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PENTECOSTÉS • N° 222<br />
MI PERTENENCIA A LA RENOVACIÓN<br />
EN EL ESPÍRITU SANTO<br />
En Febrero de 1973 vino a<br />
Chile por segunda vez una delegación<br />
de la Renovación en el Espíritu<br />
Santo desde EE. UU. para<br />
dar a conocer este fenómeno<br />
espiritual de la Iglesia Católica.<br />
Mi hermano, P. Jorge, trapense, y<br />
otros dos monjes participaron en<br />
la jornada. Después él me comunicó<br />
que fue interesante y que él<br />
pensaba participar en un retiro en<br />
Agosto en Staten Island, Nueva<br />
York, que sería una continuación<br />
de lo que habían vivido aquí en<br />
Santiago. Ya teníamos programa<br />
de visitar juntos la familia en EE.<br />
UU. en el mes de Julio.<br />
Yo sentí un impulso fuerte y<br />
le dije: “No sé cómo tendré el dinero<br />
pero yo quiero ir también”.<br />
Carteando con nuestro hermano<br />
TESTIMONIOS PARA LA GLORIA DE DIOS<br />
P. Gerald, miembro de Glenmary<br />
Missioners, le comunicamos que<br />
iríamos a ese retiro. Contestó<br />
que si era en Agosto, él tendría<br />
tiempo de vacaciones y le gustaría<br />
ir también. Así el Señor juntó<br />
a los tres hermanos Peterson, de<br />
congregaciones religiosas muy<br />
diversas, para esta experiencia de<br />
la Gracia de Dios.<br />
Resultó que era una doble<br />
jornada, una semana entera de<br />
retiro con laicos, religiosas y sacerdotes.<br />
La primera noche, al<br />
llegar, no había programa fijo y<br />
algunas personas me preguntaron<br />
si quería participar con ellos<br />
en un grupo de oración. Yo no<br />
tenía idea cómo era un grupo<br />
que cantaría, oraría espontáneamente<br />
con recogimiento, escucharía<br />
la Palabra de Dios con<br />
mucha atención, todo de manera<br />
muy informal. Algunos estaban<br />
sentados en sillas y otros en<br />
el suelo. Me impresionó muy positivamente,<br />
pues parecían todos<br />
tan sencillos, sinceros y devotos.<br />
La mañana siguiente comenzó<br />
el programa. En el equipo había<br />
dos sacerdotes, una religiosa,<br />
un pastor protestante y dos laicos.<br />
Era novedoso, me parecía,<br />
que sacerdotes estuviéramos<br />
sentados con laicos escuchando<br />
a alguien que no era sacerdote<br />
predicar la Palabra de Dios. Igual,<br />
me gustó la idea de quebrar niveles<br />
de “dignatarios” en el pueblo<br />
de Dios, donde todos somos hermanos-en-Cristo.<br />
Me sorprendió<br />
más aún que nos “predicara” un<br />
pastor protestante.<br />
Se insistía mucho en estar<br />
abiertos a la acción de Espíritu<br />
Santo y dejar que Él formara en<br />
nosotros las actitudes, ideas, de-