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mercancía, gentes pacíficas y plaga - D-Scholarship@Pitt ...

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habitantes del África son poca cosa frente a las ventajas que se obtienen a partir de ellos para él y<br />

los expedicionarios. En este sentido, Las Casas está desenmascarando la retórica del gobernante<br />

y su articulación en las crónicas portuguesas. Está mostrando que la ganancia obtenida por las<br />

expediciones no es el justo premio a los esfuerzos evangelizadores sino que estos esfuerzos son<br />

el pretexto sobre la base del cual los portugueses obtienen ganancias por medio de agresiones<br />

injustificadas. Sin embargo, más allá de eso está mostrando que la épica cristiana es una retórica<br />

que sirve al gobernante para justificar sus excesos.<br />

Con el fin de ilustrar esta retórica de los gobernantes y su celebración por parte de las<br />

crónicas portuguesas, Las Casas se acerca a uno de los episodios más emblemáticos dentro de la<br />

conquista de la costa de África por parte de los portugueses. Se trata del episodio narrado tanto<br />

por Barros (32-34) y, más ampliamente, por Eanes de Zurara (103-106) y que tiene lugar en el<br />

año 1444. Se trata de la expedición dirigida por Lanzarote, la cual pasa por la isla de las Garzas y<br />

llega a la isla de Nar donde, según Las Casas:<br />

las <strong>gentes</strong> asombradas de tan grande y tan nuevo sobresalto y súbita maldad, los padres<br />

desamparaban los hijos, y los maridos las mujeres; las madres escondían a los niños entre los<br />

herbazales y las matas, andando todos atónitos y fuera de sí (130).<br />

Es interesante notar la forma cómo el cronista portugués narra el mismo hecho, viendo en<br />

él una victoria bendecida por Dios sobre el enemigo y gracias a la cual capturan ciento cincuenta<br />

y cinco almas. Las Casas no ve en ello sino la insensibilidad del cronista que ve algo digno de<br />

celebrar en lo que no ha sido otra que una injusta intromisión en la que los portugueses tomaron<br />

ventaja del hecho de que la gente que estaba allí eran “pacíficos y sin armas” (130).<br />

La expedición de Lanzarote continúa en la isla de Tider donde, al no encontrar gente,<br />

deciden torturar “a algunos de aquellos moros o lo que eran” (131) con el fin de que les digan<br />

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