CUMES nP 35 - Federación Galega de Montañismo

foxos do lobo, pias sacras, etc. Ya su propio
nombre, que seguramente procede de PEDRA
DA ANTA, hace referencia claro a un sepul-
cro rnegalítico o dolmen, levantando en algún
punto de estas alkiras.
Su fama viene en gran parte motivada por el
enclave en sus laderas del Santuario de la
Franqveira, donde ya en el siglo VI3 se daba
culto y era venerada la imagen en piedra de
la Virgen, enconfrada por una pastora en
una gruR sfkiadu en la parte alta de la mon-
tuna, donde había sido escondida por 30s
crisiianos ante la invasión árabe. Fué este
hecho, cuya fecha está sin determinar entre
las nieblas que rodean los primeros siglos de
nuestra Edad Media, el que atrajo hacia la
comarca a las sencillas y creyentes gentes de
todos los conbrnos, señalándose el siglo Xlll
como k ha de llegado de los monjes cister-
cienses. En esta época, la afluencia cada vez
más considerable de peregrinos, unido a los
cuantiosos donativos que los mismos deposi-
kbon, hizo pensar en la edificación de un
templo con mayor capacidad que la modesta
ermita, erigiéndose el monasterio que convir-
tió definitivamente tales lugares en uno de los
puntos de mayor peregrinación en Galicia, y
transformando aquellas tierras de soledad en
rincones poblodes de bulliciosas aldeas. Del
citado monasterio queda hoy como recuerdo
la iglesia conventual, en la que descuella su
. CUMES nP 35 . - --
magnífica del meior estilo romanico
con indicios ya del gótico, y cuya visita reco-
miendo untes de emprender la ascensión a lo
montaña. Como igualmente no viene mal
hacer caso a los vieios del lugar y cumplir
con ciertos rituales propios de la zona: En el
interior del templo pasar por debajo del bol-
daquino de la Virgen, acción que nos cura de
los males que puedan acechar en las alturas;
beber en la cercana Fonte Santa, manantial
con aguas de propiedades milagrosas; los
iovenes solteros hacer un nudo con los ramos
de las xestas (con una sola mano), y también
acercarnos al Campo do Mouro a Coto do
Santo, para comprobar por si ocaso si está
bien enterrado el rey moro llamado
Birnarém, que yace en lecho de oro y des-
pierta una vez al año. Despues de todo esto,
una vez tranquilos, tomemos camino hacia
las alturas.
Dejando a un lado la pista asfaltada, pode-
mos elegir cualquier ruta de las que suben
por el bosque o el camino que parte del vía
crucis y sigue por sendas, que en primave-
ra huelen a flor de tojo, xesta y azafrán sil-
vestre. Superados los doscientos metros de
desnivel hasta la cruz cimera, la vista se
extacia ante el panorama que desde aqui
se ofrece: Hacia el norte domina el hosi-
zonte el medio arca del Monte Maior, con el
Montouto en primer t&rmino, por donde dis-