3. Insumisión Popular - Iaeden

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Insumisión popular 1830-1848 49 Las manifestaciones de desobediencia: revoluciones, revueltas, levantamientos, desórdenes En el período analizado para este trabajo se produjeron cuatro grandes movimientos insurgentes, considerados en términos generales por la historiografía venezolana como movimientos revolucionarios, en virtud de que afectaron a toda la estructura social. En ellos participaron figuras prominentes del mundo militar y político tales como José Tadeo Monagas, Santiago Mariño, Pedro Carujo, Antonio Leocadio Guzmán, José María Echeandía, Ezequiel Zamora, José Antonio Páez, entre otros; y de quienes se cuenta con amplios análisis sobre las motivaciones que llevaron a dichos individuos a liderar las revoluciones o levantamientos contra el orden legal establecido. Estos movimientos los constituyeron: 1848 - Levantamiento de J.A. Páez 1846 - Revolución de Río Chico Movimientos revolucionarios 1835 - Revolución de las Reformas 1844 - Revueltas de Lezama, Calabozo, Villa de Cura Sin embargo, los estudios sobre los movimientos revolucionarios y las actuaciones de individuos prominentes en éstos dan cuentan sólo de quienes se erigían como líderes o caudillos locales, regionales y nacionales 51 , 51 Mucho se ha estudiado sobre los caudillos y su papel en la conformación y consolidación de la nación venezolana. Rogelio Pérez Perdomo apunta que: “Está generalmente admitido que en la Venezuela decimonónica quienes tienen el poder real son los caudillos, líderes políticos-militares Insumision popular.indd 49 28/08/2010 04:54:01 p.m.

50 Aura Rojas obviándose siempre la participación de las masas en dichos movimientos. El apoyo o desacuerdo que se generó entre la población común o pueblo no se reseña ni mucho menos aparece como parte de un colectivo interesado en concretar un proyecto nacional. Las revoluciones implican un marco y una nueva orientación para la sociedad, esto está íntimamente ligado al papel que representan las “masas” en los puntos culminantes de esas revoluciones. Si bien es cierto que los modelos estructurales están presentes como puntas de lanzas ideológicas, las rupturas con el antiguo régimen exigen que se tomen en cuenta las posturas surgidas en sus propias experiencias y en su propia cotidianidad. Los cambios planteados en términos revolucionarios tienen mucho que ver con las ideas que se tengan acerca de una sociedad ideal y que en la práctica ésta no sea una abstracción, sino que se construya con ideas de permanencia cuyo poder es carismático y regional. En una Venezuela rural, disgregada, con enormes dificultades de comunicación y que la guerra de independencia dejó sobre las armas, acopiar recursos para la guerra y, en definitiva, ser obedecidos por el prestigio o temor que provocaba su persona”, en La organización del estado en Venezuela en el siglo XIX (1830-1899), p. 9. Para Diego Bautista Urbaneja, los caudillos: “…son pues el respaldo armado de ese orden legal y de ese proyecto liberal que las elites civiles están tratando de construir y que también los caudillos (…) comparten y quisieran ayudar a construir. (…) Los caudillos con frecuencia ocupan los cargos que están previstos en la estructura formal del gobierno establecidos en la Constitución y en las leyes que expresan el proyecto liberal en realización. Son presidentes, ministros o jefes militares. Pero su control de la fuerza armada no deriva, en principio, del hecho de que ocupen esos cargos. Deriva de que son caudillos. Un jefe normal que no es caudillo o que no cuenta con el respaldo de un caudillo está en bancarrota inminente”, en La idea política de Venezuela: 1830-1870, pp. 41-42. Con Inés Quintero seguimos el fundamento sobre el fenómeno caudillista por su profundo nivel de complejidad: “El fenómeno del caudillismo como uno de los elementos característicos del siglo XIX latinoamericano, es un problema complejo con manifestaciones diversas y peculiares de acuerdo a las circunstancias concretas en que se manifiesta, a las especificidades de cada país, o bien, a las distintas formas de ejercer su liderazgo los numerosos caudillos”, en El ocaso de una estirpe (la centralización restauradora y el fin de los caudillos históricos), p. 19. En el Diccionario de historia de Venezuela, Quintero refiere un concepto general sobre el caudillo: “Una definición útil del término caudillo es la que ofrece Domingo Irving, quien ubicándolo en el contexto político venezolano del siglo XIX, dice que “…es un jefe, guerrero, político, personalista con un área de influencia directa, cuando más regional, jefe de grupo armado, especie de ejército particular el cual emplea como elemento fundamental su poder”. Éstos serían los rasgos fundamentales del fenómeno, una jefatura política personalista basada en el control de una hueste armada que obedece sus designios y que determina su capacidad de negociación en la disputa por el poder, al margen de los principios y normas de un marco institucional, a lo que podría agregarse la posesión de ciertas cualidades personales que sostienen su autoridad carismática”, en Diccionario de historia de Venezuela, t. 1, p. 755. Otro tipo de interpretación sobre los caudillos puede verse en Gastón Carvallo, quien introduce la idea de la indisciplina social como elemento fundante en el accionar de los caudillos, en Próceres, caudillos y rebeldes: crisis del sistema de dominación 1830-1908. Insumision popular.indd 50 28/08/2010 04:54:01 p.m.

