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HOMILIA CLAUSURA CENTENARIO.pdf - Arquidiócesis de Cali

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HOMILÍA EN LA CELEBRACIÓN DEL <strong>CENTENARIO</strong><br />

Amados hermanos:<br />

DE LA ARQUIDIÓCESIS DE CALI<br />

- 11 Septiembre 2010 -<br />

“La vida en comunidad es esencial a la vocación cristiana. El discipulado y la<br />

misión siempre suponen la pertenencia a una comunidad. Dios no quiso<br />

salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo. Este es un aspecto que<br />

distingue la vivencia <strong>de</strong> la vocación cristiana <strong>de</strong> un simple sentimiento religioso<br />

individual. Por eso, la experiencia <strong>de</strong> fe siempre se vive en una Iglesia<br />

Particular”. (A,164) Con estas enfáticas palabras sintetiza el documento <strong>de</strong><br />

Aparecida la doctrina conciliar sobre la relación entre la profesión personal <strong>de</strong><br />

la fe cristiana y la pertenencia a una Diócesis o Iglesia particular.<br />

Y es oportuno recordarlo en esta memorable ocasión, cuando clausuramos las<br />

celebraciones <strong>de</strong> nuestro Primer Centenario Diocesano. Enten<strong>de</strong>mos entonces<br />

que la existencia <strong>de</strong> las Diócesis, si bien está sujeta a las contingencias<br />

históricas y locales, correspon<strong>de</strong> sin embargo al plan profundo <strong>de</strong> Dios sobre<br />

su Iglesia; brota así con mayor fuerza nuestra acción <strong>de</strong> gracias por el don <strong>de</strong><br />

la Iglesia Particular que peregrina en Santiago <strong>de</strong> <strong>Cali</strong>, Yumbo, Jamundí, La<br />

Cumbre y Dagua.<br />

Justamente, a reforzar este sentido <strong>de</strong> “diocesanidad” (si se me permite<br />

<strong>de</strong>cirlo) han tendido múltiples expresiones vividas a lo largo <strong>de</strong> estos meses <strong>de</strong><br />

celebración. La Misión parroquial, animada por las “caravanas” <strong>de</strong> hermanos<br />

proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> otras partes <strong>de</strong> la diócesis que acudían presurosos a reforzar<br />

la parroquia que iniciaba ese trabajo <strong>de</strong> renovación; la peregrinación masiva a<br />

Popayán para renovar la conciencia <strong>de</strong>l origen colectivo <strong>de</strong> nuestra pertenencia<br />

eclesial; los Jubileos que congregaron personas <strong>de</strong> distintas proce<strong>de</strong>ncias,<br />

unidas sin embargo en la fe común; la Jornada <strong>de</strong> oración ante el Santísimo,<br />

con intención particular por la <strong>Arquidiócesis</strong>, realizada en las parroquias la<br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l pasado jueves…todos estos son algunos signos que han vigorizado<br />

1


la conciencia <strong>de</strong> que pertenecemos a una misma Iglesia particular y que en ella<br />

estamos llamados a vivir nuestra fe católica.<br />

Por supuesto, no nos encerramos en este sentido <strong>de</strong> Diócesis; al contrario,<br />

tenemos conciencia clara <strong>de</strong> que vivimos la comunión eclesial conjuntamente<br />

con otras Iglesias hermanas y bajo la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> nuestro Santo Padre el<br />

Papa. Por ello quiero agra<strong>de</strong>cer especial y públicamente a los Pastores <strong>de</strong><br />

esas otras <strong>Arquidiócesis</strong> y Diócesis que con meritorio esfuerzo han querido<br />

acompañarnos este día, comenzando por el Excelentísimo Monseñor Rubén<br />

Salazar Gómez, Arzobispo <strong>de</strong> Bogotá y Primado <strong>de</strong> Colombia, así como<br />

también a los que por muy comprensibles razones nos han hecho llegar sus<br />

excusas y felicitaciones. Que el Señor recompense su fraternidad, y nos<br />

permita continuar realizando con eficacia la misión conjunta que Cristo nos<br />

reiteraba en el Evangelio: Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis<br />

discípulos…<br />

Es una tarea inmensa, un reto permanente que el Maestro <strong>de</strong>jó para mantener<br />

permanentemente <strong>de</strong>spierta la conciencia <strong>de</strong> todas las generaciones cristianas.<br />

