con los<br />

hombres que pueden haber, y luego los dexan y buscan otros de quien de nuevo gozar; y<br />

hartas, porque los hombres no publiquen su torpeça por allá, conviértenlos en árboles y en<br />

cosas que ves por aquí; y para effectuar su perversa suçiedad tienen demonios ministros que<br />

de çien leguas se los traen cuando saben ser convenientes para su mal propósito; y ansí<br />

viéndome mi encantadora desgraçiado y descontento de sus corruptas costumbres y que<br />

andaba deseoso para te avisar, trabajaron por me apartar de ti, y aun porque no huyesse me<br />

convirtieron, desventurado, en esta mata de arrayán que aquí ves, sin esperança de salud; y<br />

ansí han hecho a otros valerosos caballeros con los cuales ya con sus artes y engaños<br />

satisfazieron su suçiedad, y después los convirtieron en árboles aquí. Ves allí el que mandó<br />

la casa de Guevara convertido en aquel çiprés; y aquel nogal alto que está allí es el que<br />

mandó la casa de Lemos después del de Portugal; y aquel chopo hermoso es el que gobernó<br />

la casa de Çenete antes del de Nasao; y aquel plátano que da allí tan gran sombra es uno de<br />

los prinçipales Osorios. Aquí verás Mendoças, Pimenteles, Enriques, Manriques, Velascos,<br />

Stúñigas y Guzmanes, que después de largos años han quedado penitençiados por aquí.<br />

Vuelve, vuelve, señor, y abre los ojos del entendimiento; acuérdate de tu nobleza y linaxe,<br />

trabaja por te libertar; no pierdas tan gran ocasión. No vuelvas allá, huye de aquí.» Estuve<br />

por gran pieza aquí confuso y embobado, que no sabía qué hablar a lo que me dezía mi<br />

escudero Palomades; y como al fin en mí volví y con los ojos del entendimiento advertí<br />

sobre mí, echéme de ver, y hallé que en mi hábito y natural era estrañado de mi ser: halléme<br />

todo affeminado sin pareçer en mí ni semejança de varón, lleno de luxuria y de viçio,<br />

untado el rostro y las manos con ungüentos, colores y açeites con que las rameras se suelen<br />

adornar para atraer a sí a la diversidad de amantes, principalmente si en la mesma < ><br />

vezindad hay dos que la una está con la otra en porfía; traía un delicado y polido vestido<br />

que a su modo y plazer me había texido la mi maga por más se agradar, con muy gentil<br />

aparato y labor; llevaba un collar rico de muy preçiadas piedras de Oriente y esmaltes que<br />

de ambos hombros cuelga hasta el pecho; llenos de anillos los dedos, y dos braçaletes en<br />

cada braço que pareçían axorcas de muger; traía los cabellos encrespados y nillados,<br />

ruçiados y untados con aguas y açeites olorosos y muy preçiados; traía el rostro muy<br />

amoroso y bello, afeitado a semejança de los mançebos que en Valençia se usa y quieren

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