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se reseña ni mucho menos aparece como parte de un colectivo interesado<br />

en concretar un proyecto nacional.<br />

Las revoluciones implican un marco y una nueva orientación para la<br />

sociedad, esto está íntimamente ligado al papel que representan las “masas”<br />

en los puntos culminantes de esas revoluciones. Si bien es cierto que los<br />

modelos estructurales están presentes como puntas de lanzas ideológicas,<br />

las rupturas con el antiguo régimen exigen que se tomen en cuenta las<br />

posturas surgidas en sus propias experiencias y en su propia cotidianidad.<br />

Los cambios planteados en términos revolucionarios tienen mucho que ver<br />

con las ideas que se tengan acerca de una sociedad ideal y que en la práctica<br />

ésta no sea una abstracción, sino que se construya con ideas de permanencia<br />

cuyo poder es carismático y regional. En una Venezuela rural, disgregada, con enormes dificultades<br />

de comunicación y que la guerra de independencia dejó sobre las armas, acopiar recursos para la<br />

guerra y, en definitiva, ser obedecidos por el prestigio o temor que provocaba su persona”, en La<br />

organización del estado en Venezuela en el siglo XIX (1830-1899), p. 9. Para Diego Bautista Urbaneja,<br />

los caudillos: “…son pues el respaldo armado de ese orden legal y de ese proyecto liberal que las<br />

elites civiles están tratando de construir y que también los caudillos (…) comparten y quisieran<br />

ayudar a construir. (…) Los caudillos con frecuencia ocupan los cargos que están previstos en<br />

la estructura formal del gobierno establecidos en la Constitución y en las leyes que expresan el<br />

proyecto liberal en realización. Son presidentes, ministros o jefes militares. Pero su control de<br />

la fuerza armada no deriva, en principio, del hecho de que ocupen esos cargos. Deriva de que<br />

son caudillos. Un jefe normal que no es caudillo o que no cuenta con el respaldo de un caudillo<br />

está en bancarrota inminente”, en La idea política de Venezuela: 1830-1870, pp. 41-42. Con Inés<br />

Quintero seguimos el fundamento sobre el fenómeno caudillista por su profundo nivel de<br />

complejidad: “El fenómeno del caudillismo como uno de los elementos característicos del siglo<br />

XIX latinoamericano, es un problema complejo con manifestaciones diversas y peculiares de<br />

acuerdo a las circunstancias concretas en que se manifiesta, a las especificidades de cada país, o<br />

bien, a las distintas formas de ejercer su liderazgo los numerosos caudillos”, en El ocaso de una<br />

estirpe (la centralización restauradora y el fin de los caudillos históricos), p. 19. En el Diccionario de historia de<br />

Venezuela, Quintero refiere un concepto general sobre el caudillo: “Una definición útil del término<br />

caudillo es la que ofrece Domingo Irving, quien ubicándolo en el contexto político venezolano<br />

del siglo XIX, dice que “…es un jefe, guerrero, político, personalista con un área de influencia<br />

directa, cuando más regional, jefe de grupo armado, especie de ejército particular el cual emplea<br />

como elemento fundamental su poder”. Éstos serían los rasgos fundamentales del fenómeno,<br />

una jefatura política personalista basada en el control de una hueste armada que obedece sus<br />

designios y que determina su capacidad de negociación en la disputa por el poder, al margen de<br />

los principios y normas de un marco institucional, a lo que podría agregarse la posesión de ciertas<br />

cualidades personales que sostienen su autoridad carismática”, en Diccionario de historia de Venezuela,<br />

t. 1, p. 755. Otro tipo de interpretación sobre los caudillos puede verse en Gastón Carvallo, quien<br />

introduce la idea de la indisciplina social como elemento fundante en el accionar de los caudillos,<br />

en Próceres, caudillos y rebeldes: crisis del sistema de dominación 1830-1908.<br />

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