Y es justamente a partir <strong>de</strong> este reto como nosotros, los integrantes <strong>de</strong> esta<br />

Iglesia particular <strong>de</strong> <strong>Cali</strong>, <strong>de</strong>bemos respon<strong>de</strong>r la pregunta que surge<br />

espontánea <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber vivido tan intensamente las celebraciones <strong>de</strong><br />

este centenario: ¿Y ahora qué? Porque indudablemente han sido muchas y<br />

variadas las tareas que nos han movilizado en los meses pasados y algunos<br />

pudieran tener la sensación, equivocada, <strong>de</strong> que regresamos a un cierto<br />

“aletargamiento” <strong>de</strong> lo cotidiano.<br />

Pero no: el Señor nos habla <strong>de</strong> Ir por el mundo entero, <strong>de</strong> proclamar la buena<br />

nueva a toda la creación (Mc. 16,15), <strong>de</strong> evangelizar a todos los pueblos, <strong>de</strong><br />

bautizarlos a todos en el nombre bendito <strong>de</strong> la Trinidad…y mientras esto no se<br />

haya cumplido ningún obispo, ningún presbítero, ningún fiel laico, ninguna<br />

diócesis tiene <strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>scansar; nadie que ame a Jesucristo podrá<br />

consi<strong>de</strong>rar que ha cumplido plenamente su voluntad. Así lo expresa el<br />

documento <strong>de</strong> Aparecida, a propósito <strong>de</strong> las diócesis: La maduración en el<br />

seguimiento <strong>de</strong> Jesús y la pasión por anunciarlo requieren que la Iglesia<br />

particular se renueve constantemente en su vida y ardor misionero (Ap, n.167).<br />

Al comienzo <strong>de</strong> la segunda centuria <strong>de</strong> nuestra Iglesia arquidiocesana es<br />

preciso, por tanto, ”recuperar” (por <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong> alguna manera) a todos aquellos<br />

misioneros y misioneras que participaron con tanta generosidad en la Misión<br />

arquidiocesana y proponerles <strong>de</strong> nuevo tareas concretas en sus parroquias<br />

respectivas. Más aún, como dice también Aparecida, Todos los miembros <strong>de</strong> la<br />

2


comunidad parroquial son responsables <strong>de</strong>la evangelización <strong>de</strong> los hombres y<br />

mujeres en cada ambiente (Ap.n.171)<br />

El esfuerzo, por tanto, habrá <strong>de</strong> centrarse en las Parroquias. Por una parte,<br />

para crearlas y multiplicarlas según las necesida<strong>de</strong>s y a pesar <strong>de</strong> haber<br />

cumplido con la meta propuesta <strong>de</strong> llegar a tener 150 <strong>de</strong> ellas en el territorio <strong>de</strong><br />

la <strong>Arquidiócesis</strong>. Pero, sobre todo, para mantenerlas vivas, activas,<br />

organizadas, comprometidas con la Nueva Evangelización: hacer <strong>de</strong> cada<br />

parroquia una comunidad <strong>de</strong> comunida<strong>de</strong>s, según expresión feliz que sintetiza<br />

todo un programa pastoral.<br />

Bien lo <strong>de</strong>cía ya la Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in America<br />

cuando expresaba el anhelo <strong>de</strong> que las parroquias fueran espacios <strong>de</strong> la<br />

iniciación cristiana, <strong>de</strong> la educación y celebración <strong>de</strong> la fe, abiertas a la<br />

diversidad <strong>de</strong> carismas, servicios y ministerios, organizadas <strong>de</strong> modo<br />

comunitario y responsable, integradoras <strong>de</strong> movimientos <strong>de</strong> apostolado ya<br />

existentes, atentas a la diversidad cultural <strong>de</strong> sus habitantes, abiertas a los<br />

proyectos pastorales supraparroquiales y a las realida<strong>de</strong>s circundantes<br />

