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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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clereçía, que fueron muchos en número; y a la otra mano se sentaron los casados, cada cual<br />

con su muger; [y cuando fuemos todos sentados] luego se començaron las mesas a servir<br />

[con grande abundançia de frutas del tiempo].<br />

MIÇILO. ¿Pues entre los dos perlados de San Françisco y Sancto Domingo no hubo<br />

differençia sobre la mano a que cada cual se había de sentar?<br />

GALLO. Mucho antes con ellos se consultó y diffinió. Entre los dos curas de<br />

Sanctesidro y San Miguel hubo un poco de contienda, porque preferiendo Aristeneto en el<br />

asiento el de Sanctesidro al de San Miguel por ser más viejo, se levantó en pie el de San<br />

Miguel porque < > presumía de philósopho y dixo: «si [a ti], Aristeneto, te pareçe que el<br />

cura de Sanctesidro se ha de preferir a mí, engáñaste; y por no lo consentir me voy y os<br />

dexo libre el convite, porque aunque él sea viejo, por dos razones se me debe a mí la<br />

ventaja, pues dize Salomón que la sçiençia son canas en el hombre cuanto quiera que sea<br />

moco».<br />

Y ansí tomó por la mano su mochacho y començó a fingir querer caminar y luego el<br />

cura de Sanctesidro dixo: «Nunca plega a Dios que por mí dexes de te holgar»; y<br />

apartándose afuera le hizo lugar en la delantera y él se asentó atrás.<br />

[MIÇILO. Presto convenieron [esos dos] por gozar.<br />

GALLO. Y luego dixo Zenothemo como maestro de gramática ser aquello exemplo de<br />

la figura histeron proteron, de lo cual tomaron ocasión para reír.<br />

MIÇILO. Pues entre los casados, ¿no se ofreçió cosa que pudiesses notar?<br />

GALLO. [Los casados] solamente tenían ojo y atençión en aquellos hombres sabios y<br />

religiosos notándolos de ambiçiosos, glotones y de poco sosiego, fingiéndose todos tener<br />

cuenta con el plato, pero más la tenían con lo que entre los clérigos pasaba, porque como<br />

todos al prinçipio començamos a comer de aquellos sabrosos y bien aparejados manjares,<br />

todos mirábamos al cura de San Miguel que todo cuanto delante le servían lo daba al<br />

mochacho que tenía tras sí, pensando que ninguno lo vía, y el mochacho lo echaba en una<br />

talega. Él comía con insaçiable agonía y lançaba en los pechos y fatriguera medias limas y<br />

naranjas, y algunas guindas que rodaban por la messa. Daba a mochacho piernas de perdiz<br />

y de pato, pedaços de vaca y de carnero, y algunos suelos de pastel y pedaços de pan y<br />

torta; diole el pañizuelo, la copa en que bebía, hasta el cuchillo y [el] salero [le dio]. Desto<br />

reían todos los casados y sus mugeres, que les era muy gran pasatiempo. Estando, pues,<br />

todos ocupados en esto con gran solaz y deleite, porque ya había llegado de mano en mano<br />

hasta la mesa de Aristeneto [y missacantano] que mucho se reían dello, suçedió que entró<br />

por la puerta de la sala Alçidamas, cura de San Nicolás, sin ser llamado, y puesto en medio<br />

de la sala el rostro a Zenón y a Aristeneto < > dixo: «Señores, perdonadme que no vengo<br />

más temprano a vuestro plazer porque agora como salí a ofreçer en mi iglesia me dixo un<br />

feligrés mío que hazíades esta fiesta, y ansí luego me apresuré por acabar presto la misa,<br />

que aun no me sufría a desnudarme la casulia por venir a honraros por ser tan vuestro<br />

amigo, que los tales no hemos de aguardar a ser convidados, pero < > sin ser llamados ser<br />

de los primeros.»

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