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PENTECOSTÉS • N° 222
MI AYUDANTE
SE PORTÓ DE
MARAVILLAS
Renuncié a mi trabajo para seguir
a mi esposo. Con mis dos hijos
pequeñitos, nos fuimos a vivir
al campo. El era profesor rural. El
pueblo más cercano quedaba a
dos horas a caballo y casi cuatro
haciendo el recorrido a pie.
Cierto día me fui con un vecino
a hacer mis compras “al pueblo”
en su carreta de bueyes.
Después de comprar me senté
en la plaza de la ciudad a
hacer hora, para regresar a mi
nueva casa y llevar mi carga. No
conocía a nadie y debía esperar
que mi amigo vecino vendiera su
carbón, comprara sus víveres, tomara
sus traguitos y se decidiera
regresar al campo.
Al frente de la plaza miro la
Parroquia.
Nunca había entrado a un
templo por iniciativa propia. Rezaba
con mis hijos, porque era
necesario hacerlo, según lo que
me había pedido mi madre.
No se en que momento me
encontré en la casa parroquial
conversando con la secretaria
acerca de la posibilidad de que
fueran a misionar al campo.
Me dice –“Espéreme un momentito”
(14:30 hras. de un día
de Diciembre de 1973, entre el 4
y el 06 más menos).
Aparece con un señor de
terno gris oscuro, con una cara
bonachona y una sonrisa en los
labios, de lentes y pelo algo canoso.
Muy acogedor.
–Soy el padre Jorge Fajardo,
cuénteme su inquietud.
–Mi nombre es Elisabeth y
vivo en el campo a dos horas a
caballo de aquí y quiero saber si
existe la posibilidad que se haga
una misión en la escuela donde
mi esposo es profesor.
–Por supuesto que se puede.
Veámoslo inmediatamente, programemos
la fecha y de allá somos
(Consulta el calendario).
–Que tal, por decir una fecha,
¿del 19 al 28 de enero?
–Yo creo que esta bien Padre.
–Bueno, habrá niños para
Primeras Comuniones, Bautizos,
Matrimonios, me imagino.
–Por supuesto Padre, seria
muy lindo celebrar todo eso en
la misión.
–Pongamos manos a la obra
entonces.
–Judit (secretaria parroquial),
traiga todo lo que encuentre
TESTIMONIOS PARA LA GLORIA DE DIOS
Cuando el Señor pide nuestra colaboración,
somos tocados por un rayo de luz divino
que nos da la entrega para decirle
si a Jesús
para la catequesis de bautismo,
primeras comuniones y matrimonio
(no se demoró nada).
–Ya, aquí tiene todo el material
necesario para que usted prepare
a las personas.
–¡Noooo! ¿cómo se le ocurre?
(casi grite). Yo no lo puedo
hacer porque no tengo experiencia
alguna y no estoy capacitada
para hacerlo.
–No se preocupe… va a tener
toda la ayuda necesaria de una
persona muy importante, para
cumplir esta etapa de la misión.
Tiene más de un mes para preparar
a los niños, especialmente
y durante los días de la misión yo
termino de prepararlos.
–La persona que me va a ayudar
la podemos venir a buscar en