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mercancía, gentes pacíficas y plaga - D-Scholarship@Pitt ...

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esclavos hacia las Indias y que, de hecho, éste se haya acrecentado significativamente. En<br />

segundo lugar, la referencia al rey Juan III trae el texto hacia el momento mismo en el cual es<br />

escrito. Como lo hemos dicho en el capítulo anterior, Juan III es el rey de Portugal en el<br />

momento en que Barros publica sus décadas y Las Casas escribe esta sección de su Historia de<br />

Indias. Por ende, la crítica de Bartolomé de Las Casas se está dirigiendo a la persistencia de una<br />

posición que legitima el tráfico de cautivos africanos sobre la base de una pretendida<br />

evangelización de ellos. Según dicha posición, la esclavización practicada por los cristianos evita<br />

la caída de los cautivos africanos en manos de los moros. Las Casas considera que esta<br />

pretendida preocupación por la cristianización de los cautivos en nada atenúa la injusticia que<br />

está a la base del tráfico. En tercer lugar, Las Casas llama la atención sobre la complicidad de los<br />

mismos africanos en el tráfico y el incremento de esta complicidad a lo largo del tiempo.<br />

Hechas estas aclaraciones, Las Casas retorna a su exposición histórica, como siempre<br />

siguiendo a Barros (83-88), y relata la expedición que el rey Juan II envía con el fin de encontrar<br />

al Preste Juan de las Indias. En esta expedición, el rey envía negros que ya tenían en Portugal y,<br />

en especial, mujeres negras “como las más libres y aparejadas para no recibir mal” (146). La<br />

expedición va al mando de Bartolomé Díaz y parte de Lisboa en agosto de 1486. Pasando por<br />

tormentas y con la pérdida de la nave que trae parte de las provisiones, la expedición avanza<br />

hasta llegar a una isla cercana a tierra firme en la cual la tripulación expresa su deseo de regresar<br />

ya que han llegado más allá de lo que ha llegado expedición alguna y no parece haber más tierra<br />

hacia el sur sino hacia el este. Según Las Casas, los expedicionarios están en “la parte<br />

equinoccial treinta y tres grados y tres cuartos” (146). 85<br />

85 De hecho, la expedición de Díaz quedó perdida en una tormenta que le hizo ir, perdiendo de<br />

vista la tierra por varios días, hacia el sureste, bordeando el extremo sur de África.<br />

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