(EAm,41).<br />

En nuestro ámbito <strong>de</strong> gran ciudad, en particular, se plantea el reto <strong>de</strong> la<br />

creación <strong>de</strong> nuevas estructuras pastorales, que reformulen y adapten la<br />

parroquia que conocemos hasta ahora, manteniendo lo esencial <strong>de</strong> ella que es<br />

ser el espacio don<strong>de</strong> se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en<br />

la adoración <strong>de</strong>l Cuerpo <strong>de</strong> Cristo y, así, es la fuente dinámica <strong>de</strong>l discipulado<br />

misionero ( Ap. n.172)<br />

Empero, la comunidad cristiana no pue<strong>de</strong> encerrarse en el ámbito puramente<br />

espiritual sino que por su esencia misma ha <strong>de</strong> proyectarse también en el<br />

campo <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s terrenas y cotidianas <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los hombres: El<br />

reino <strong>de</strong> Dios y la Justicia Social están íntimamente vinculados, tal como<br />

aparece <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios y ha sido expuesto recientemente<br />

con honda profundidad teológica por el Papa Benedicto XVI. Es preciso que<br />

nuestra <strong>Arquidiócesis</strong> se comprometa cada vez más a fondo con la Dignidad<br />

Humana, con la atención a los <strong>de</strong>splazados, con la promoción <strong>de</strong> los Derechos<br />

Humanos, con la asistencia a los más pobres para ayudarlos a salir <strong>de</strong> su<br />

miseria, con las víctimas <strong>de</strong> las nuevas esclavitu<strong>de</strong>s como el negocio y el<br />

consumo <strong>de</strong> estupefacientes, la trata <strong>de</strong> personas, y en fin, con todo lo que<br />

opaca la gloria <strong>de</strong> Dios, que es el hombre viviente, como gustaba repetirlo el<br />

añorado Monseñor Isaías Duarte Cancino.<br />

3


Aquí hay un campo inmenso <strong>de</strong> compromiso para la Iglesia, y especialmente<br />

para uste<strong>de</strong>s los fieles laicos, pues como nos lo enseña el Concilio y reitera<br />

Aparecida, el campo específico <strong>de</strong> la actividad evangelizadora laical es el<br />

complejo mundo <strong>de</strong>l trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la política, los<br />

medios <strong>de</strong> comunicación y la economía, así como los ámbitos <strong>de</strong> la familia, la<br />

educación, la vida profesional, sobre todo en los contextos don<strong>de</strong> la Iglesia se<br />

hace presente solamente por ellos (Ap.n.174).<br />

Así, pues, la tarea prosigue. La celebración <strong>de</strong> nuestro Primer Centenario es<br />

solamente un alto en el camino, y <strong>de</strong>be ser la ocasión <strong>de</strong> tomar nuevas fuerzas<br />

para ten<strong>de</strong>r hacia el futuro. Lo hacemos con la seguridad que nos da la<br />

promesa <strong>de</strong> Jesús, Yo estoy siempre con uste<strong>de</strong>s hasta el fin <strong>de</strong> los tiempos<br />

(Mt.28,20) y con la comprobación abundante que en los pasados cien años, El<br />

Señor ha estado gran<strong>de</strong> con nosotros…y estamos alegres (Sal.126,3) . Amén.<br />

4<br />

+ Juan Francisco Sarasti J.<br />

Arzobispo <strong>de</strong> <strong>Cali</strong>

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