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mercancía, gentes pacíficas y plaga - D-Scholarship@Pitt ...

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idolatría y la infidelidad las cuales, sin embargo, no pueden ser consideradas como razones para<br />

que los gentiles pierdan el señorío o dominio sobre lo que poseen ya que dicho señorío y poder<br />

antecede a las leyes positivas que pueden variar de una nación a otra (683).<br />

Tampoco considera el autor como argumento válido para la guerra justa el hecho de que<br />

se apele al Papa para afirmar que, en nombre de la autorización que él brinda para expandir el<br />

evangelio, pueden los príncipes cristianos subyugar otros pueblos. El hecho de que todos sean<br />

parte de la grey del Papa, los cristianos en acto y los infieles en potencia, no quiere decir que<br />

todos tengan que vivir bajo las mismas leyes o que el Papa tenga el mismo tipo de jurisdicción<br />

temporal sobre todos ellos (682-3). Como se ha dicho anteriormente, sólo en el caso de agresión<br />

a los predicadores pacíficos y virtuosos puede el Papa justificar y respaldar estas guerras (683).<br />

Por último, el texto considera inaceptable la idea según la cual la guerra puede ser un mal<br />

del que posteriormente se saque un bien, a saber, la conversión rápida de los infieles. Citando la<br />

máxima de San Pablo, el texto afirma: “não se hão de fazer males ainda que delles este certo<br />

seguirem se grandes beens” (683).<br />

El texto termina afirmando, en lo que concierne a las causas de la guerra justa, la<br />

necesidad de una evangelización paciente y pacífica basada en la calidad de la predicación y no<br />

en la subyugación de las multitudes (683). Más aún, el texto critica las pretendidas conversiones<br />

logradas sobre la base de las conquistas que han convertido en señores de los nuevos territorios a<br />

los que las han liderado. En ellas, el autor sólo encuentra una posesión de mala fe que obliga al<br />

que causó los daños o a sus herederos a hacer una restitución y reparación por los daños<br />

causados (683-684). Al terminar esta sección, el lector puede terminar bastante persuadido de<br />

que, a diferencia de los españoles, los portgueses han conducido una evangelización en la que la<br />

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