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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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siete días siguientes hasta que se nos descubrieron las islas fortunadas que llaman de<br />

Canaria, donde tomado [nuestro] fresco, después de vista la tierra, con próspero viento<br />

tornamos a salir de allí; y caminando por el mar al terçero día [de nuestro camino], dos<br />

horas salido el sol, haziendo claro y sereno el çielo, dixeron los pilotos ver una isla de la<br />

cual no tenían notiçia ni la podían conoçer, de que estaban admirados y confusos por no se<br />

saber determinar, poniéndonos en gran temor; y ansí a deshora admirábanse más turbados<br />

de ver que la isla caminaba más veniendo ella hazia nosotros, que caminábamos nosotros<br />

para ella. En fin, en breve tiempo nos venimos tanto juntando, que venimos a conoçer que<br />

aquella que antes nos pareçía isla era un fiero y terrible animal: conoçimos < > una ballena<br />

de grandeza increíble, que en sola la frente con un pedaço de çerro que se nos descubría<br />

sobre las aguas del mar juzgábamos haber cuatro millas. Venía contra nosotros abierta la<br />

boca soplando muy fiera y espantosamente, que a diez millas hazía retener el navío con la<br />

furia de la ola que ella arroxaba de sí; de manera que viniendo ella de la parte del poniente,<br />

y caminando nosotros con próspero levante nos forçaba calmar, y aun volver atrás el<br />

camino. Venía desde lexos espumando y turbando el mar con gran alteraçión. Ya que<br />

estuvimos más çerca, que alcançamos a verla más en particular, pareçíansele los dientes de<br />

terrible grandeza, de hechura de [grandes] palas, blancos como el fino marfil. Venimos<br />

adelante a juzgar por la grandeza que se nos mostró sobre las aguas, ser de longura de dos<br />

mil leguas. Pues como nos vimos ya en sus manos y que no le podíamos evadir,<br />

començámonos a abraçar entre los compañeros y a darnos las manos con grandes lágrimas<br />

y alarido, porque víamos el fin de nuestra vida y compañía sin remedio alguno estar en<br />

aquel punto; y ansí dando ella un terrible empujón < > y abriendo la boca nos tragó, tan sin<br />

embaraço [ni estorbo] de dientes ni paladar que sin tocar en parte alguna, con gavia, velas y<br />

xarçia, y muniçión [y obras muertas], fuemos colados y sorbidos por la garganta de aquel<br />

monstruoso pez sin lisión alguna del navío hasta llegar a lo muy espaçioso del estómago,<br />

donde había unos campos en que cupieran otras veinte mil. Y como el navío encalló<br />

quedamos espantados de tan admirable suçeso, sin pensar qué podía ser, y aunque luego<br />

estuvimos algo obscuros porque cerré el paladar para nos tragar, pero después que nos tuvo<br />

dentro y se sosegó traía abierta la boca < >, de manera que por allí nos entraba bastante luz,<br />

y con el aire de su contino resolgar nos entretenía el vivir a mucho descanso y plazer.<br />

Pareçióme que ya que no quiso mi ventura que yo fuesse a las Indias por ver allá, que era<br />

ésta convenible comutaçión, pues fortuna nos forçaba en aquella cárçel a ver y gustar de<br />

admirables cosas que te contaré; y mirando alrededor vimos muy grandes y espaciosos<br />

campos de frescas fuentes y arboledas de diversas y muy suaves flores y frutas; y ansí todos<br />

saltamos en tierra por gustar y ver aquellas estançias tan admirables. Començamos a comer<br />

de aquellas frutas y a beber de aquellas sabrosas y delicadas aguas, que nos fue muy suave<br />

refeçión. Estaban por allí infinitos pedaços de hombres, espinas y huesos de pescados, y<br />

otros enteros que nos empidían el andar; < > tablas [y] maderos de navíos, áncoras, gavias,<br />

másteles, xarçia, muniçión y artillería, hombres y otros muchos animales que tragaba < ><br />

por se mantener. Pero salidos adelante de aquella entrada a un grande espaçio que<br />

alcançamos a ver más de quinientas leguas, desde un alto monte vimos grandes llanos y<br />

campos muy fértiles, abundantes y hermosos: había muchas aves de diversos colores<br />

adornadas en sus plumas que eran de graçioso parecer; había águilas, garças papagayos,<br />

ruiseñores, sirgueros y otras espeçies, differençias de graçiosas aves de mucha hermosura.<br />

Pues proveyendo que algunos compañeros se quedasen a la guarda del navío, < > y<br />

dexándoles la neçesaria provisión, la mayor cantidad de nosotros fuemos de acuerdo que<br />

fuéssemos a descubrir la tierra [por la reconoçer]. Discurriendo, pues, por aquella deleitosa

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