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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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que has visto cómo eligen los hombres a su propósito, oye [agora] cómo se han contigo en<br />

el discurso de tu serviçio. Todas sus promesas verás al revés, porque luego se van hartando<br />

y enhadando de ti, y te van mostrando con su desgracia y desabrimiento que no te quieren<br />

ver, y procuran dártelo a entender en el mirar, y en el hablar, y en todo el tratamiento de tu<br />

persona. Dizen que veniste tarde al palaçio y que no sabes servir, y que no hay otro hombre<br />

del palaçio sino el que vino a él de su niñez. Si tiene la mujer o hija moça y hermosa, y tú<br />

eres moço y gentil hombre tiene de ti zelos, y vive sobre aviso recatándose de ti: mírate a<br />

las manos, a los ojos, a los pies. Mandan al mayordomo que te diga un día que no entres en<br />

la sala y comunicaçión del señor, y otro día te dize que ya no comas en la mesa de arriba,<br />

que te bajes abajo, al tinelo, a comer, y si porfías por no te injuriar, mandan al paje que no<br />

te dé silla en que te asientes, y tú tragas destas injurias dos mil por no dar al vulgo mala<br />

opinión de ti. ¡Cuánta mohína y pesadumbre reçibes en verte ansí tratar!; y ves la nobleza<br />

de tu libertad trocada por un vil salario y merçed: verte llamar cada hora criado y siervo de<br />

tu señor. ¿Qué sentirá tu alma cuando te vieres tratar como a más vil sclavo que dineros<br />

costó?, que criado y siervo te han de llamar; y no te puedes consolar con otra cosa sino con<br />

que no naçiste sclavo, y que cada día te puedes libertar si quisieres, sino que no lo osas<br />

hazer porque ya elegiste por vida el servir. Y cuando ya el mundo y tu mal hado te ven ya<br />

desabrido y medio desesperado, o por manera de piedad, o por te entretener y prendarte<br />

para mayor dolor, date un çebo muy delicado, una dieta cordial como a hombre que está<br />

para morir; y suçede que se van los señores un día a holgar a una huerta o romería, mandan<br />

aparejar la litera en que vaya la señora y avisan a toda la gente que está a punto, que han<br />

todos de cabalgar; y cuando está a caballo el señor y la señora está en la litera, mándate la<br />

señora a gran priesa llamar. ¿Qué sentirá tu alma cuando llega el paje con aquel favor?:<br />

estás en tu caballo enjaezado a toda gallardía y cortesanía, y luego partes con una brava<br />

furia por ver qué te manda tu señora. Y ella haziéndose toda pedaços de delicadeça y<br />

magestad te comiença a dezir: «Miçilo, ven acá; mira que me hagas una graçia, un soberano<br />

serviçio y plazer. Haslo de hazer con buena voluntad, porque tengo entendido de tu buena<br />

diligençia y buena inclinaçión que a ti sólo puedo encomendar una cosa que yo tanto amo,<br />

y de ti sólo se puede fiar. Bien has visto cuánto [yo] amo a la mi Arménica, perrica<br />

graçiosa; está la miserable preçiada y muy çercana al parto, por lo cual no podré sufrir que<br />

ella se quede acá; no la oso confiar destos mal comedidos criados que aun de mi persona no<br />

tienen cuidado, ¿cuánto menos se presume que ternán de la perrilla, aunque saben que la<br />

amo como a mí? Ruégote mucho que la traigas en tus manos delante de ti con el mayor<br />

sosiego que < > pudieres llevar, porque la cuitada no reçiba algún daño en su preñez.» Y<br />

luego el buen Miçilo reçibe la perrilla encomendada a su cargo de llevar, porque casi<br />

lloraba su señora por se la encomendar, que nunca a las tales se les ofreçe favor que suba de<br />

aquí. ¡Qué cosa tan de reír será ver un escudero gallardo, graçioso, o a un hombre honrado<br />

de barba larga y gravedad llevar por medio de la çiudad una perrica miserable delante de sí,<br />

que le ha de mear y ensuçiar sin echarlo él de ver!; y con todo esto cuando se apean y la<br />

señora demanda su Arménica no le faltará alguna liviana desgraçia que te poner por no te<br />

agradeçer el trabajo y afrenta que por ella pasaste. Dime agora, Miçilo, ¿cuál hombre hay<br />

en el mundo por desventurado y miserable que sea, que por ningún interés de riqueza ni<br />

tesoro que se le prometa, ni por gozar de grandes deleites que a su imaginaçión se le<br />

antojen haber en la vida del palaçio, trueque la libertad, bien tan nunca bastantemente<br />

estimado de los sabios, que dizen que no hay tesoro con que se pueda comparar, y vivan en<br />

estos trabajos, vanidades, burlerías y verdaderas niñerías del mundo en servidumbre y<br />

captiverio miserable?; ¿cuál será, si de seso totalmente no está privado, y mira siempre con

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