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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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se lança en los coraçones humanos, que los priva de razón, porque con razón y sin furia no<br />

se puede pelear. Esto quisieron entender y significar algunos de aquellos antiguos en<br />

aquellas sus fiçiones, y todo lo demás es poético y fabuloso, [y fingido] para cumplir sus<br />

metros y poesías. Y otros ritos gentílicos como vestir los muertos y ponerles monedas en la<br />

boca y ofreçerles viandas diziendo que las comen allá en el infierno, todo esto es mentira y<br />

vanidad de gentiles [errados por el demonio que los engañaba]; y ansí todo tiene [lo]<br />

reprobado la cristiana religión conforme a la verdad que te contaré y oirás cómo yo lo vi, si<br />

me tienes atençión; y porque el día es venido dexémoslo para el canto que se seguirá.<br />

Fin del déçimo cuarto canto del gallo.<br />

Argumento del déçimo quinto canto del gallo<br />

En el déçimo quinto canto que se sigue el auctor, imitando a Luçiano en el libro que<br />

intituló Necromançia, finge deçendir al infierno donde describe las estançias y lugares y<br />

penas de los condenados.<br />

GALLO. Despierta, Miçilo, y tenme atençión, y contarte he hoy cosas que a toda oreja<br />

pongan espanto. No cosas que oí fingidas por hombres que con arte lo acostumbran hazer,<br />

pero dezirte he aquellas que vi, comuniqué y con mis pies hollé, y vi a hombres padeçer<br />

con grave dolor.<br />

MIÇILO. Di gallo, que atento me ternás.<br />

GALLO. Favorézcame hoy Dios la memoria que no me falte, para dezir lo mucho que<br />

su magestad tiene allí para muestra de su justiçia y gran poder, porque siquiera los malos<br />

por temor çesen de ofender. Pues viniendo al principio, por no dexar cosa por dezir, sabrás<br />

que desde lo alto del çielo ya deçendiendo a la tierra vimos unas bravas y espantosas<br />

montañas en muy grandes y ásperos desiertos que, según tuve cuenta con las dispusiçiones<br />

del sol, çielo y tierra, era la seca Libia en tierra de los garamantas, donde estaba aquel<br />

antiguo oráculo de Júpiter Amón, la mesa del sol y fuente de Tántalo; donde viven los<br />

sátiros, aegipanes, himatopodes, y psillos, monstruosas figuras de hombres y animales.<br />

Pues como aquí llegamos sin se nos abrir puerta ni ver abertura, sin que sierra ni montaña<br />

nos hiziesse estorbo, nos fuemos lançando por aquellas alturas y aspereças, lugares<br />

obscuros y sombríos. Como aconteçe si alguna vez vamos por una montuosa deesa çerrada<br />

de altos y espesos castaños, robles y ençinas, si aconteçe caminar al puesto de una nublosa<br />

luna, cuando la obscura noche quita los colores a las cosas, en este tiempo que a cada passo<br />

y sonido de los mesmos pies resuena y retumba el solitario monte y se espeluzan y eneriçan<br />

los cabellos, començé a caminar en seguimiento de mi guía. Estaban por aquí a las entradas<br />

gran multitud de estançias y aposentos de furias y miserias, y porque el mi ángel se me iba<br />

muy adelante sin parar, a gran corrida le rogué se parase y me mostrasse en particular todas<br />

aquellas moradas. Luego entramos en unos palaçios hechos en la concavidad de aquella<br />

áspera peña, lúgubres y de gran obscuridad. En lo más hondo y retraído desta casa habiendo<br />

pasado por muchas y muy desbaratadas cámaras y aposentos, asomamos la cabeça a un

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