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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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MIÇILO. ¿Y asno fueste? Poco trabajó naturaleza en te mudar. ¡O desventurado de ti!,<br />

¿y en cúyo poder?<br />

GALLO. Por cierto, desventurado fue, que bien pagué lo que holgué en el sacerdoçio.<br />

Quisieron los mis tristes hados que cayesse en manos de un bestial recuero andaluz que<br />

nunca hazía sino beodo renegar. ¡O Dios inmortal, qué carga comienço agora! Aquí se me<br />

dio el triste pago de mi mereçer; porque luego que fue de edad para carga serví con la recua<br />

de çebadero o fatero de seis buenos machos que mi amo traía. Y llevando a la contina casi<br />

tanta carga como cada uno de ellos, cada vez que se sentía cansado subía en mí tan grande<br />

como yo, y quería siempre fuesse delante de todos, por lo cual me daba tantos palos que no<br />

podía más llevar. Nunca le pareçía al desventurado que yo mereçía el comer, y ansí siempre<br />

entresacaba de todos los machos una pobre raçión con que me hazía perder el deseo. Y aun<br />

de paja [no] me quería hartar. Pero usaba yo de una cautela por me mantener: que luego, en<br />

la noche, como llegábamos a la posada me entraba en la caballeriça y echábame luego en el<br />

suelo, fingiendo querer descansar, y como yo a la contina andaba con ruin albarda y peor<br />

xáquima fácilmente rompía mis miserables ataduras, y como echaban de comer a mis<br />

compañeros procuraba remediarme entre ellos, y aun algunos dellos me daban muy fuertes<br />

cozes defendiendo su pasto, otros había que teniendo piedad de mí me dexaban comer.<br />

Pero, ¡ay de mí! si aquel traidor de mi amo entraba en aquella sazón, hazíamelo a palos<br />

gormar. A la contina caminábamos en compañía de otros tragineros, porque ellos se<br />

acostumbraban ansí por se ayudar en neçesidad y peligros que cada día se les ofreçen, para<br />

cargar y descargar. Y ansí una vez íbamos por un camino sobre haber llovido tres días a<br />

reo, y llegamos a un allozar donde estaba un grande atolladero por causa de unos grandes<br />

llamares de agua que en todo tiempo había allí, y el bellaco de mi amo por poder passar<br />

mejor subió sobre mí, y como yo no sabía el passo y iba delante de todos atollé y caí. ¡O<br />

desventurado de asno!, viérasme cubierto de lodo y agua que no podía sacar braço ni pie, y<br />

mi amo apeado en medio del barro palos y palos en mí. Por çierto, mil vezes me quisiera<br />

allí ahogar, y aun te digo de verdad que otras tantas vezes me quise matar si no fuera por no<br />

caer en [el] pecado de desesperaçión.<br />

MIÇILO. Pues deso, ¿qué se te daba a ti?<br />

GALLO. Tuviera más que pagar. Porque has de tener por çierto que los trabajos que yo<br />

padeçía en un estado o naturaleza, era en penitençia de pecados que cometía en otra. Pues<br />

sobre todo esto verás otra cosa peor: que guiando tras mí un mulo de aquellos que llevaba<br />

una gran carga de açeite, atolló [junto a mí], y tanto tuvieron que entender en su remedio<br />

que me dexaban a mí ahogar; y el bellaco de mi amo no hazía sino renegar de Dios. En fin,<br />

entraron él y sus compañeros en medio del barro, y rompiendo los lazos y sobre carga y aun<br />

un cuero de seis arrobas que no se pudo remediar, y ansí arrastrando sacaron el mulo<br />

afuera. Y después volvieron por mí y a palos tirando por las orejas y cola me hubieron de<br />

sacar. Nunca me pareció que era yo inmortal sino allí, y pessábame mucho porque en todas<br />

las speçies de animales en que viví me duraba aquélla tanto siendo la peor, y lloraba porque<br />

cuando yo fue clérigo, rana, o puerco no me perpetué, y vine a vivir tanto en un tan ruin<br />

natural. Después salidos a tierra todos los duelos habían de caer sobre mí, porque como el<br />

macho era bestia de valor, como le sintieron algo fatigado, fue de voto de todos que me<br />

cargassen un rato el otro cuero que llevaba el mulo y que le regalassen a él, poniendo entre<br />

sí que llegando a la primera venta le tornarían a cargar; y yo como vi ser tal su

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